«Antes de desaparecer», de Laura Giordani —Editorial Tigres de Papel—

Existen dos maneras de sobrevivir al pasado: negarlo rotundamente y reescribirse de cero desde el abismo o revisarlo palmo a palmo, tocando con los dedos el dolor y la crueldad –de un tiempo en que debimos ser felices y no lo fuimos–, y reescribirnos desde esa sensación, con la certeza de que la felicidad es un cuento chino y la capacidad para imaginarnos lo único de lo que disponemos para subsistir. Sobre esta segunda idea planea «Antes de desaparecer» de Laura Giordani (Tigres de Papel), un poemario sobre el dolor personal y también sobre la nausea de la violencia colectiva y normalizada. Un libro que abarca además la crueldad especista y plantea un descubrimiento del lenguaje cerca de la materia pura de las cosas.

La tierra de antaño

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Bajo la tierra negrísima del corazón habita todo lo soñado y también lo sentido. Esta es la primera premisa que nos abraza al leer «Antes de desaparecer» de Laura Giordani. La autora parte de la memoria para poner en palabras las experiencias personales, familiares y colectivas de una época crucial de la historia argentina.

Se vale para ello de los elementos primitivos de la existencia: la tierra, el agua, la piedra, para utilizarlos como expresión vinculante del espacio en construcción, fertilidad que está a medio camino entre lo que salva y lo que amputa, y dolor que crece, que es avivado por la violencia y la crueldad y estanca el agua de la sangre en el propio cuerpo. Con este brevísimo resumen podríamos establecer los límites de su poesía; que se construye con un lenguaje que apuesta por las palabras de la infancia, que brotan y que a veces generan una sensación de afasia, porque ciertos dolores cuando chocan contra el lenguaje pueden llegar a trastornar nuestros sentidos.

El viaje que importa tiene lugar en las cunetas, donde va a parar la vida atropellada, las cosas no permitidas, los verdaderos amores que no pueden ser. Es imposible leer a Giordani sin sentir un peso de plomo en las vísceras. En ella todo es tragedia que se vive a modo de epifanía. Como si la vida siempre pudiera ir a peor. Pero aún hay más. En ella todo es búsqueda de la injusticia invisibilizada; de ahí las cunetas, los campos de detención, las agujas, los gritos. Todas esas experiencias pujan sobre la poesía como ocurre en la vida, como símbolos o mejor aún como revelación de un futuro grisáceo; porque haber sentido determinado horror –que parecía imposible de imaginar–, te deja alerta, con el cuerpo preparado para un nuevo derrumbe y la sensación de que el dolor siempre está a punto de regresar.

En ese sentido me ha parecido fascinante la imagen de la memoria como una cola de novia, esa tela arrastrada contra la tierra que va juntando lo que la tierra dice, con un lento zigzag que anuncia un futuro que puede ser doloroso. Asimismo, los objetos perdidos de toda una vida, que dice Burnside, se aparecen constantemente en este libro, como muestras indefectibles del naufragio, y sirven de hilo conductor para la trama.

Volver al hueco del corazón. Eso hace Laura, con el deseo de entender o de explicar ese pasado que no tiene cabida en la cabeza infantil, que crece como un monstruo silencioso y va regurgitando su violencia sobre la vida, transformándola, volviéndola invivible.

Decía que es un poemario sobre el dolor, y quizá debí explicarme mejor: es una poesía sobre la memoria del dolor, sobre lo que queda cuando la herida cierra, la costura que sirve como recordatorio del tajo.

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Del tabicamiento a la normalización de la crueldad

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En la segunda parte, «Tabicamiento», se asoma la dictadura, el silencio enmudecido, la certeza de que lo que ocurre es algo mucho más fuerte y doloroso que lo que presentimos y se presenta una poesía a modo de memoria colectiva.

De los elementos primitivos que hablaba antes, en esta parte se destaca la presencia del agua, que es fuente de vida pero que también representa un mundo de posibilidades para el desgarro y el desarraigo. En ese sentido el símil del agua y de la inundación frente a la dictadura me parece soberbio.

Y es que se trata de una imagen que nos permite observar-percibir la tragedia a la que nos condena la naturaleza (que es tan impredecible como inabarcable) en comparación con la violencia de un sistema corrupto. Giordani trabaja con precisión esta semejanza entre ambas situaciones aterradoras. Y deja sobre la mesa esa sensación de que cuando la violencia se normaliza, lo único que nos queda es ponernos a salvo.

