Lo confieso: con Dan Brown no puedo. Lo he intentado varias veces, pero no hay manera. Desde el exitoso lanzamiento de «El código Da Vinci» hasta el día de hoy, Brown es una de las figuras literarias más mediáticas de la literatura americana.
Pero no es por eso que no pueda leerlo. A veces, surgen libros que se ganan la popularidad y el apego de la gente y que resultan ser realmente buenos… No puedo leerlo porque me parece un autor sumamente aburrido, que suele irse por las ramas y que al fin de cuentas no tiene la precisión que uno espera encontrar.
Pese a todo, Brown continúa ganándose millones de aplausos y apogeos. E incluso, en su reciente estadía en Madrid, fue tratado con mucho mimo por el público español, como si de una estrella de rock se tratara. La pregunta es, siendo que Dan es tan odiado por la crítica ¿cómo se las arregla para ser tan popular?
La crítica no aprecia a Dan
Que la crítica no quiere a Dan Brown es un hecho. Y, aunque tampoco creo que debamos dejarnos guiar por ésta que muchas veces (casi a razón del 60 y más por ciento) la pifia bastante fiero, en este caso debo decir que estoy de acuerdo.
Con este último libro la crítica ha exacerbado su especial recelo con este autor, despotricando especialmente contra los fines comerciales de su trabajo.
Jake Kerridge, por ejemplo, del diario Dialy Telegraph, opinó:
De todas formas, no todas las críticas son malas, en el New York Times se publicó una reseña que dice que Brown termina dejando numerosas pistas sobre el propio Dante y jugando de forma curiosa con el tiempo, la identidad e incluso tocando temas muy ajenos a la época de la Divina Comedia, como la medicina futurista.
El infierno en la tierra
El comienzo de Dan Brown fue de un éxito arrollador. Con «El código Da Vinci» conquistó en breve el primer puesto de ventas en todo el mundo y ésta, se convirtió en la novela más vendida de los últimos 30 años. Posteriormente publicó «El símbolo perdido», con la que no le fue tan bien, aunque tuvo bastante éxito. Con «Inferno» lo que busca es reconquistar a los lectores que hayan podido descarrilarse. De momento lo está consiguiendo, veremos cómo continúa.
La última novela de Brown, vuelve con el protagonista de su Código Da Vinci. Y, aunque esta vez se aleja de los personajes eclesiásticos para acercarse al distinguido texto «La divina comedia» de Dante Alighieri, no difiere tanto a lo hasta ahora conocido.
Un dato curioso es que, por temor a que el contenido del libro fuera revelado, los traductores contratados para pasar la historia a otros idiomas debieron trabajar en una especie de claustro. Lo hicieron en un complejo subterráneo de la ciudad de Milán, custodiados por las medidas más estrictas de seguridad.
Incluso se les confiscaron sus teléfonos móviles y el acceso a Internet era controlado rigurosamente. Además, cada noche debían entregar los manuscritos y todas las notas que hubieran tomado. Y, acompañados por los mismos guardias, eran devueltos a los hoteles en los que se alojaban en minibuses evitando en cualquier momento el contacto con el exterior. Una cosa un tanto extraña ¿no lo creen?
¿Por qué lo hizo? Hay muchas preguntas que podemos hacernos. Lo hizo para darle a la historia más relevancia de la que en realidad tenía, porque temía que se le hundiera el «negocio» o «chiringuito»… o incluso que lo hizo para propinarle a la propia vida ese halo de misterio que le gusta tanto en sus historias a la propia vida… Sea como sea, con esto lo que consiguió fue que se hablara todavía más de él y de su próxima novela y se generara una gran expectación en torno a la misma. Claramente, sabe cómo actuar para ser el protagonista fundamental.
La pieza que faltaba
Pero los libreros sí le quieren. Y, posiblemente, en el empeño que ellos ponen por vender sus obras reside gran parte de la popularidad de este personaje, para muchos siniestro para la literatura.
Desde que se dio a conocer la llegada de la última obra de Brown al mercado de los libros, las librerías de todo el mundo se encargaron de distribuir carteles y avisar a la gente de semejante arribo.
Y los fans, esos otros responsables de esta extraña fama, pusieron de su parte para esparcir todavía más la noticia. Y recibir al autor en las diversas presentaciones.
Y es que la literatura de Brown, pese a ser mala, es una de las apuestas más seguras para el mercado, en decadencia por obvias razones. Tal es así, que las ferias del libro se pelearon por tener la exclusiva…
En la feria del libro de Madrid, hace apenas unos días, una fila de cientos de personas deseosas de encontrarse con Brown atiborraron las calles. Solo querían verlo y de pedirle un autógrafo. Y de este modo, lo convirtieron en uno de los protagonistas de la feria. Consiguiendo, que una vez más, todos hablaran de Brown… como ahora lo estamos haciendo nosotros.
Y mientras yo escribo y ustedes leen, en cientos de rincones de todo el planeta habrá gente leyendo «Inferno» y buscando obras anteriores.
Porque Brown tiene eso, que consigue adeptos vaya a donde vaya. Su fórmula de agresividad y de crítica a mansalva continúa sirviéndole, y aunque todos sus libros se parezcan, es decir, aunque sean la misma exacta historia modificada en pequeñas proporciones, continuará vigente. Llenándose los bolsillos en un mercado que cada vez apuesta menos por la literatura y más por los productos.
Brown sabe dónde pisar para llegar lejos. Es lo que siempre hizo y es lo que hará. Si les gusta, pueden continuar leyéndolo. Pero, nunca está de más decir las cosas como son y atenerse a las consecuencias. ¿No les parece?
Comentarios2
Cuando salió el Código Da Vinci le pregunté a mi profesor de Griego si pensaba leerlo y su respuesta fue: Ya soy muy viejo para perder mi tiempo en ese tipo de novelas. Aún así la leí, solo para darle la razón. No he llegado a su edad, pero seguramente hay tantos libros de un valor literario tan superior que creo será mejor utilizar el tiempo en ese tipo de literatura con más profundidad y esmero.
Completamente de acuerdo, Caragonr. Un abrazo y gracias por comentar. 🙂
Cuando leí la novela El código Da Vinci llegué a una conclusióon: De esta novela tan mal, se debe hacer una película muy buena. ¿ y saben qué? No me equivoqué en lo absoluto. Por lo menos, esta novela es mucho mejor que el código Da Vinci mil veces más.
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