Aunque puede parecer pretencioso comenzar este artículo citando a uno de los cuentistas más impresionantes de esta época, creo que puede darme el hilo que necesito para encarar la labor en la que me he metido. Y, aunque tampoco sé si llegaré a buen término, espero mínimamente alcanzar la suficiente claridad y no irme por las ramas, cosa que me ocurre más a menudo de lo que quisiera.
Entre paréntesis; el fragmento de Neuman pertenece a su relato «Antes del léxico». No dejo de leerlo y reelerlo, y continúa maravillándome como la primera vez. ¡No se lo pierdan!
Para poder comprender a fondo la naturaleza del cuento y el relato es importante hacer un pequeño viaje a su historia. Acercarnos a lo que les dio origen y encontrar en qué fundamentos se basan sus rasgos más característicos.
Los cambios en la estructura del cuento
No se puede saber a ciencia cierta cómo y dónde surgió. Desde tiempos muy antiguos, este tipo de narración forma parte de la cultura popular de cientos de pueblos. Y desde quién sabe cuando es una más de las herramientas con las que cuentan las sociedades (antes de ser denominadas como tales) para poner en palabras los deseos, sucesos y ocurrencias propias de la existencia.
A lo largo de la historia el cuento ha ido sufriendo diversas transformaciones. En la actualidad nos guiamos por una estructura moderna del cuento. Entre los autores más influyentes, a quienes se hace responsable de estos cambios, se encuentran Edgard Allan Poe y Anton Chejov.
La labor de Poe fue inaudita. A partir de él, el cuento adquirió una concepción teórica inimaginada hasta el momento. Permitió la renovación del género y, sobre todo, consiguió que este tipo de construcción literaria fuera tomada en cuenta como un género narrativo más.
El cuento posee una ventaja sobre la novela, que mal utilizada puede convertirse en una desventaja, la brevedad. En un tiempo corto, el autor tiene que hacer buen uso de las palabras para, en esa fugacidad estructural, manifestar intensamente lo que desea que llegue al lector.
¿Por qué surgen las historias?
¿Dónde surge esa necesidad de contar historias? A lo mejor es uno de esos interrogantes que nunca terminaremos de responder. Pero si buscamos una explicación podríamos decir que esa sed de conocer y de saber más es lo que nos lleva a la creación narrativa; en ese punto en el que ya no encuentra respuestas, el ser humano comienza a fabular e inventar sus propias ficciones.
En sus orígenes, el cuento era una construcción oral que se transmitía de boca en boca. Y, esta tradición aún se mantiene, tal es así que todos en nuestra infancia hemos escuchado cuentos con los ojos bien abiertos. Algunos nos los leían, otros nos los contaban, pero todos obraban en nosotros un candor hipnótico que nos hacía necesitarlos.
Por eso para entender el origen del cuento tenemos que retrotraernos a nuestra propia infancia. Viajar a esa realidad en la que todo era posible y en la que la realidad se construía en base a las historias que nos contaban. ¡Ese tiempo feliz en el que el cuento era más importante que la propia realidad!
De hecho, creo que si analizamos la edad adulta de cada persona podemos entender qué tipo de cuentos infantiles le formaron. Y en ese rastreo de las primeras lecturas, analizar más a fondo lo intrínseco en la psicología de cada individuo.
Cuentos imprescindibles para entender cada etapa de la historia
Si quisiéramos hacer un viaje a lo largo de la historia del cuento y de su estructura, podríamos leer las siguientes obras (son tan solo algunos ejemplos de las obras de cada período).
- Edad Antigua: «La matrona de Éfeso» de Petronio
- Edad Media: «Cantar del Mio Cid» y «Los cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer
- Siglos XVI a XVIII: «Fábulas» de Charles Perrault, «Los viajes de Gulliver» de Jonathan Swift
- Siglo XIX: «La máscara de la muerte roja» de Allan Poe, «La terrible venganza» de Nicolai Gogol y «El niño de la bola» de Pedro Antonio de Alarcón
- Siglos XX y XXI: «Es que somos muy pobres» de Juan Rulfo y «El hombre muerto» de Horacio Quiroga, «Vidas instantáneas» de Andrés Neuman y «La muerte y la niña» de Juan Carlos Onetti.
Como ya lo he dicho, la llegada de Allan Poe significó un punto de inflexión rotundo para el cuento. Fue el responsable de la expansión del cuento hasta esos espacios de la imaginación jamás tocados por la narrativa; plasmando la realidad a través de un simbolismo auténtico. Y consiguiendo que realidad y fantasía llegaran a confundirse.
Se considera que con Poe se inicia el cuento moderno, al introducir una trama engañosa y laberíntica. Posiblemente, su cálculo preciso (todo tiene sentido y correlación, los elementos se encuentran conectados siempre, aunque a veces no de forma clara y directa) es uno de los aspectos que más llama la atención. Un análisis profundo de sus construcciones puede ser de mucha ayuda para los que se inician en la creación narrativa.
Después de Poe, el cuento dio un giro rotundo. Y él abrió el camino para el surgimiento de otros autores considerados también renovadores del género. Entre ellos es obligado citar a Anton Chejov y Nikolai Turgueniev. Su mayor obsequio para el género fue la vuelta al realismo pero saliéndose de la estructura narrativa tenida como correcta para el cuento. Ambos asumen que los relatos reflejan la propia vida y que, si en ella no existen límites y estructuras tan fijas para el acontecer de los hechos, ¿por qué habría de haberlos en el cuento? ¡Nuevamente el género se modifica!
La novela siempre se ha mantenido (erróneamente) en una estructura de la que pocos autores han sido capaces de salirse; relegada a un círculo bastante limitado de diversidad. El cuento, por su parte, se ha renovado y, al igual que lo hace el lenguaje , ha sido capaz de amoldarse a las diversas realidades, creciendo y aprendiendo como lo hacen las sociedades. En este punto reside su mayor cualidad y lo que lo vuelve imprescindible: en el hecho de poder modificarse y metamorfosearse en la misma medida que lo hacen las estructuras sociales. Y en esto se diferencia enormemente de la novela y se vuelve tan o más necesario que ella.
Y para terminar, les recomiendo este cuento de Andrés Neuman. ¡Qué mejor forma de terminar este pequeño homenaje a los relatos que compartiendo uno bueno, ¿no?!
Comentarios1
Bonito artículo para saber un poquito más sobre el cuento y el relato breve. Fantástico relato de Neuman para cerrar.
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