A propósito de una lista de fotolibros imprescindibles publicada en El País he pensado que estaría bien dedicar un texto para hablar de esta relación estrecha que existe entre imagen y texto desde hace siglos y que en nuestra actualidad ha cobrado un carácter protagónico debido al auge de las redes sociales y de las herramientas puestas a nuestra disposición a través de Internet.
La relación entre fotos y literatura no se reduce a la realización de películas y videojuegos, aunque sí es en esos campos donde se haya popularizado la misma. No obstante, en la actualidad la publicación de libros fotográficos que se valen del texto para enriquecer su contenido se ha vuelto popular. Estas publicaciones se conocen como fotolibros y, aunque en algunos casos el texto que se observa es brevísimo, no por ello deja de existir.
¿Qué es un fotolibro?
Un fotolibro, término que deriva del concepto anglosajón photobook, es un libro compuesto por imágenes digitalizadas que suelen ir acompañadas de un texto que ilumina acerca del contenido. Se establece entre imagen y texto una relación de dependencia, de alguna forma sería difícil comprender el mensaje de uno de los dos formatos sin la luz que nos ofrece el otro.
Podríamos decir que los fotolibros pertenecen a una nueva dimensión del arte donde se combinan las mayores bondades de la fotografía (imágenes que ofrecen un mensaje que debemos desvelar) y de la escritura (textos concisos que ofrecen claridad sobre esas imágenes). Una excelente forma de trabajar en equipo, sin lugar a dudas.
De un tiempo a esta parte muchísimos fotógrafos se han enfocado en este tipo de formatos para presentar sus trabajos, combinando sus imágenes con textos relacionados. La finalidad de este tipo de publicaciones permite que quienes observan las imágenes puedan tener más información respecto al lugar donde fueron tomadas y demás detalles que puedan ayudarlos a alcanzar una interpretación más cercana a la mirada del fotógrafo.
Entre los fotolibros recomendados en el artículo de El País hubo tres que llamaron especialmente mi atención. A continuación hablaré un poco sobre cada uno de ellos. Si les interesa el tema, no dejen de indagar acerca de los otros títulos recomendados porque estoy segura de que no se verán defraudados.
Tres fotolibros para contar la realidad
El primero de ellos se llama «Infinito» y pertenece a David Jiménez. Fue publicado cuando todavía el auge de los fotolibros no era tal y quedó navegando en la incertidumbre; casi nadie se fijó en él. Ahora, David acaba de publicar un nuevo libro y este ha sido un perfecto momento para dar salida a su primer libro que es maravilloso.
Se trata de un libro en el que los blancos y negros iluminan y dan sombra y permiten extraer un lenguaje absolutamente poético valiéndose de pocas palabras y, en ocasiones, de imágenes casi vacías. Todas las imágenes ofrecen un mensaje oculto al que como espectadores se nos invita a alcanzar. A través de la observación, de la fusión con esos destellos de luz y esas ráfagas de oscuridad podemos llegar a alcanzar un grado de entendimiento que nos obliga a llevarnos esas instantáneas con nosotros.
También me ha parecido sumamente interesante el fotolibro de Julián Barón que ha publicado la Editorial RM en 2011. Se titula «C.E.N.S.U.R.A.«. Resulta una obra transformadora y trasgresora que viene a plantarle cara a las formas estáticas del periodismo fotográfico al ofrecer diferentes miradas a la realidad desde instantáneas que parecen casuales (construidas desde el ‘flashazo’).
El encuentro con la mirada del que va a ser retratado y la luz interponiéndose entre ese flechazo podría ser el distintivo de las imágenes que encontramos en este libro. Un país en manos de un grupo de personas que parecen obnubiladas por esa intensa luz y son incapaces de tomar buenas decisiones. Este libro es una ventana por la que podemos observar el mundo de la información y darnos cuenta de que es hora de tomar partido.
En tercer lugar me ha parecido sumamente interesante «Casa de campo«, de Antonio Xoubanova. Ha sido publicado en MACK en el año 2013 y es un libro que permite acercarse a una fotografía que reflexiona en torno a la forma en la que construimos nuestras sociedades. Imágenes tomadas en un parque extensísimo, de 1700 hectáreas que se encuentra a pocos kilómetros de la Gran Vía madrileña donde podría decirse que todo puede ser posible o probable. Un conjunto de imágenes que versan sobre la crueldad, la desprotección, la soledad y el misticismo que rodean nuestra vida. Imágenes que, estoy segura, no los dejarán indiferentes.
Los fotolibros son sin duda una nueva forma de ofrecer una visión de la realidad, semejante al que se intenta con las novelas históricas y sociales, y también con las historias de cienciaficción. Un tipo de arte que demuestra que el gran destino de los artistas es reflexionar sobre su tiempo y mostrar aquello que el mundo intenta mantener velado.
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