3 autoras latinoamericanas de la Generación del ’80


Comienzo la semana y sigo con las recomendaciones. Ahora les toca a tres mujeres que nacieron en la década del `80. Una de las cosas más interesantes de realizar este tipo de lecturas es descubrir las similitudes, los puntos en común que existen entre autoras contemporáneas. Porque, si bien las formas que adoptan sus escrituras pueden no parecerse mucho, las inquietudes sí que suelen coincidir, es decir, las preguntas que motivan su escritura. Por eso he pensado en realizar estos artículos y proponerte lecturas que puedan punzarte a hacerte preguntas nuevas.
 
 

Mariana Torres y las voces de las niñas

La narrativa de Mariana es un regalo. Al leerla nos zambullimos en relatos intensos donde la ternura y la crueldad parecen guiar el ritmo y el hilo de los acontecimientos. En su libro de cuentos «El cuerpo secreto» (Páginas de Espuma) encontramos, por ejemplo, variopintas historias en torno a la pérdida de la infancia y al desconcierto que eso genera en quienes atravesamos ese instante.

Asimismo, es un libro en el que habitan pequeñas criaturas-monstruos que intentan a toda costa proteger aquello que aman y, al mismo tiempo, otras que buscan entender por qué la vida funciona como lo hace, por qué los además pueden vivir con tanto silencio.

Para mí es uno de los mejores libros de nuestra generación, donde las voces van cambiando según la intensidad de los hechos y en el que todas podemos sentirnos identificadas y atravesadas. Y seguramente una de las cosas más fascinantes de este libro esa extraña fusión que existe entre la realidad y la fantasía. Hay como un filtro de magia en las historias que te obliga a creer en todo lo que lees y a convencerte de que nunca la realidad estuvo tan equivocada. ¡Es un libro realmente extraordinario!

Mónica Ojeda y la voz de la naturaleza

Mónica fue para muchas de nosotras un descubrimiento maravilloso. Lo fue (es) también para la novela hispanoamericana. La extraordinaria virtud de Mónica consiste en ahogarte. Maneja los tiempos de la acción y las sensaciones de los personajes de forma precisa, y consigue controlar tu estado de ánimo, causándote sensaciones que van del terror a la ternura. La violencia es otro de los elementos que atraviesa su narrativa, pero sobre todo, creo, es una autora que sabe controlar perfectamente la dosis de horror que debe tener una historia.

Cuando hicimos el Minuto del Alma, nos dijo que hay en el horror también belleza y que lo importante es saber descubrirla y transmitirla. ¡No te pierdas el vídeo con la entrevista aquí!

«Mandíbula» es sin lugar a dudas una novela que plasma los miedos, las búsquedas y las miserias de nuestra generación. Una novela que conmovió lectores y lectoras de España y Latinoamérica y sobre la que seguiremos hablando por mucho tiempo. Una historia en la que la violencia de la naturaleza sirve para explicar por qué somos lo que somos. ¡No dejes de leerla, por favor!

Foto: GataCristi

Liliana Colanzi y las voces de los muertos

Su sonrisa es lo primero que nos ofrece Google cuando la buscamos y, sin embargo, quien la haya leído sabe que de esa ternura no queda nada en sus libros. La suya es una narrativa de lo turbio, tan desgarradora tan poco contenida que te conmueve desde las zonas más profundas. Las palabras fluyen con rabia y con una precisión alucinante. Y ese, creo, es el rasgo que vuelve imprescindible la obra de Colanzi.

Su libro «Nuestro mundo muerto» nos ofrece una mirada sobre la realidad desde una óptica donde lo fantástico aporta el material impriscindible para el equilibrio mental, para poder comprender la vida sin desfallecer. Sin embargo, al terminar el libro te queda un sabor amargo: una mezcla de rabia y pérdida. Y esa me parece la forma más realista, más valiente y más suspicaz de entender lo que es la vida, lo que la literatura es. Sin lugar a dudas es una de las voces de nuestra generación a la que debemos prestarle atención.

Te animo a leer también las recomendaciones que hice hace unos días en torno a autoras de la Generación del ’60 y de la Generación del ’70. Contamos en nuestro idioma con escritoras maravillosas y perdérselas sería un verdadero crimen.

Foto: Eterna Cadencia



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