¿Es bueno escribir escuchando música?

Siempre me han llamado la atención los escritores que afirman que no pueden escribir sin música. Mi relación con la música es algo similar a la que me une a la literatura (lectura y escritura) es decir, obsesiva. Soy de las que se sientan a escuchar frente al reproductor y fijan la vista en él como exigiéndole explicaciones para tanta belleza. De todas formas, también en determinadas situaciones la música me ayuda a trabajar. Cuando escribo textos con un hilo que ya se encuentra bien determinado me gusta sentir la compañía de ciertos cantantes y músicos. Cuando leo o escribo poesía o narrativa, sin embargo, necesito silencio. Sobre el silencio en la escritura y las extrañas relaciones que establecemos entre música y literatura escribo hoy.

El silencio, el ritmo y el lenguaje

Una de las necesidades que los lectores compartimos cuando nos enfrentamos a la lectura es el silencio. Cada tanto, cuando algo nos conmueve, nos hace pensar o incluso nos llama la atención, detenemos nuestra lectura y levantamos la vista o cerramos los ojos. Entonces nos encontramos con el silencio que es una de las maravillas más lindas que nos ofrece la lectura. En ese hueco vacío de palabras nos conectamos con nuestro interior y con las emociones que nos sugiere aquello que estemos leyendo.

Si estamos escuchando música, ya no hay silencio. El silencio de la escritura lo llena la música y el silencio de la música (porque ¿qué sería de ella sin los silencios?) lo abarca la lectura. Así que, posiblemente nuestra relación con ambas obras será algo reducida.

Por otro lado, no debemos olvidar que la escritura también tiene y necesita su ritmo y que para ello es imprescindible abstraerse del mundo exterior, para evitar que el ritmo del afuera perturbe la armonía del poema o relato que se esté escribiendo.

Si leemos o escribimos mientras escuchamos música es posible que se desarrolle en nuestro interior un mejunge de ritmos, emociones y marismas que no devenga en nada productivo.

En lo que respecta al lenguaje es importante señalar que la música no sólo tiene un lenguaje cuando está cantada (la letra de los temas) sino que incluye un lenguaje de comunicación que es la escritura musical (esté escrita o no). Sin él, no existiría la música. Este lenguaje es mucho más exacto y tiene exigencias rotundas que deben cumplirse para que el mensaje que quiere dar una determinada canción se ejecute adecuadamente.

El lenguaje de la escritura es diferente: por momentos también muy exigente. Ambos se acercan por momentos pero se caracterizan por tener sus propios códigos y necesidades y por imponer sus matices. Si escribimos mientras escuchamos música es posible que la contradicción de los lenguajes nos lleve a no encontrar la forma de decir lo que queremos y, al final, lo que en teoría debería ayudarnos termina siendo un problema para nuestra creación.

¿Si lo dice Cortázar..?

Para Cortázar leer y escuchar música es ser irrespetuoso por partida doble: con el autor y con el compositor. El autor de «Rayuela» consideraba que la atención hacia el arte debe ser intensa y exclusiva para cada obra-disciplina, porque de lo contrario no se puede establecer una relación comprometida. Seguramente, muchos de ustedes no compartirán estas palabras. Por mi parte, si bien estoy de acuerdo, también creo que la forma en la que cada uno se relaciona con el arte es muy relativa y que para ello no existen recetas.

Leer mientras escuchamos música a la larga puede derivar en no hacer ninguna de las dos cosas. Si bien la mayoría de nosotros es multitarea (y cada vez más, dadas las exigencias de nuestro tiempo), si realmente queremos esforzarnos al máximo en cada cosa que hacemos y dar lo mejor de nosotros, lo mejor es que hagamos una cosa por vez. Probablemente todos somos capaces de escribir mientras escuchamos música pero ¿y lo que se nos escapa? ¿y lo que no somos capaces de entender o realizar por estar haciendo dos cosas a la vez? Ahora bien, ¿y si a ti te gusta el resultado de tu trabajo cuando escribes escuchando música? ¿Ven cómo todo es tan relativo? No obstante, bien podríamos permitirnos una reflexión sobre el tema para sacar nuestras propias conclusiones.

Para terminar quiero proponerles algo. Ya que es imposible saber si es bueno escribir escuchando música porque cada historia es un mundo y cada escritor una forma particular de enfrentarse al oficio, por qué no experimentamos en carne propia qué nos produce la música en la creación. La idea es pensar en un tema y escribir sobre él con y sin música a ver qué sale en cada caso. En una de esas somos capaces de dar con una escritura nueva que se acople perfectamente con la música. ¿Qué les parece?