Mañana se estrena la película «Ventajas de viajar en tren», basada en la novela homónima de Antonio Orejudo. De la adaptación se ha encargado el guionista Javier Gullón, y ha asumido la dirección Aritz Moreno. En las diversas interpretaciones aparecen actores y actrices de nivel como Luis Tosar, Ernesto Alterio, Belén Cuesta e Ingrid García-Jonsson. ¿A que es una buena oportunidad para repasar los puntos clave y más interesantes de esta novelaza de nuestro maestro?
«Ventajas de viajar en tren»
En la literatura de Antonio Orejudo nos topamos constantemente con usos estéticos que remiten a otros períodos históricos; no obstante, como su forma de trabajar el lenguaje es desde un punto de vista accesible, y como se vale tanto del humor para conseguirlo, muchas de las mejores cualidades de sus novelas pasan desapercibidas. O sea, se remarca de ellas sólo lo que tienen de entretenido, pero pocos se detienen en besar la forma. Personalmente, una de las cosas que me enamora de este escritor es eso: la búsqueda de una revisión formal de la propia novela. En el caso de «Ventajas de viajar en tren» parece apoyarse (y nos invita a pensar) en estructuras de la novela bizantina pero con un giro novedoso: no existen los finales felices. Esa forma de escarbar en la tradición y devolvernos una nueva visión de las cosas es una de las cosas más destacadas de su trabajo y de esta obra impresionante.
En «Ventajas de viajar en tren» tenemos una historia compuesta por diversas subtramas, pero todas apuntan hacia el mismo lugar: el entendimiento de que toda vida es un acto de relato, es decir, que entre vida y ficción hay un estrecho e imperceptible lazo. Esto podría llevarnos a afirmar que la verosimilitud está sobrevalorada; que es, después de todo, la frase que han escogido para promocionar la película y que remarca la intención principal de esta lectura.
Helga Pato se sube a un tren que la llevará de vuelta a casa: ha dejado a su marido internado en un neuropsiquiátrico. Su compañero de asiento se presenta como el Doctor Martín Urales. En cuanto Helga ocupa su lugar, Martín le pregunta si quiere que le cuente su vida. Esta pregunta es el disparador de un viaje, al mejor estilo bizantino, a través de paisajes y aventuras donde no faltará el suspenso y el drama, y con ciertos matices de viaje épico. Pero decíamos que Orejudo intenta ir un paso más allá. Y aquí tenemos una de las peculiaridades que ensanchan las cualidades de la obra. Mientras que en una novela bizantina los viajes son reales y las aventuras ocurren también en el terreno de la realidad, en «Ventajas de viajar en tren», la acción transcurre en el territorio de lo abstracto, es decir, del relato, es decir, de la literatura.
El Doctor Urales le presenta a Helga (y a nosotros) una serie de personajes que se apoderan del protagonismo de la novela. Y Orejudo va jugando con el solapamiento de tiempos y personajes hasta impedirnos conocer qué es real y qué ficción. En un juego exquisito de narración del que participamos, lo queramos o no, como buenos lectores. En ese sentido, la novela es un canto a la lectura, y quizá por eso, los buenos lectores la amamos quizá por encima de todo lo creado por el genio de la lámpara que es Orejudo.
El relato que somos
¿Qué somos? Un relato ¿Hasta dónde llega nuestra libertad? Hasta que el cuerpo nos abandona. En este espacio donde la literatura se encuentra con la vida, para contarla, y donde todo es posible, se ubica esta novela de Antonio Orejudo, que muchos leerán ahora por vez primera gracias al incentivo que nos proponen Aritz Moreno y Javier Gullón, pero que vio la luz en el año 2000. Seguramente es una de las obras más interesantes en torno a la reflexión de los límites de la literatura, y de las muchas formas que existen de ficción en el territorio de lo real. Y Orejudo siempre sabe llevarnos a una reflexión intensa y valiosa de lo que implica el acto de crear y leer, de crear y creer.
Otro punto a destacar de la novela es el apoyo en la teoría existente en torno a trastornos del ánimo que involucran una ausencia de realismo, la incapacidad para mirar el mundo como dicen que hay que hacerlo. Martín Urales, que asegura que todos los humanos somos el fruto de un relato, que son narraciones aquello que nos define, tiene una forma de trabajar con sus pacientes muy peculiar. Así le cuenta a Helga. Su intención es conocer el trasfondo patológico a través de la lectura crítica de los textos que los impulsa a escribir. Su obsesión con la forma de encarar la gramática y la composición de las frases de sus pacientes le lleva a acumular textos en una carpeta que lleva siempre consigo. Esta obsesión es uno de los rasgos más pulidos del libro.
Orejudo trabaja sobre varios trastornos, entre los que se destaca el delirio de suplantación, que es el que padece Urales. La construcción de textos escritos por pacientes con autismo, la coprofagia, la depresión y el trastorno paranoico semántico, sirven para dar contundencia a la novela. Así, el autor se enfoca en la forma en la que esos trastornos afectan la escritura y construye una serie de textos elaborados desde esas patologías, donde podemos analizar rasgos interesantes y bien definidos. El análisis de la escritura, dependiendo del tipo de patología que se tenga es sumamente interesante y enriquecedor. No sólo es interesante la descripción de los síntomas, sino también la forma en la que la escritura afecta la noción de realidad y la propia realidad va transformándose de acuerdo a una mirada de la escritura. No quiero contarles todo: porque verdaderamente, esta parte de la novela es quizás la más interesante. El autor va cambiando de registro y de estética, según quién escriba y qué. Y sin habernos contado nada de esos personajes, consigue que establezcamos con ellos un lazo férreo.
Quizá uno de los temas clave en toda la obra de Orejudo sea el discernimiento entre la importancia de la realidad en la ficción y viceversa, y la búsqueda de sentido en cada una de ellas. Al hilo de esto, podríamos decir que la elección de las patologías como punto de referencia para desmantelar los cimientos de la realidad es seguramente una de las ideas más originales y contundentes que se le podían ocurrir. Cuando descubrimos esto podemos entender muchas cosas; y aquí otro de los rasgos importantes y significativos de la obra de Orejudo: que muchas cosas no se dicen, solamente se insinúan y se nos dan los elementos necesarios para entenderlas. En el caso de Urales, comprender sus obsesiones y sus paranoias, nos sirve para entender el eje de la trama.
Verdaderamente «Ventajas de viajar en tren» es un novelón extraordinario, la gran novela de nuestra época, y se halla escrita con oficio y una ambición literaria que se escapa de la que los simples mortales podemos aspirar a poseer. Amen y amén a Orejudo, por los siglos de los siglos. ¡Y vayan a ver la peli!
Comentarios2
Y donde se consigue este libro?
Hola, Einer, te dejo el enlace a la página de la editorial: https://www.planetadelibros.com/libro-ventajas-de-viajar-en-tren/88845#soporte/287179 ¡Que lo disfrutes mucho!
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