Cualquier persona que haya accedido a una de las novelas de la escritora chilena Carla Guelfenbein se habrá dado cuenta que el principal eje común de todas ellas es que siempre apuesta de manera contundente porque las historias giren entorno a los sentimientos. Así, en dichas narraciones es imposible que el lector no se implique en las vidas de sus protagonistas pues las sensaciones que estos experimentan consiguen atravesar las páginas físicas del libro para llegar al corazón de quien las lee.
Esto es lo que sucede, por ejemplo, en el trabajo titulado El revés del alma, que se publicó en el año 2003. En él se nos da la oportunidad de conocer a Ana, una fotógrafa chilena que después de dos décadas regresa de Londres a su tierra natal para reeencontrarse con su familia.
Con ese regreso intenta dejar atrás su vida actual y en concreto los problemas sentimentales que la tienen atrapada entre un científico y una amante aristócrata. Su incapacidad para el compromiso será la que le haga huir de Europa pero en Chile se topará con nuevas circunstancias que le complicarán aún más su vida. En concreto, deberá hacer frente a los problemas alimenticios de su sobrina (Daniela) y también a la exigencia que tiene sobre sí misma la madre de aquella, Cata.
Sentimientos del pasado
Frente a la protagonista de esta citada novela, que huye de sus sentimientos, nos encontramos con el personaje central de La mujer de mi vida, del año 2006, que hace todo lo contrario. En este caso él se enfrenta a una situación del pasado donde el amor y el dolor fueron de la mano.
La historia que se nos cuenta es la de Theo, un inglés que viaja desde Londres hasta Chile para reencontrarse con un viejo amigo, con Antonio. En la Universidad fue donde ambos se conocieron y ahora después de años sin verse volverán a estar juntos después de una sorprendente invitación del chileno.
Lo que podría parecer un simple encuentro entre amigos va mucho más allá pues al llegar al aeropuerto Theo verá que Antonio no está solo, junto a él se encuentra Clara. Una mujer que los volvió locos de amor a los dos y que hizo que, uno más que el otro, sufriera.
Ahora, al verse de nuevo, parece que el tiempo no ha pasado y que los sentimientos vuelven a seguir tan vivos como entonces.
El pasado será igualmente parte fundamental de otra de las novelas de Carla Guelfenbein: El resto es silencio. En el año 2009 fue cuando se publicó la misma que tiene como personajes principales al pequeño Tommy y a su padre, Juan.
La relación entre ellos es magnífica pero empezará a resquebrajarse cuando el niño quiera conocer la verdad de la muerte de su madre, un hecho que su progenitor intenta de todas maneras ocultarle como una manera de protegerle del dolor. Sin embargo, lo único que está haciendo es alejarle de la realidad, de la vida.
Pero no será el único frente abierto que tendrá Juan y es que, además, su actual esposa está cansada de su falta de compromiso lo que al final supondrá que ella se vea envuelta en una relación amorosa del pasado, que le hará replantearse toda su vida.
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