Dentro de la conocida Generación del 98 se encuentra enmarcado el autor que ahora nos ocupa: Pío Baroja. Un escritor vasco que consiguió convertirse en un auténtico referente del panorama literario de aquel momento y que logró que su estela llegara hasta nuestros días para pasar a ser un referente tanto para el público como para otras plumas.
En concreto el género que cultivó con más entusiasmo fue la novela, que tantos éxitos y reconocimientos le otorgó en vida. Si aún no has tenido la oportunidad de poder descubrir su bibliografía te recomendamos que empieces por el libro titulado Los últimos románticos.
En el año 1906 se publicó aquel, incluido dentro de su trilogía llamada “El pasado”, que toma como punto de partida la llegada de Fausto Bengoa a París.
Un viaje este que es realizado por el protagonista de la obra para poder visitar a una vieja amiga de la familia y que le llevará a disfrutar de una ciudad diferente y de una sociedad también muy distinta a la española. De ello también aprenderá mucho la hija del protagonista (Asunción) pues llegará a la capital francesa con el claro propósito de ejercer de dama de compañía de la señora mayor.
Estancia, por tanto, muy enriquecedora tanto para el padre como para la hija que irán estableciendo relaciones con los parisinos e incluso con un joven español que ha emigrado y que pasará a ser alguien muy importante en sus vidas.
Viajes enriquecedores
Cómo va evolucionando la estancia de estos dos personajes en París, tras la muerte de la anciana, es, por su parte, la trama entorno a la cual gira la novela titulada Las tragedias grotescas, que vio la luz en el año 1907.
En este caso podemos comprobar que Fausto y su hija Asunción cuentan también con la compañía del resto de la familia. La madre y la vástaga más pequeña han decidido trasladarse con ellos a París y su llegada revolucionará el día a día de aquellos. Y es que las aspiraciones de la esposa harán que el hombre llegue incluso a perder a sus amistades, las que le han servido para tener ilusión y felicidad en tierras galas.
Todo esto sucede mientras se va gestando y desencadenándose uno de los acontecimientos más importantes del país francés en el siglo XIX: la Comuna de 1871, que fue una insurrección que durante unos meses gobernó aquel bajo un sistema de tipo autogestionario.
A estas dos novelas citadas de Pío Baroja habría que añadir otras de indudable factura y calidad como es el caso de Camino de perfección (pasión mística), que se publicó en el año 1902. Un trabajo interesante este que muestra la sociedad española del momento en toda su plenitud: el descontento que la asolaba, su pobreza, la presencia de la religión…
Un joven llamado Fernando Osorio es el protagonista de dicho relato. Se trata de un hombre que se encuentra absolutamente desanimado y con un estado vital muy bajo por lo que decide realizar un viaje para intentar superar ese trance.
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