Alicia Louzao: «No dormir equivale a indagar en tu propio cerebro»

Segunda parte de la entrevista con Alicia Louzao en la que charlamos sobre «Manual para la comprensión del insomnio» (El Transbordador), para Poemas del Alma

Alicia  Louzao

Hay un fragmento en «Manual para la comprensión del insomnio» en el que Alicia Louzao se adentra en las emociones de un personaje que habita entre la idea del pasado y un presente menos afortunado. Era un día de fiesta, pero ella lleva un pie roto en la mano para que no se haga daño. A lo largo de todo el libro el cuidado del dolor es de una sensibilidad fascinante. Me interesa esa forma en la que Louzao trabaja sobre las cicatrices y se inventa con solidez un personaje que le sirva de guía, que sea lo suficientemente fuerte para sostenerla, lo suficientemente loco como para pensarse por sobre la realidad. Eso nos transmite el Doctor Emetteus. En esta segunda parte de la entrevista charlamos sobre él y sobre esa construcción del dolor en la poesía. [Aquí puedes leer la primera parte de la charla]

Lo material y lo espectral

Emetteus es sin duda el que sostiene el discurso poético en «Manual para la comprensión del insomnio». Así, a medida que avanzamos en la lectura de este maravilloso libro nos encontramos con este personaje, que va mutando según cada situación, y parecen salirle raíces de dentro, mientras va perdiendo movilidad en sus músculos. Da la sensación de que cuanto más real o cuanto más queremos aferrarnos a él más volátil se vuelve. La forma en la que Louzao trabajo sobre lo material y lo espectral es realmente extraordinaria.

P—El Doctor Emetteus ¿es un producto onírico de tu propio insomnio?

R—Realmente, el doctor Emetteus es mi padre, o a esa conclusión he llegado tras haberme preguntado a mí misma de dónde vendría este señor, científico de lo efímero y de lo frágil, de lo abstracto. Es un señor que imagino de pelo blanco y barba (creo que alguna vez lo he descrito, no estoy segura…), que vive solo y que lleva bata blanca cuando trabaja en sus experimentos. Una vez mi padre, doctor en Medicina y médico de profesión, me confesó “la Medicina es un arte, y la Literatura, una ciencia”. Esas palabras me calaron hondo porque describían a la perfección la pasión que siente un hombre por su trabajo, algo envidiable, y su admiración por las letras. Él cree firmemente en que el latín debería regresar a las aulas (aunque yo también lo pienso). Un poco como Emetteus… en una burbuja de probetas y en soledad con sus ideas.

P—¿Qué tiene de potencial poético la privación del sueño?

R—No dormir equivale a indagar en tu propio cerebro, al granizo de ideas que te aplasta contra la almohada. A sentir cada ruido que te rodea e imaginar todo tipo de seres moviéndose alrededor de la cama. El insomnio es un castigo, pero también una puerta abierta.

Esa idea de puerta abierta se plasma a lo largo de toda la obra: porque es un libro que se posa sobre cosas cotidianas y nos invita a mirarlas de una forma torcida. En esto el papel de Emetteus es fundamental, porque pese a la oscuridad y las manchas del destino, él parece traer luz, y quizá esto tenga que ver con lo que decía Alicia antes.

P—Dices q el Doctor Emetteus «tiene ojos para lo que no existe» ¿dónde está lo que no existe o cómo se materializa?

R—Ese verso pertenece a “Lo que no existe”, donde aparece de nuevo Emetteus. En este poema contemplamos a un hombre solitario que nos lleva de viaje visual (a través de unas gafas especiales) por todos los objetos que ya no están pero que una vez convivían con él.

La visión sobre los que no están es otro de los puntos alucinantes del libro. Lo que una vez existió no puede simplemente desaparecer, lo han dicho muchos filósofos, y ésa parece la intención de muchos poetas: dar forma a los que no están desde lo material. Esto es algo que me parece realmente interesante y sobre lo que Louzao dice:

R—Creo que a veces podemos proyectar aquí, en este sofá que está enfrente de mí, o en la cocina, o pasando por la puerta, a aquellos que se han ido. Podemos llegar a trasladarnos a lugares y personas por medio de una postal que nos dejaron, que es el resquicio de todo eso que una vez sí existió y aleteó por nuestra casa, causando un favorable caos. Cuando todo se acaba, solo nos queda coger esas gafas especiales y observar lo que perdimos, para recordarlo, si es que tenemos valor.

Alicia  Louzao

Sobre las otras voces poéticas

Es imposible leer este libro y no sentir el aire la presencia de ciertos espectros literarios. Autores y autoras que han trabajado desde la tradición onírica y que han sabido construir una estética propia sin olvidarse de esos hilos tendidos para mirar mejor el futuro y las palabras. La forma en la que trabaja Louzao es similar, y por eso se me vuelve inevitable preguntarle por sus referencias.

P—Te quiero preguntar por tus referencias lectoras.

R—Estoy enamorada de Cortázar. Hasta tal punto que una vez vi un chico que tocaba en un grupo de música callejero del que me quedé prendada porque se parecía a él (aunque por supuesto, no era él). Cuando estuve en Pere Lachaise, le escribí una nota que guardé en el hueco habilitado para ello en su tumba, y regué sus flores, robando el agua de otra tumba, aunque luego también regué la del propietario del agua. Cortázar escribía como un niño. Otro estilo diferente es el que se aprecia en Ray Loriga, de un lirismo bellísimo.

P—Hay una música mística, de cuento de hadas de fondo, ¿en qué tradición te apoyaste a la hora de componer el libro?

R—Muchas gracias por el comentario. Supongo que esa sensación viene de años leyendo cuentos, escuchando leyendas gallegas, de tener en mi vida muy presente los bosques (por los pueblos de mis abuelos), así como la costa con sus tenebrosas cuevas naturales que recuerdan al inquietante cuadro de “La Virgen de las rocas”. Y, debido a que la infancia está tan presente y la mía estuvo plagada de cuentos, quizá esto sea el fruto de todas esas páginas que me acompañaron desde bien pequeña.

Alicia Louzao



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