La poesía española está llena de voces diversas, que tienen mucho para ofrecer. Si comenzáramos una lista con los nombres relevantes, seguro que tendríamos para llenar cuadernos enteros. Y dentro de esa lista no podría faltar Raquel Lanseros, a quien considero una de las voces femeninas más extraordinarias de la actual poesía de esta tierra.
En este artículo les presento un breve análisis sobre el libro «Desembarco», donde se recoge una variada muestra de su obra. Espero que les guste y que se animen a leer a esta fantástica autora.
A modo de minibiografía
Raquel Lanseros nació en 1973 en Jerez de la Frontera y es una autora que ha cultivado principalmente la poesía.
Entre sus obras podemos mencionar «Leyendas del Promontorio», «Diario de un destello» y «Croniria». Además, muchos de sus poemas han aparecido en diversas antologías, tales como «Un sueño dentro de un sueño» y «A las órdenes del viento».
Cabe mencionar que ha recibido numerosos galardones como el Premio Unicaja de Poesía, el Premio de Poesía del Tren y un accésit del Premio Adonáis.
Es licenciada en Filología Inglesa y trabaja como asesora en programas de formación docente. Además es miembro de la redacción de diversas revistas literarias como «Ágora» y «The children´s Book of American Birds», donde colabora con poemas y publicaciones puntuales.
También tiene su propia página web, en la que pueden leerse muchos de sus poemas y conocer sus próximas presentaciones.
Hace unos años participó además de una antología que reunía una variada poesía de nuevos autores, para enfrentar estos tiempos de crisis. Fue publicada por la Editorial Visor bajo el título de Poesía ante la incertidumbre y contó con la participación de muchos autores, como Fernando Valverde. Fue presentada en muchos países de habla hispana simultáneamente.
Desembarco seguro
Este poemario comienza con una invocación que nos permite introducirnos de lleno en el registro de Lanseros; donde la esperanza y lo mitológico ocupan un lugar, sin dudas destacable.
La idea que circula en estos párrafos es la del deseo de no perder la ilusión y de continuar deseando la vida, pase lo que pase; palpitando, y soñando con esos imposibles que nos permiten mantener la sangre caliente, «por si vinieran tiempos de silencio».
Este poema es de una fuerza impresionante que te obliga a plantarte de cara a tus propios miedos y a entender la fragilidad de la vida y lo fina que es la línea que divide la confianza del desánimo.
Al intentar escoger alguna frase para compartir, parece como si todas fueran las mejores; de todas formas, he querido quedarme especialmente con una que creo podría resumir (si esto se pudiera en poesía) la esencia del poema.
Escribirle a Juana
Infanta de Castilla y Aragón, archiduquesa de Austria, duquesa de Borgoña y Brabante, condesa de Flandes, princesa de Asturias, Gerona y Viana. Reina de Castilla, León, y Galicia. Reina de Navarra y soberana de la corona de Aragón… Estos fueron algunos de los muchos cargos que tuvo Juana I de Castilla, conocida por todos como Juana la Loca. Es importante mencionar que fue, además, la primera reina de las coronas que conformarían más tarde España.
Pese a todo, también podríamos hacer una extensa lista de sus muchos años de soledad e infortunio; de la tristeza a la que se vio condenada cuando, quienes debían amarla y protegerla la encerraron, impidiéndole hacer uso de sus facultades para vivir una vida plena.
Podríamos decir muchísimas cosas de esta mujer (a la que adoro con el alma y por la que siento una poderosísima atracción), pero creo que ninguna palabra sería más precisa que las expresadas por Raquel en su poema «Doña Juana».
Una de las primeras cosas que llamó mi atención fue que el mismo está dedicado a todas las mujeres libres. Juana estuvo encerrada durante casi 50 años, abandonada de esos seres que se suponía la amaban, siendo humillada por los sirvientes e incomprendida por todo el mundo. Pese a ello, era libre porque el yugo de las ideologías hegemónicas no cegaba su intelecto. Porque quienes la miraban veían a una mujer enferma y atea; pero lo que en verdad estaba frente a ellos era una mujer libre, capaz de decidir en qué pensar, a quién amar, por quién vivir e, incluso, por quién morir. Creo que es una interesantísima forma de entender a esta inolvidable mujer.
Un poema desgarrador, con una inteligente voz y pequeñas menciones a elementos característicos de la vida de Juana, del que he querido escoger un fragmento que me ha gustado especialmente:
Un registro claro y fresco
La poesía de Raquel te entra por la piel hasta anidar en el fondo del alma y en la mente. Quedándose dormida en esa región donde el intelecto se nutre de las emociones y de esas experiencias que te han marcado, para abrirte los ojos. Ese espacio donde entendemos la vida, o no, pero donde al menos podemos intentarlo.
Posiblemente muchos ubiquen su obra dentro de la llamada Generación Poética del 2000 (dentro de la poesía de la experiencia); pero es necesario tener presente que este es un grupo sumamente heterogéneo, con diversos registros y universos literarios. Sin ir más lejos, también dentro de este grupo podría ubicarse al poeta Álvaro García y si comparamos ambas poéticas, comprobaremos la inmensa distancia que existe entre la expresividad de cada uno.
Por todo esto, y para evitar centrarnos en estereotipos que nada tienen que ver con el alma de la poesía, supongo que la mejor manera de entender a Lanseros es leyéndola. Personalmente, la forma que encuentro de definir su poesía es a través de tres adjetivos: sólida, melancólica y rutilante.
* Sólida: aunque sonoramente este no sea un adjetivo destelleante, creo que es muy adecuado; porque remite a la seguridad que nos brinda el pararnos sobre unas líneas que dicen exactamente lo que quieren, que no son difusas ni extrañas y donde todas confluyen a un mismo espacio, la esencia de la poesía, en una dirección irrevocable.
* Melancólica: hay un dejo de otros tiempos en sus palabras, desde sus alusiones a las historias mitológicas hasta su empeño por nombrar aquello que se ha perdido para siempre; con una chispa de optimismo, pero sin dejar de darle nombre a lo que duele y no parece tener mucho de alentador.
* Rutilante: es una poesía con un brillo propio que llega a contagiarte en lo más profundo; lo cual solamente es posible si cada palabra ha sido escogida con esmero.
Sin mucho más que agregar y pensando en los muchos poemas que quedaron afuera («Vía cansada», «Beatriz Orieta» o «La mujer herida», entre otros), sólo me queda recomendarles nuevamente su obra porque estoy segura que no les defraudará.
Para terminar les dejo un vídeo de una de sus lecturas, para que, si no les ha convencido este artículo, lo haga la dulzura de su voz.
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