Seguimos rescatando libros del desván. Obras que no podemos dejar de leer, historias que pueden cambiarnos la vida de un instante al siguiente. En esta oportunidad se trata de «La balada de los ahorcados» de François Villon. ¡Seguro que estarán de acuerdo conmigo con que es un libro que sí o sí tenía que estar en nuestro ciclo El desván de los libros perdidos!
Villon es uno de los poetas franceses más importantes del siglo XV; quien compaginaba su escritura con robos y asesinatos y en el tiempo restante se daba a la bebida y al juego. «La balada de los ahorcados» es, sin lugar a dudas, su obra más impresionante la cual tuvo la particularidad de haber sido escrita mientras Villon estaba en una prisión de París esperando a ser ejecutado. De toda esa obra se destaca la famosa frase: “Mañana al fin sabré lo que mi culo pesa”.
Niño sin padres que se hace ladrón
François Villon nació en París en 1431 y desapareció en 1463. Condenado a la horca, dedicó su última noche a dejar plasmadas las experiencias de quienes esperan a ser ejecutados; en un libro potente que es «La balada de los ahorcados».
De su vida poco se sabe; sólo se tiene la idea de que fue un hombre desprolijo en sus acciones, arrestado en varias ocasiones por promover el desorden público y a quien, finalmente, condenaron por sus irregulares actos. Para muchos, sin embargo, al margen de su vida privada, fue el mayor puntal de la poesía maldita por la que se decantarían Verlaine, Baudelaire y tantos otros franceses en el futuro.
Otro dato relevante de su vida es que se crió con el maestro Guillaume de Villon, debido a que su madre después de haber enviudado sintió que no podía hacerse cargo correctamente de la educación del niño. Este hecho sin duda marcó a fuego la personalidad de François a quien siempre le costó confiar en los demás y que nunca pudo estabilizarse como una persona adulta.
Y aquí viene uno de los elementos más misteriosos de su vida; la noche previa de su ejecución Villon se dedicó a escribir «La balada de los ahorcados», texto que se encontró en su celda; no obstante, se dice que se le conmutó la pena y que no fue ejecutado. A partir de ahí su imagen se disuelve; desaparece todo rastro de él. ¿Fue realmente asesinado? Parece que el destino no quiere que lo sepamos.
La obra de Villon fue despreciada e ignorada en su época y recién un siglo más tarde fue recuperada. Al acercarnos a ella descubrimos una fundición humana entre la tristeza y la apatía; entre la rebeldía y la necesidad de un territorio segura; entre la felicidad y la más absoluta desolación.
Villon es un personaje imprescindible de la literatura francesa que supo poner a prueba los principios básicos de una época estructurada y renovar la poesía de su tiempo.
La muerte que ensombrece
En el extenso texto Villon cambia de tono de un instante al siguiente; aferrándose con la misma entereza al humor y a la sátira que al desdén, al dolor y a la desesperación.
Para muchos es la obra más cargada de pateticidad y a la vez de autobiografía; aunque también habría que decir, la obra más sincera y más llena de contradicciones. ¿Acaso algo construido por el ser humano puede no contar con elementos contradictorios?
El legado de Villon se compone de varios textos escritos en verso entre los que cabe destacar «El testamento», «El debate del corazón y el cuerpo» y «Epitafio Villon»; en todos ellos se percibe una visión profunda y rasurante de la muerte, descrita con un realismo obsesivo.
Villon se detiene tanto a hablar de la propia muerta como del hueco que deja la muerte de los seres queridos; y basta introducirse un poco en su biografía para comprender el trasfondo de este elemento en su vida. Un niño huérfano que roba y que es condenado, y todavía es un niño y que escribe la balada más punzante y humana que pueda dar la poesía de su tiempo. Otro rescatado de nuestro desván de los libros perdidos.
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