El Siglo de Plata de la literatura rusa fue un período de gran esplendor artístico y literario que tuvo lugar aproximadamente entre 1890 y 1930. Después del Siglo de Oro, que dio a conocer la excelencia de la escritura de rusos como Tolstói, Dostoyevski y Pushkin al mundo, este segundo período vino a confirmarlo. De hecho, se considera la segunda edad dorada de la literatura rusa. El surgimiento de corrientes literarias como el simbolismo, el acmeísmo y el futurismo, y la aparición de poetas y escritores que renovaron el lenguaje y la estética literaria, contribuiría con una época prolífica y auténtica que cambiaría la historia de la literatura para siempre. En este período las voces de numerosas poetas sería sumamente significativo y sobre ello te hablaremos aquí. En este miniciclo sobre la poesía rusa del Siglo de Plata te traemos dos artículos sobre la gran Anna Ajmátova para comprender la gran relevancia que el pensamiento y la sensibilidad de un grupo destacado de poetas mujeres tuvo en el desarrollo de la literatura del país y lo cerramos abordando la influencia que el Siglo de Plata ha tenido en la poesía contemporánea, legándonos temas y estilos que siguen siendo explorados por escritores y escritoras en el presente.
Anna Ajmátova: la poeta más destacada del Acmeísmo
Anna Ajmátova es una de las poetas rusas más fascinantes de todos los tiempos. A lo largo de su vida y obra, supo hacer de la poesía un espacio de pensamiento y rebeldía contra la violencia del sistema. En sus poemas expuso los conflictos políticos y sociales de su tiempo y se opuso a la censura: su poesía se convirtió en un símbolo de resistencia literaria frente a la represión soviética.
Ajmátova nació el 23 de junio de 1889 en Bolshói Fontán, cerca de Odesa, en el seno de una familia aristocrática. Pasó su infancia rodeada de un ambiente intelectual donde se apreciaba la formación y el encuentro con el debate filosófico. Esto favoreció que desde temprana edad se sintiera atraída por la lectura y principalmente por la poesía, que comenzó a explorar de adolescente. Aunque su padre era un enemigo acérrimo de este género, Anna comenzó a publicar sus poemas a edad temprana usando el seudónimo de Ajmátova, un apellido tomado de sus ancestros tártaros.
Cuando conoció al poeta Nikolái Gumiliov, fundador del movimiento acmeísta, ya era ella una poeta conocida en los círculos literarios de la época. Con Gumiliov se casaron y tuvieron un hijo, Lev Gumiliov. Las relaciones entre Anna y Nikolái fueron tormentosas y el matrimonio duró poco tiempo. Pese al poco tiempo que estuvieron juntos la visión del otro tan diferente fue sumamente influyente en la poesía de ambos. Cuando en 1921 Anna se enteró del fusilamiento de Gumiliov, ejecutado por el régimen bolchevique bajo acusaciones de conspiración, la conmoción que sufrió fue devastadora. Este período sería totalmente brutal para ella en lo personal y lo dejaría expresado en su poesía.
En la obra de Anna Ajmátova encontramos una gran variedad de tonos y obsesiones creativas. Desde su primer poemario, La tarde, publicado en 1912, hasta su último poemario, El correr del tiempo se puede apreciar una gran evolución estética del lirismo original al minimalismo de su última etapa, pero siempre su palabra atravesada de melancolía y espíritu humanista. Fue Rosario, su libro publicado en 1914 el que la consolodaría como una de las voces fundamentales de su generación, de las más destacadas del acmeísmo. Otras obras que ayudaron a sostener su nombre en la alta poesía de su tiempo fueron La bandada blanca y Caña.

Anna Ajmátova hizo de su poesía una forma de combate contra la dictadura
Caída y voz popular de Anna Ajmátova
El ascenso del estalinismo en Rusia marcaría un antes y un después en la vida de la poeta. Ajmátova sufrió censura y persecución y sus libros sufrieron el olvido al ser su poesía considerada contraria a los ideales soviéticos. Esto supuso un período de oscuridad y dificultades económicas para la escritora. Dificultades a las que se sumó el gran dolor que tuvo que sufrir cuando su hijo fue arrestado y enviado a los gulags.
Durante estos años de represión escribió Réquiem, un ciclo de poemas brutal que retrata el sufrimiento de las mujeres cuyos seres queridos fueron víctimas de la represión estalinista. El libro se le ocurrió mientras esperaba en esas colas interminables en las puertas de la prisión para que la dejaran ver a su hijo. Anna nunca vio esta obra publicada, puesto que recién pudo publicarse en Rusia en 1987.
Entre las peculiaridades de su estilo poético habría que señalar su gran capacidad para usar el lenguaje con precisión y nombrar aquellos aspectos de la vida y la sociedad que están teñidos de violencia. Aunque sus primeros poemas tendían al lirismo poco a poco fue quitándole a su escritura grandilocuencia y se acercó a un lenguaje íntimo y austero. A través de sus poemas ofreció interesantes preguntas en torno a las relaciones amorosas y, sobre todo, a la gran herida que supone el duelo.
Los últimos años de Anna Ajmátova estuvieron marcados por la tristeza que el régimen dejó en su vida. Sin embargo, recuperó cierto prestigio y reconocimiento. En cierta ocasión viajó a Oxford donde fue condecorada con un Doctorado Honoris Causa. En 1965 fue nominada al Premio Nobel de Literatura, pero el premio cayó sobre el escritor realista Mijail Sholojov, también soviético. Ajmátova falleció el 5 de marzo de 1966 en Domodédovo. Sus restos descansan en el Cementerio de Komarovo, en San Petersburgo.

Anna Ajmátova, una de las autoras fundamentales del Acmeísmo
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