Recientemente he terminado de leer «El último día de un condenado a muerte» de Víctor Hugo. Un verdadero ensayo sobre la pena de muerte y el sistema judicial, que no te deja indiferente y que te hace pensar en muchísimas cosas. Quiero compartir con ustedes algunas cuestiones que me han interesado de esta lectura, espero que les sirvan.
Además, si lo desean, pueden leer también este artículo , donde encontrarán a otros autores que han escrito contra la pena de muerte como condena.
La sentencia
La novela se basa en las reflexiones de un hombre que ha sido condenado a muerte por un delito. Es el viacrucis del condenado, desde que se dicta la sentencia hasta que es llevado a la plaza donde será ejecutado.
Me interesaría señalar dos cosas que creo fundamentales:
Por un lado, en ningún momento se menciona cuál ha sido ese delito, es decir por qué ha sido condenado a muerte. He estado preguntándome acerca de este detalle, ¿por qué no se habla de ello, acaso no es importante? No, no es relevante porque esta historia no intenta explicarnos qué cosas hizo este hombre sino qué harán con él. Posiblemente para Víctor Hugo ningún delito debía ser penado con tamaña condena, sobre todo porque el sistema judicial estaba formado por personas y ningún ser humano tiene derecho a decidir sobre la vida de otra persona.
Lo segundo que quiero señalar es que la novela se halla escrita en primera persona. Creo que ésta ha sido una atinada decisión puesto que de este modo el autor consigue que te familiarices con el protagonista, que sientas como siente y llegues a pensar como él, por ende que te opongas a la pena de muerte.
A través de la lectura puedes vivir a través del personaje y pasar por sus diversos estados. Por ejemplo, antes de que se dicte la sentencia, mientras aguarda por ella y se encuentra en la cárcel, el condenado siente una especie de seguridad, como si estuviera realmente convencido de que todo va a salir bien; cuando dictan la sentencia, su vida se transforma para siempre, comienza la cuenta regresiva. El cambio que se obra en este hombre es radical y sumamente llamativo.
Crítica al sistema judicial y penitenciario
Puede notarse a lo largo de toda la obra una clara crítica al funcionamiento del sistema judicial, en primer lugar, y penitenciario, en segundo.
El primero porque permite que se tomen decisiones drásticas como son el quitarle la vida a un condenado , decidiendo si lo que ha hecho es lo suficientemente grave. Pero su crítica va todavía más lejos y se llega a preguntar ¿quién le da al ser humano el derecho de decidir sobre la vida de los otros?
En cuento al sistema penitenciario, se pueden leer exhaustivas descripciones de las condiciones en las que viven los presos y sobre todo de lo que les espera luego de la muerte: ir a parar a la mesa de un laboratorio donde abrirán su cuerpo y estudiarán su cerebro y cada una de sus partes.
Por otro lado, es sumamente interesante la descripción que se hace de las cárceles y del trato que reciben presos y condenados a muerte; te genera escalofríos pensar que ni siquiera esta obra magnífica, escrita en 1829, no haya podido provocar un cambio en este sistema. Podríamos encontrar esas exactas descripciones en muchas cárceles de nuestra era.
Al referirse a los edificios públicos (cárceles, ayuntamientos, plazas) por los que lo pasean hasta llevarlo a la plaza de Grève, donde será guillotinado, el condenado los califica de siniestros; posiblemente porque ellos están estrictamente relacionados con un espectáculo del que va a participar haciendo las veces de víctima.
En este punto podría mencionarse la descripción del gentío que disfruta del sufrimiento ajeno. El condenado es el que permite el divertimento de muchos otros que, como lo expresa el autor casi al final, podrían ser él en otra oportunidad porque, de acuerdo a como funciona la justicia, nadie queda exento de ser condenado a muerte.
El miedo a esta muerte
En esta obra se deja en evidencia que el condenado no le teme a la muerte, sino a esta muerte; a esa que fue decidida por otros como él. Una muerte violenta que aseguran no duele, pero que está convencido, ninguno de los que bajó el dedo para que fuera sentenciado, estaría dispuesto a defender si se tratara de su propia vida la que quitaran o de la vida de un ser querido.
A medida que avanza la historia, que más que una novela es una confesión, la intensidad de las emociones del condenado va creciendo, pudiendo notarse una gran desesperación arribando a los últimos capítulos, que lo lleva al punto de pedir de rodillas el indulto, que lo envíen a donde sea pero que por favor, no le maten así, en aquella plaza.
Es, sin lugar a dudas, un libro absolutamente desgarrador que te lleva a analizar tu propia existencia, tus propios pensamientos. Podría ser utilizado incluso para estudiar el comportamiento de los padres o educadores, que se hacen con el mazo de la verdad absoluta y obligan a otros a obedecerles, condenándolos en muchos casos a obrar contra su voluntad, salvando la distancia que existe entre la muerte en la guillotina y la censura a la libertad de expresión que en tantos sistemas educativos se vive.
Esta obra es ideal para replantearse absolutamente todos los aspectos que hacen a nuestra vida en sociedad y que, si realmente fuera leído con esmero y con deseos de obtener un beneficio para nuestra realidad, no continuaríamos con un sistema judicial que poco difiere del detallado en este libro.
Ojalá que este artículo sirva para que se acerquen a otras obras del autor que son altamente recomendables, como «Los miserables» y «El hombre que ríe». En otro artículo hablaremos sobre la poesía de Víctor Hugo que también es sumamente recomendable.
Para terminar les dejo una frase impresionante que estoy segura les hará pensar mucho.
Comentarios2
Me dejò tristes preguntas, por ejemplo, sobre la ejecución de Sadam Husein y otros de siglos atrás, seres tan repudiado por tantos, creo que, me dolería infinito leer esta obra.
Un abrazo
Por supuesto que para Víctor Hugo la pena de muerte era inaceptable, hubo de vivir en el exilio por muchos años y en su famoso discurso sobre la pena de muerte en 1848, dijo: "La pena de muerte es el signo especial y eterno de la barbarie".
Siempre será un tema controversial y como mi escritor narrativo favorito, todo lo que he leído de él ha valido la pena. Bueno, no solo leído, al ver sus pinturas, se puede imaginar el ingenio y valor que lo hizo una gran personalidad de su época y de las posteriores.
Saludos
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