Novena entrega exclusiva del poemario Un amor que palpita solitario de Teresa Domingo Català.
EN SILENCIO, LOS NOMBRES
Ya descansa tu voz en mi almohada
y tus piernas me prenden la cintura,
buscas en mí la senda de la hondura,
el sinuoso camino de la entrada.
Dentro de mí la danza secuestrada
va cobrando la forma, la figura,
de esa noche que es toda noche oscura,
de ese día, con fiebre engalanada.
Llega el fiero momento de los nombres,
en silencio, callados los nombramos,
envueltos en olores que desnudan.
Después de hablar, los cuerpos que se anudan
descansan silenciosos como ramos
que han nombrado el lenguaje de los hombres.
AGUA DE ATARDECER
El atardecer acompaña al frío,
las ubres de la nieve son de tiza,
y suyo es el ardor que galvaniza
la enraïzada cumbre del vacío.
El agua se congela en la vaguada
de una corriente áspera y dudosa,
y es su abrazo el abrazo de la diosa
que transmite su ruina abandonada.
El amor se me pierde en las entrañas
recogidas en un abrazo inmenso,
con rubores de nácar y de incienso.
Yo me voy a la luna y me acompañas
con el frío sabor del hemisferio,
conservando la huella y el misterio.
MIS PIES
Gimo sin gemir y gimiendo alcanzo
las cotas adoradas de tu exilio,
el andar herrumbroso de las calles
que sollozan mis pies y tu penuria.
Blanca aldaba se posa en mis costados
como un jirón de luz que me atosiga
y que previene cárceles extremas
donde llorar las lágrimas del otro.
Infelices veremos la ciudad
que miró tanto amor y tanta insania,
incendiarse con luces de neón.
Y un impulso serán las estaciones,
recubiertas de firmes crisantemos,
que viven su desdicha sobre el mar.
Comentarios1
nueva mente me custa como escribe eres un muy buena escritora abreel sentido a quien lee tus versos felicitaciones
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