Hay personas sin las cuales la literatura no sería lo que es. Seres-engranajes imprescindibles en la inmensa cadena del universo de la edición y que generalmente pasan de forma invisible por la vida. Una pieza ineludible de estos engranajes son los editores.
Hace unos días recordábamos a Páginas de Espuma en sus 15 años de vida. Hoy nos centraremos en Jaume Vallcorba, un hombre que lo ha dejado todo por las letras y que nos dio sobradas muestras del importante rol que ocupan los editores en el mundo de la literatura.
¿Quién fue Jaume Vallcorba?
Jaume Vallcorba nació en Tarragona en 1949 y falleció el pasado 23 de agosto en Barcelona.
Su labor como editor comenzó a temprana edad: publicaba una revista en el colegio que se llamaba «Ciclostil». Pero no se quedó en un gusto adolescente; años después continuó haciendo trabajos similares: una colección de vanguardia, de la que prefiere no acordarse.
En el 2002 Jaume Vallcorba fue condecorado con el premio Nacional a la mejor labor editorial. No nos sorprendió. Desde joven había manifestado un especial talento para descubrir interesantes lecturas y darle espacio a voces hoy imprescindibles de nuestro idioma.
Vallcorba fue lector, profesor, padre, maestro, crítico y creó Acantilado una editorial en lengua española que hoy goza de relevante prestigio y Quaderns Crema, que publica libros en catalán. Además, publicó numerosos estudios sobre estética y literatura, y también se apasionó con la obra poética de J. V. Foix a quien publicó con suma delicadeza, al igual que trabajó con esmero en la poesía de Junoy.
Cuando leí su última conferencia, que el pasado julio -último para él, el último próximo para nosotros, que ignoramos si será o no el último-, mil preguntas afloraron en mi cabeza: muchas de ellas relacionadas con las sensaciones que tiene un lector cuando toma la decisión de dedicarse al mundo de la edición. Hoy deseo responder escuetamente algunas de ellas, a la vez que rendir homenaje a este apasionado editor.
La pasión por los libros
La pasión es algo que no puede fingirse. Podemos crearnos un currículo con esmero, aprendiendo, esforzándose, cultivando capacidades que desconocíamos que pudiéramos desempeñar; pero la pasión no admite engaños: se es o no se es apasionado; sino ¿por qué fracasan tantas parejas?
Jaume era un apasionado, no sólo nos lo demuestran los hermosos descubrimientos literarios que hizo y su aporte ineludible a la literatura, sino también sus respuestas cuando se le pregunta sobre sus lecturas y su relación con los libros. Para Jaume ese amor intenso por los libros era lo que lo estimulaba cada día para seguir.
Los libros fueron sus más importantes compañeros. Llegaron a él en lecturas a escondidas de su madre, (El mercader de Venecia, Corazón, Los hijos del Capitán Nemo) para ir transformándose en una presencia llena de aliento y de enseñanzas. Expresaba que lo que más le dieron los libros no fue enseñanzas (aunque aprendió muchísimo de muchos de ellos) sino compañía. Decía:
Lectores conversadores
Soy sumamente cuidadosa con los libros: no me gusta que se manchen y cada vez que abro un libro subrayado algo se rompe en mi interior; me gusta que cada relectura sea como una primera lectura. Hay más personas como yo pero hay muchas otras que prefieren las marcas y la presencia del pasado en todo lo que leen. Ésta es una característica que nos divide rotundamente en dos a los lectores y que me interesa muchísimo como imagen para analizar el universo íntimo y la forma en la que nos acercamos a las lecturas. Pienso que podríamos hablar de lectores introspectivos (buscamos la intimidad, el silencio y el paso desapercibido) y lectores conversadores (los que prefieren compartir, gritar sus lecturas, dejar su huella en lo que leen).
Jaume era un lector conversador. Le gustaban las manchas de café en los libros, los cortes, el polvo de la ceniza. Decía que le encantaba encontrar esas manchas tanto como una vieja carta de algún amigo o un recuerdo feliz. Quizás esas manchas lo ayudaban a recordar, a sentir las emociones, a gustar ese mismo vino o ese cigarrillo. Siempre contaba que su biblioteca estaba llena de libros manoseados y teñidos.
Jaume estaba convencido de que cada libro que leemos nos transforma y quizás esto fue lo que lo movilizó a acercarse a la edición: recomendar un libro es asegurarle a las personas que queremos que haremos algo por cambiarles la vida. Y en ese sentido, el trabajo del editor es sumamente relevante, y la responsabilidad debe ser para el editor una de las principales normas a la hora de enfrentarse a su trabajo. Podría decirse que de su trabajo depende el rumbo que tomará la vida de los lectores. Decía.
La importancia de ser un editor responsable
En lo que respecta al oficio de la edición, decía que se trata de un trabajo artesanal a la vez que intelectual: un espacio en el que se fusiona el buen juicio en todos los sentidos (buena lectura, buen gusto literario y estético tanto de lo que se dice como de cómo se dice, y cómo se presenta) y el quehacer publicitario. La parte empresarial, relacionada con la distribución y la venta es tan importantes como la labor artesanal e intelectual a la hora de escoger a los autores que se editarán. Eso pensaba Jaume. Indudablemente, un hombre que no vivió en vano: que supo entender el trabajo que le era encomendado y que lo hizo con responsabilidad, pasión y alegría.
Para terminar, cierro con sus últimas palabras porque creo que no podría haber descrito de forma más atinada lo que los libros hacen con nosotros. Les recomiendo que no se pierdan su discurso completo, sobre todo, si les interesa atisbar el universo de la edición.
Comentarios1
Muy bien, Tes. Al igual que tú, creo que la labor de edición es una especie de patito feo en la literatura. Desconocía a Jaume Vallcorba, pero su labor por lo que cuentas ha sido un alucine. Se necesitan muchas personas en su línea.
Un abrazo, amiga.
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