«Antes de desaparecer» tiene una virtud que lo vuelve todavía más interesante. Es un libro absolutamente personal, lleno de detalles que hablan de una vida específica, con unos márgenes específicos, con un dolor y unas experiencias vitales precisas. Objetos definidos como huellas de un pasado muy personal podrían servirnos para entender esto. Y sin embargo, es un poemario absolutamente político y combativo. Incluye además una mirada antiespecista lo que me ha llevado a sentirme totalmente en sintonía con él. ¿Cómo escribir de la violencia de las dictaduras, de las masacres en masa sin poner un ojo-palabra en la realidad cotidiana de millones de otros animales?

Hay mucho campo, dolor de animales, tristeza de cachorros abandonados y ahogados. Mucha –demasiada– infancia rural. Por eso leer a Laura me ha catapultado a los sentimientos de antaño, a la crueldad desmedida como alimento cotidiano. Cuando la poesía te revive tu mirada de niña (incapaz de entender la distancia de la crueldad entre unos animales y otros), es cuando sabes que has dado con un libro que habla de ti y que seguramente te ayudará a salvarte un poco del recuerdo de tanta muerte injusta y cotidiana.

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El lenguaje que raspa donde sangra

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La tercera parte, «De rodillas lastimadas», comienza con unos versos del gran Viñals que son una delicia de durazno y melocotón con sus matices bien definidos. Preguntar al lenguaje por la extrañeza, eso que supo hacer tan bien José en su poesía, es lo mismo que hace Giordani con delicadeza y precisión en esta parte. Aquí se hace mucho más patente la extranjería, la necesidad de reconstruirse desde el fracaso de los padres, de huir de todo aquello que mancha y hiere.

Y el agua se agita, aparece la lucidez de la memoria que avisa del daño. Buscar en el padreoscuro ya no es una opción, escarbar en el fondo, donde el daño, y tratar de rescatar lo que se pueda, ¡ese es el desafío! Vuelve el niño y su triciclo (llevados violentamente por el agua en un trágico mayo del 76), vuelve la dictadura, el silencio atornillado en las bocas de los padres… Vuelve la infancia pero con la lucidez de la mujer adulta que al escarbar entiende.

Hay aquí un potente ejercicio de escritura. Mientras en las primeras partes la voz que habla se muestra casi inocente desde la perplejidad ante la vida que arrasa, en las dos últimas vira totalmente hacia un lenguaje de lo maduro: donde se vuelve imprescindible la búsqueda de palabras-sonidos que describan la verdad; un lenguaje construido desde las huellas de lo que ocurrió, aunque la memoria falle o intente engañarnos para evitar chocarse con la pus.

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El dolor como una piedra. Volvemos a lo primitivo de la materia-vida, para repensar la experiencia de la infancia, que a veces se vuelve difícil de cargar. Porque eso también es este libro: una canción sobre la infancia, sobre los ecos dormidos, sobre el silencio, pero también sobre los árboles (araucarias, paraísos) y los pájaros que fueron luz en un tiempo donde cualquier chispa podía provocar en nosotros el incendio.

Y en este punto, retomando lo del lenguaje, me quedo con esa certeza, de que se escribe cuando ya no estamos. La poesía brota de una parte de nosotros inasible, y entonces cuando escribimos ya no somos más que tierra, agua, piedra, criatura que machaca el vacío con sus garras en busca de respuestas.

Giordani escribe desde el vacío, para pronunciar las palabras difíciles y para dejarnos una mirada que oscila entre la ternura y el desgarro, que se pelea con la delicadeza porque la sangre también debe nombrarse con cuchillos, con garrotes, con la sensación de rabia de quien ha sobrevivido al dolor que sabe otros no han soportado. Giordani escribe desde la certeza de que volver exige en primer lugar aceptar el abandono que sobrevivino después de la huida. Esto vale para la infancia. Y también para la vida.

¡Lean «Antes de desaparecer» porque pocos libros encontrarán sobre el dolor personal tan colectivo, tan universal, tan animal!

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ANTES DE DESAPARECER
Laura Giordani
Tigres de Papel
978-84-942202-0-3
144 páginas
12,00 €



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