Jane Bowles: Entre el alcohol, el sexo y la literatura

Jane Bowles: Entre el alcohol, el sexo y la literaturaNo en vano se han escrito páginas y páginas en torno a la relación que literatura y alcohol mantienen desde tiempos antiquísimos. Sin duda hay todo un género bien identificable que germina de ese binomio.

Muchos autores por diferentes circunstancias se apoyaron en la bebida para huir de sus problemas: en algunos casos para ocultar la vergüenza, como le ocurrió a Elizabeth Bishop; en otros, para apagar la angustia. Algunos de esos escritores alcohólicos hicieron de la bebida una parte ineludible de su escritura, tal es el caso de Ernest Hemingway. El alcohol fue para casi todos la ineludible compañía que hizo posible (o imposible) la vida. Para Jane Bowles fue también su perdición.

Cuerpo enfermo, alma inquieta

El 22 de febrero de 1917 llegaba a este mundo en el seno de una familia judía, Jane Auer, en una Nueva York que comenzaba a despuntar. Siendo pequeña, Jane enfermó de tuberculosis y por consejo de su médico, su madre la llevó a Suiza para que se recuperase. Cuando regresó a Nueva York era ya una adolescente inquieta, deseosa de comerse el mundo. Comenzó así a codearse con el ambiente bohemio de la luminosa ciudad y a vivir sus primeras experiencias sexuales y literarias.

Sobre Jane Bowles se ha escrito mucho. Es una autora enigmática de la que sabemos bastante poco. Una mujer adelantada a su tiempo que se lanzó de cabeza al mundo de la literatura publicando una obra estrepitosa como fue «Dos damas muy serias», atrevida historia lésbica en un mundo machista donde todo lo que se alejara de los cánones patriarcales no sólo era puesto en tela de juicio sino, aniquilado.

Jane era atrevida y escribía con una extraña pulsión; la misma que ponía en sus relaciones. Si su cuerpo la hubiera acompañado un poco más, quizás su alma habría sabido explorar mejor su propio fondo y quién sabe con qué más se habría encontrado. Pero su cuerpo frágil dio el brazo a torcer. Y en esto la bebida y sus coqueteos con las drogas también colaboraron. Bowles resistió como pudo, hasta el 4 de mayo de 1973, un día gris en Málaga y en la literatura.

Jane Bowles: Entre el alcohol, el sexo y la literatura

Gigante, apasionada, activa

La bebida no fue una compañera que ayudara a Bowles a comprender quién era realmente; más bien colaboró con su aniquilamiento. El fervor con el que se entregó al consumo de alcohol sólo es comparable con la pasión que puso en la escritura y en el sexo. Pero en este caso, fue una decisión que paulatinamente fue afectando su salud; tal es así que a los cuarenta años sufrió un derrame cerebral que marcaría el inicio de su decadencia física.

Pese a su empeño por tratar sus diferentes flaqueos de salud, su cuerpo ya había comenzado a despedirse. Su alma, sin embargo, continúo trabajando de forma inquieta y apasionada hasta las últimas consecuencias.

El verdadero enemigo de Bowles no fue el mundo descortés e indiferente a la creación de las mujeres (aunque hubo algo de eso también). Su peor enemigo fue ella misma; su incapacidad para apreciar su propio talento y obligar al mundo a doblegarse ante sus letras, en lugar de hacerlo ella. Bowles que tuvo una última etapa de innumerables conflictos morales (potenciados por las monjas que cuidaban de ella en la clínica en la que se hallaba internada) nunca llegó a convencerse de lo que había creado y por eso la literatura nunca fue suficiente para ella. Entonces, se explica esa pasión que puso en aferrarse a la bebida.

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La lucidez de Bowles

Bowles, que pasó sus últimos años en esta ciudad que piso, cuyo cuerpo se encuentra enterrado en el cementerio de San Miguel y paseo por la mismísima Calle Larios, antes de las tiendas de ropa y de las luces navideñas, es sin duda una autora imprescindible de la literatura anglosajona; una mujer que denunció el maltrato y la desigualdad de un mundo machista y que encontró en la bebida la única aliada para esa soledad de los que se saben ajenos al mundo, raros, desubicados.

Literatura, sexo y alcohol eran las tres palabras que despertaban la pasión de Jane, y si venían combinadas, mejor aún. Pero con una salud tan frágil, llevar una vida tan al borde de los límites no fue sin duda una buena decisión y por eso la vida se le fue de las manos, tan joven.

Jane era una mujer de una vitalidad asombrosa que, pese al sufrimiento del cuerpo y el alma, vivió intensamente cada proyecto literario al que se abocó, con la ilusión de una niña. Como esa joven adolescente que de pronto descubriera en su ciudad natal un universo nuevo donde placer e intelecto podían combinarse con maestría haciéndola vivir momentos únicos. Nos queda su literatura, llena de contundencia y de lucidez (esa clarividencia que intentó ahogar en el):

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Jane Bowles: Entre el alcohol, el sexo y la literatura

Comentarios2

  • Rapsodico

    La dependencia del alcohol es terrible. Esperemos no llegar nunca a esos extremos y mitigar los naufragios con más lecturas ;). Un abrazo, amiga Tes.

  • Francisco Gaitan Downs

    por dicha tengo 11 años sobrio.



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