Uno de los autores franceses más importantes de la historia de la Literatura es, sin ningún tipo de dudas, Marcel Proust que, además, está considerado como uno de los mejores escritores del mundo en lo que respecta al siglo XX. Eso se debe, entre otros muchos factores, a que apostó por crear un estilo que, de manera indudable, está marcado por el hecho de que en él toma protagonismo la conciencia.
El desarrollo de contenidos de manera no lineal o el uso frecuente de lo que se conoce como flashback también encumbraron a esta pluma a la cima del ámbito literario, donde se convirtió en un “grande” gracias, entre otras, a su heptalogía titulada En busca del tiempo perdido.
Entre 1913 y 1927 fue cuando se produjo la publicación de esta novela, compuesta de siete partes, que se ha establecido como una de las más importantes de la historia:
Por el camino de Swann (1913). Charles Swann es el protagonista de este relato que se convierte en un personaje a través del cual el lector conoce a fondo las mil y una caras que puede tener el amor. Y es que él experimenta en sus carnes tanto la felicidad como el desengaño, los celos o el dolor.
Pero no sólo eso. Con este trabajo también ahondamos en la mente y en los recuerdos de aquel como, por ejemplo, las vacaciones que pasaba en Combray con su tía-abuela Léonie.
A la sombra de las muchachas en flor (1919). El premio Goncourt fue el que recibió esta segunda parte de la heptalogía que nos cuenta cómo el narrador acude a un balneario donde conocerá a Albertine, una joven que le cautivará desde el primer momento lo que le llevará a olvidarse de experiencias amorosas pasadas. Sin embargo, ese encuentro quizás no sea nada más que una piedra en el camino para llegar a la verdad.
El mundo de Guermantes (1921). La duquesa de Guermantes es el eje central en torno al cual gira la historia de este libro lleno de misterios que sirve para dejar constancia de la realidad de una sociedad snob y llena de convicciones morales. Pero eso sólo es apariencia, pues detrás de ello se esconden un sinfín de abominables valores como la intransigencia hacia otras culturas y religiones.
Sodoma y Gomorra (1922). La vida social de la clase alta francesa de finales del siglo XIX y principios del XX también se convierte en la verdadera protagonista de este relato. Concretamente se toma como figuras referentes a Albertine Simonet y al Palamèdes, el barón de Charlus. Ambos mantienen una relación sexual en secreto y la misma se verá influenciada, en cierto modo, por la existencia de otros personajes tales como Morel, un soldado que es un prodigioso violinista.
La prisionera (1925), La fugitiva (1927) y El tiempo recobrado (1927) son el resto de obras que dan forma a esta saga, clave para entender la figura y la escritura de Marcel Proust. En ellas se intentan desentrañar todos los secretos y misterios que se han ido escondiendo detrás de los personajes que han protagonizado las mismas y que han hecho que el lector conozca la esencia del amor o el dolor de una tradición.
Pero no sólo eso, con estos libros, y especialmente con el último, también se ahonda en los entresijos de la etapa final de la vida humana y en la necesidad de reencontrarse con el pasado para cerrar heridas.
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