En la búsqueda de ofrecer lecturas que aviven la llama lectora he recordado una novela maravillosa sobre la que aún no he escrito, pese a haberla releído ya un par de veces. Se trata de «Avenida de los misterios» de John Irving, una historia desgarradora que se amolda a la línea de las recomendaciones del ciclo “Las repeticiones”.
Si te gusta puedes conocer otras historias que han pasado por este ciclo, tales como «Diario de un mal año» de J.M Coetzee, «Cuentos reunidos» de Cristina Peri Rossi o «Escenas de la vida rural» de Amos Oz.
Entre la ternura y la crueldad
La fiereza con la que Irving construye historias es conmovedora. Al zambullirte en ellas es como si perdieras la noción del tiempo y de la realidad. Todo se transforma, porque hay una intensidad tal en la vida de sus personajes que resulta que nada puede ser más importante que lo que a ellos les está ocurriendo en ese momento, justo ahora.
En «Avenida del misterio» nos encontramos con Juan Diego, un escritor mexicano que reside en Iowa desde hace mucho tiempo y que emprende un viaje a Filipinas para dar una charla sobre su obra. En el camino conoce a dos mujeres, madre e hija, con las que entabla una estrecha relación. Serán ellas los detonantes para que se acerque a su interior e intente rescatar lo que ha quedado de aquel niño visionario que supo ser.
De forma magistral, Irving, nos muestra cómo habiendo llegado a la madurez de su vida, Juan Diego es incapaz de sobreponerse al pasado (aunque se halle completamente convencido de haberlo superado). Y justamente en este viaje comienza a recuperar situaciones, recuerdos e imágenes de su infancia, cuando era un niño del basurero, e intentará responder por qué a él le tocó sobresalir y salvarse de aquel entorno donde la miseria y la violencia eran moneda corriente.
Pese a todo en ese infierno, Juan Diego aprendió a leer solo y la lectura le permitió soñar con otra vida posible. Su relación con su hermana, con una cierta habilidad para leer el pensamiento de los otros y una cierta anticipación del futuro, fue uno de los motores que le ayudó a sobrellevar esa tristeza. Pero la vida le depararía un dolor mucho mayor, el que ha intentado taponar pero que comienza a resurgir y se le muestra íntegro. Sobre todas las pérdidas y la transformación del dolor se detiene Irving para construir esta novela magistral.
La literatura de Irving
La Avenida de los misterios es una larguísima novela a la que no le sobra nada. Curiosamente una de las críticas que leí cuando salió hace unos años es que sufría de «poca poda». Sin duda, este Irving no se parece en nada al de «El mundo según Garp» donde cada palabra parecía imprescindible, donde la estructura buscaba (o exigía) una precisión que en el nuevo Irving parece no existir; sin embargo, creo que decir que la lectura se vuelve densa es poco acertado. En mi caso, disfruto mucho de sus extensos párrafos, de sus páginas en las que cada imagen, cada diálogo, cada sensación parece estar ahí por algo, y te sirve para comprender por qué Juan Diego es como es y qué cosas podrían haber sido distintas en su vida.
En la obra de Irving es difícil no ver luz. Aún en medio de la tristeza hay humor y ciertas chispas de ternura; parece que nunca nada está perdido aunque a simple vista lo esté. Juan Diego, que lleva años encerrado, intentando volcarse a la escritura pero incapaz de salvarse de su propio monstruo, es consciente de pronto que lo que creía que controlaba se escapa de él, y que el pasado que creía superado de pronto se vuelve real, imposible de olvidar, inconquistable.
En «Avenida del misterio» descubrimos toda la potencia de uno de los narradores americanos más fascinantes de nuestro tiempo. En él el gusto por lo clásico, que se nota en los tiempos del contar, que nada se parecen a las novelas actuales breves y casi siempre insulsas.
Una de las cosas más fascinantes de Irving es su capacidad para demostrarte que su universo es absolutamente realista y creíble, aunque no lo parezca. Y lo consigue al lanzarse a la construcción de una historia con elementos que habitan el imaginario colectivo de la infancia, donde todo puede ser real, incluso la posibilidad de que una estatua cobre vida.
Sin duda, «La avenida de los misterios» es una novela que no deberían dejar de leer.
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