Pocos personajes en la historia de la literatura han generado más habladurías y reflexiones como lo hizo Teresa de Ávila, más conocida como Teresa de Jesús. Una santa devotísima para el universo católico y una de las primeras feministas para el resto del mundo.
Su poesía puede leerse desde puntos de vista antagónicos y significar algo en cada universo; de ahí las múltiples controversias que se han divulgado en torno a su obra. ¿Quién fue realmente esta poeta ineludible del Siglo de Oro español? Este año, conmemoramos los 500 años de su nacimiento y nuevamente aflora su imagen y sus versos, y con ellos la interminable discusión en torno a su relación con las palabras y las creencias.
Teresa apasionada
Teresa consagrada a una vida monacal. Teresa perseguida por la Inquisición. Teresa escribiendo a su Señor. Teresa engañando a sus opresores. En pleno siglo XVI Teresa de Ávila fue capaz de rebelarse ante el sistema tomando decisiones que podían permitirle una vida más acorde a la que soñaba para ella, libre del calvario del matrimonio y entregada a las palabras y la filosofía. La decisión de consagrarse a Dios le permitió salirse de la norma y valerse de ese disfraz para cultivar las letras como no lo haría ninguna mujer antes que ella y como no podría repetirse en la historia de la literatura en adelante.
Apasionada desde pequeña por la filosofía y las letras, se pasó gran parte de su vida leyendo y estudiando, intentando darle sentido a las cosas a través de las palabras. Cuando llegó a la edad en la que todas las mujeres debían casarse optó por el matrimonio con dios, porque ese camino le permitía liberarse de las obligaciones comunes a las mujeres destinadas a casarse con un hombre. E aquí la primera bofetada que le dio al sistema con sus reglas y su despotismo. A partir de allí se dedicaría a escribir sus emociones y sus deseos, estableciendo una metáfora inteligente: dios como objeto al que van dirigidos sus placeres. Y escribió los versos más eróticos del siglo XVI convirtiéndose en una autora ineludible del género. Versos que devotamente leen los católicos, incapaces de asumir tal paradoja; versos que entibian el alma de los que quieren ir más allá.
Teresa mística
Teresa de Ávila fue la primera mujer que recibió el título de Doctora de la Iglesia, y esto resulta sumamente curioso si tenemos en cuenta que también fue una de las primeras (de las que se tienen registros fehacientes) capaz de trasgredir las leyes de esta institución. Preceptos que los mismos que la alababan continúan defendiendo a raja tabla. La vida es paradójica y contradictoria y las mentes abiertas como la de esta poeta del siglo XVI son la prueba irrefutable de que no hay forma de evadirnos de este absurdo.
La obra de Santa Teresa de Jesús se encuentra invadida de una mística única, que no se haya en la poesía de otros autores. En ella la pasión carnal parece estar dirigida a una entidad abstracta pero resulta tan realista que cuesta creer que fuera producto sólo de la fantasía. De una forma poética, Teresa hace de sus deseos animales un universo místico capaz de sostenerse y sostenerla, lo que le permite indagar en las propias emociones y experiencias (vividas o no) de una forma intensa. Nada como leerla para acercarnos a la belleza de sus letras; eso sí a cada instante tenemos que recordar que fueron escritas en el siglo XVI. Teresa fue otra de las intelectuales adelantada a su tiempo, constructora de identidades, destructora de normas.
Teresa carnal
Aunque la religión ha intentado dar una expresión espiritual a estas palabras, cuando la leemos sólo podemos pensar en una mujer apasionada, deseosa de vivir su sexualidad de forma libre, de habitar cuerpos y de ser habitada. La lujuria y excitación (tan necesarios para sentirnos vivos y mortales) que se manifiesta en sus palabras no pueden ser derrocadas con sensacionalismos ni ideologías. «Los miembros se quiebran y parten de deseo», dice Teresa en otro fragmento.
Algunos críticos argumentan que su poesía es producto de un encuentro extravagante con aquello que los surrealistas llamaban lo maravilloso y que los católicos describen como una experiencia cercana con Dios (aunque los mismos que usan este argumento no lo hayan experimentado). Ambos señalan que esta es la única explicación posible: a Teresa las palabras le son dictadas y por eso puede escribir acerca del gozo sin entender el por qué de él. Explicación un tanto rebuscada ¿no les parece?
Lo cierto es que cabría la posibilidad de que Teresa fuera aún más transgresora de lo que creemos y que haya podido engañarnos a todos. Es posible que nunca podamos explicarnos el por qué de su conocimiento tan exhaustivo de las relaciones amorosas, aunque podemos intuirlo. Lo único cierto es que hay mucho más de Teresa de Jesús de lo que creemos y que atarla a una ideología es la forma más errada de acercarnos a su obra y a su historia.
Teresa oprimida
Este año veremos en las librerías decenas de biografías, novelas y libros dedicados a conmemorar a Teresa de Ávila, pero sin duda, la mejor forma de recordarla es hacerle justicia. Es hora de mover su figura hacia el lado de los oprimidos y no de los opresores y recordarla como una mujer que quiso vivir libre y que lo consiguió (teniendo en cuenta los límites de la época a los que debía enfrentarse). Sin duda, fue una de las primeras feministas a las que se la ha ensuciado con términos ideológicos y contornos que nada tienen que ver con ella.
Es hora de que Teresa de Ávila deje de ser una santa y se convierta en el ejemplo que fue: una mujer capaz de transgredir las reglas de su época, capaz de violar los principios con tal de salvar su propia vida, de utilizar un mecanismo huidizo de protección y de ponerse a salvo de los mercenarios y las autoridades eclesiales para dejarnos una poesía intensa, salvaje, lúdica y de un erotismo imposible para su tiempo.
Hace 500 años nacía esta mujer que vendría a conquistar el corazón de hombres enfrentados por un libro y por una espada. ¿Acaso cabe antonimia mayor?
Comentarios2
Un adelantada a su tiempo. Una mujer como bien señalas casi irrepetible. Tres hurras por Teresa de Jesús.
Un abrazo, Tes.
¡¡Claro que sí, Rapsódico: tres hurras por ella!! Un abrazo para ti también.
Una de sus transgresiones más audaces fue de comentar el Cantar de Salomón en castellano. Lamentablemente sólo se han salvado unas páginas de la hoguera inquisitorial. De todos modos, ella estaba consciente de sus limitaciones intelectuales.
“Béseme el Señor con el beso de su boca, porque más valen tus pechos que el vino…” ¡Oh Señor mío y Dios mío, y qué palabra es esta, para que la diga un gusano a su creador!” La exégesis bíblica de Santa Teresa, que carece la erudición filológica y creatividad poética de Fray Luis de León y la mística de la poesía extática de San Juan de la Cruz, acepta el misterio sin profundizar sobre las raíces del misticismo, elusivo y desconcertante, de los siglos XII y XIII de Ibn al-Farid, Ibn al Arabí de Murcia y Yalaluddin Rumi.
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