La Dama Blanca e Isabel de Baviera (Sissí). Mujeres protagonistas

La muerte de Ana María Moix me ha llevado a recuperar sus libros y a empaparme nuevamente de su fina prosa. Acabo de releer «Vals negro» y me ha devuelto inmediatamente a la infancia, a esa época en la que leía afanosa las aventuras de aquella emperatriz llamada Sissí.

La novela de Moix comienza con el encuentro entre dos damas: la dama blanca y la dama negra; cuando esta última es asesinada de forma violenta cuando está a punto de subir a bordo de un vapor que la llevará a Montreaux. A partir de ese momento, la autora nos lleva en un viaje en el tiempo, hacia un Olmutz vienés de 1848; es decir, 50 años antes.

He pensado que Isabel de Baviera era un interesante personaje para nuestro ciclo de Mujeres Protagonistas.

La Dama Blanca y los Habsburgo

La dama blanca de Hofburg, es una figura que se encuentra sumamente ligada a la familia de los Habsburgo. Se trata de la imagen de una mujer que aparece cada vez que está por ocurrir una desgracia que acabará con la vida de uno de los integrantes de la familia imperial. Representa un aviso para aquél que está por morir, dándole tiempo para ordenar las cosas antes de despedirse de esta vida.

Este personaje ha vagado por los corredores de la Hofburg e incluso se la ha visto en otros lugares. Elisabeth o Isabel de Baviera (la famosa Sissí) la vio a orillas del lago Léman, poco antes de que Luigi Luccheni la asesinara. Se dice que no fue, sin embargo, a su asesino a quien vio primero sino a la dama blanca, a quien buscaba desde hacía tiempo:

¿Quién era la Dama Blanca?

Cada vez que me encuentro con un personaje llamativo me gusta indagar en su pasado. ¿Qué cosas lo llevaron a convertirse en ese individuo? Al encontrarme con este personaje icónico, la Dama Blanca, que irrumpe en la vida de los Habsburgo para anunciarles una triste noticia, pensé ¿qué cosa habrá hecho en su vida para convertirse en una imagen de mal agüero? La respuesta estaba a la vuelta de la esquina: una vida desgraciada.

Perchata Von Rosenberg era la hija de Ulrich II. Una joven hermosa que gozaba de una esplendorosa salud y un ingenio llamativo para su época. Su vida cambió rotundamente cuando su padre la obligó a casarse con Jan Von Lichtenstein, un poderoso hombre perteneciente a la nobleza que parecía prometerle una vida llena de comodidades.

Lo que este padre ilusionado no sabía es que el día que consolidó esa boda, envió a su hija a vivir con un hombre violento y cruel que la condenó a vivir encerrada, sin amor y muerta en vida. Como era propio de la época, el marido era quien lo decidía todo y, de acuerdo a la moral de entonces, la mujer no podría ni soñar con abandonar a su esposo, aunque él la tratara con violencia y la expusiera a toda clase de vejaciones.

Finalmente el esposo falleció y la joven regresó a vivir con sus padres. No obstante la experiencia vivida no se le borró jamás y nunca más volvió a sonreír. Lentamente se fue apagando: primero sus rizos del color del oro se volvieron blancos, más tarde la límpida mirada se opacó y finalmente su cuerpo se marchitó. Durante sus últimos años de vida se la veía deambular por el castillo escondida en un velo blanco. Murió cuando todavía era muy joven, cubriendo de tristeza todo el reino.

Se dice que los pobladores jamás abandonaron el luto y que las personas más sensibles podían verla todavía en las ventanas del castillo de los Rosenberg. La joven, a la que comenzaron a llamar la Dama Blanca por su atuendo, se aparecía por el castillo con un manojo de llaves en la cintura y venía a anunciar los eventos futuros: si se la veía con una sonrisa, eran buenas noticias; si en cambio, traía unos guantes negros y el rostro solemne, la noticia era mala y generalmente estaba relacionada con la muerte de alguna persona allegada a aquél a quien se le aparecía.

Sissí y la Dama Blanca

Esta historia se fue volviendo popular y, al día de hoy, muchas personas aseguran haberla visto. No obstante, su presencia en la familia Habsburgo sí que resulta curiosa. Tal es así que fue encontrada en reiteradas ocasiones por diferentes integrantes de la familia, cuando un acontecimiento dramático estaba por sacudir la estabilidad de la misma. Se vio cuando Carlos I de España y V de Alemania (hijo de Juana I de Castilla) murió en Yuste, cuando María Teresa de Austria estaba por fallecer la dama se apareció a su esposo; también visitó a María Antonieta, cuando estaba por ser guillotinada en París y también cuando Sissí iba a ser asesinado por ese fanático italiano.

«Vals negro» es una interesantísima novela para acercarnos a la vida de Sissí y a su conexión con la Dama Blanca. Por lo visto, esta monarca no le temía a la muerte; de hecho, durante muchos años no había hecho otra cosa que perseguir a este espectro, ¿buscando que se la llevara consigo, tal vez?

«Vals negro», de Ana María Moix

Pienso en esas novelas infantiles donde Sissí era algo así como una Cenicienta o una Princesa de Disney y más admiro el trabajo de Moix: desmitificando por completo esa vida color de rosas y mostrándonos a una mujer totalmente rebelde frente a una vida que no le parece justa y que busca por todos los medios romper con la hipocresía del mundo que la rodea.

Una vez más nos encontremos frente a una mujer incomprendida por su tiempo, que manifiesta unos ideales nobles que la llevan a quedar desubicada en su entorno.

Isabel es una joven que es obligada a contraer matrimonio, contra su voluntad (cree que el matrimonio es una cárcel, de oro, pero cárcel al fin), y se rebela con todas sus fuerzas para que no la conviertan en una princesa. Está convencida de que la Institución Monárquica debe morir, y se siente identificada con una ideología republicana. Tal es así que se acerca a los más desfavorecidos y les ofrece su ayuda.

De una forma extraordinaria, Ana María Moix nos presenta a Sissí Emperatriz del modo más humano que podamos haberla imaginado o leído antes. Es ésta una obra que les recomiendo muchísimo si desean acercarse a este personaje.

Y termino con una frase de este libro. A propósito de Sissí, de la Dama Blanca y de la muerte.