Aristóteles, Nietzsche y las tragedias griegas

Hablamos de las tragedias griegas. Hablamos de Esquilo, Eurípides y Sófocles. Y hoy analizaremos el pensamiento que dos autores fundamentales (Aristóteles y Nietzsche) desarrollaron en torno a las tragedias y lo que estas historias nos ofrecen para analizar la vida de nuestras sociedades.

Las tragedias para Aristóteles

El primer estudio que se realizó en torno a las tragedias fue firmado por Aristóteles y se encuentra postulado en su famosa Poética. En ella este pensador se basó en las tragedias para analizar dos conceptos fundamentales de todo su pensamiento: el de mimésis (imitación) y el de catarsis (purificación).

Aristóteles expresa que en las tragedias se intenta representar aquellas acciones más torpes y necias que el ser humano pueda realizar para conseguir purificar esas viles pasiones. De ahí que las tragedias adquirieran tanta importancia, porque representaban una clara manifestación del camino moral a seguir por el pueblo.

La tragedia podría ser una simulación de la vida; donde el héroe es acechado por las más difíciles desafíos y es derrotado por las circunstancias. De este modo, quienes leemos las tragedias tenemos a nuestro alcance la posibilidad de admirar la grandeza que alguien puede alcanzar y lo bajo que puede caer, pese a todo. Al enfrentarnos a estas representaciones podemos vislumbrar las posibilidades a nuestro alcance y discernir adecuadamente el camino a seguir. Nos sirven como un punto de comparación para encaminar nuestras decisiones.

Pero sin duda el mérito mayor de las tragedias es la habilidad de los griegos para poner en palabras la experiencia humana partiendo de personajes famosos e instalándolos en situaciones clave que a cualquier espectador lo lleva a sentir terror y piedad por esa sensación de que todo lo que le sucede al protagonista podría sucederle a él mismo. En Aristóteles, las tragedias adquieren una nueva dimensión, se convierten en lecturas aptas para que la filosofía se apropie de ellas y establezca puntos de referencia para entender el comportamiento humano.

Las tragedias en el pensamiento de Nietzsche

Hubo otros muchos autores que analizaron las tragedias, pero entre ellos sin duda podemos mencionar a Friedrich Nietzsche varios siglos más tarde. Fue él quien plasmó el contraste que ofrecían en las tragedias dos elementos fundamentales: lo dionisíaco y lo apolíneo. Es decir, esa pasión sulfurante que embargaba a los personajes por un lado, y por el otro, la presencia de la razón y la justicia que se simboliza con la presencia de dios.

Nietzsche hace un análisis profundo de las tragedias comparándolas con el arte. Ese creo que es el punto fundamental de su tesis ya que dotó a las tragedias de un carácter auténtico y acercando la experiencia de los personajes a la que vive el artista frente a su trabajo.

 Las tragedias se construyen en torno a dos figuras imprescindibles de la mitología griega: Apolo (el dios del sol y la luz) y Dioniso (el dios del vino y las pasiones).

Partiendo de esos dos elementos Nietzsche analiza la tragedia como un espacio donde se enfrentan de forma metafórica la irracionalidad, lo instintivo frente a la luz, a la razón y al equilibrio. Estos valores opuestos, a su vez, se ven representados en la tragedia de dos formas bien definidas: por un lado el hacer y la voluntad colectiva (Dioniso es lo común) y por el otro los deseos individuales y las ideas del héroe (Apolo es lo individual). Y el quiebre surge en ese punto en el que el personaje no coincide con los deseos colectivos y se opone a los deseos e ideas de la mayoría para imponer sus instintos.

En un sentido filosófico las tragedias pueden ser una forma de ejemplificar el arduo camino hacia el conocimiento donde es necesario comprender la esencia de las cosas y depurar aquello que se impone como mayoría. En un sentido artístico, la tragedia puede ser una metáfora de las contradicciones a las que debe enfrentarse el artista a la hora de crear: sus impulsos y la tendencia a cumplir con su cometido de forma correcta.

Sin lugar a duda, estas creaciones antiquísimas todavía tienen mucho que ofrecernos y nada mejor para comprenderlas que empaparnos de los pensamientos de aquellos que supieron exprimirlas al máximo para extraer de ellas toda su savia.