Toca una nueva entrega de «Fotografías literarias». En esta ocasión he elegido a Carlos Moskovics un fotógrafo húngaro-brasileño cuyas imágenes me han impactado y, sobre todo, porque tiene una sesión grupal en la que aparece Clarice Lispector que me resulta fabulosa. Además, Moskovics tuvo una carrera fotográfica variopinta y atractiva, por lo que creo que no podía faltar en este ciclo en el que vinculo dos mundos-pasiones que, de alguna forma, siempre se han tenido un amor correspondido: fotografía y literatura.
Si te gusta el ciclo te invito a leer las entregas anteriores donde escribí sobre Antony Armstrong-Jones y Louise Dahl-Wolfe.
De la migración al espectáculo
Carlos Moskovics nació en Hungría el 10 de abril de 1916. Sus padres, Samuel Moskovics y Rosa Newman Moskovics, decidieron emigrar al Continente Americano. Llegaron así a Brasil el 27 de noviembre de 1927, donde se quedarían desde entonces. Carlos pasó en Brasil el final de su infancia y el resto de su existencia; de hecho, en 1948 se naturalizó brasileño.
Si bien siempre tuvo una conexión con las artes gráficas, su pasión por la fotografía la descubrió en su adolescencia. A los 14 años comenzó a trabajar de asistente para un fotógrafo, y el oficio le fascinó. Entonces empezó a dedicarse a él también en sus ratos libres. Carlos Moskovics es uno de los fotógrafos brasileños más interesantes y se le conoce por haber desarrollado una carrera prolífica y prestigiosa.
Después de realizar varios trabajos como ayudante de otros fotógrafos fue contratado por en el Estudio Rembrandt, donde continuó aprendiendo y ganándose el espacio hasta que en 1942 fundó su propio estudio de fotografía. En este nuevo peregrinaje realizó retratos para importantes figuras del espectáculo brasileño, entre los que se encontraron Ziembinski, Sérgio Cardoso, Fernando Torres y Henriette Morineau, entre muchos otros.
Se interesó por el teatro y montó numerosas muestras en las que exponía imágenes de lo que se estaba haciendo en materia teatral en Brasil. Obras como «Vestido de novia» de Nelson Rodrígues fue fundamental en la vida del fotógrafo, porque a partir de ese momento nacería una admiración y un respeto mutuos, que les llevaría a realizar numerosos trabajos en equipo.
Se cree que si se pudiera reunir el archivo completo de Moskovics en un mismo sitio se tendría casi doscientas mil imágenes. Entre ellas se destaca su voluminoso trabajo dedicado al mundo del espectáculo. Gracias a Moskovics se tienen imágenes de los estrenos de algunas de las obras de teatro más importantes del siglo XIX en Brasil. La mayoría de las historias de Rodrígues, por ejemplo, contaron con la ilustración fotográfica de Moskovics y se conservan para el disfrute de los amantes de ambas artes.
La fotografía de Carlos Moskovics
Lo que más le interesaba a Moskovics era la fotografía urbana; ,muchas de sus imágenes permiten comprender cómo era la vida en San Pablo en la década del sesenta. Asimismo tiene muchas imágenes de encuentros entre artistas y retratos de escritores.
A través de la fotografía de Moskovics muchas figuras del cine y el espectáculo brasileño consiguieron una mayor visibilidad, al s er escogidas por el fotógrafo para ilustrar alguna de sus muestras. De hecho, se le considera el principal guardián de la memoria teatral de Brasil.
Mi imagen favorita de Moskovics es una en la que aparece Clarice Lispector junto a otros artistas (Fauzi Arap, Glauce Rocha, Dirce Miigliaccio y Jose Wilker) en la representación de una obra teatral. Se trata de una imagen tomada durante un ensayo en 1965 donde los actores aparecen absolutamente espontáneos, disfrutando del momento y divirtiéndose. La frescura de los rostros, la vida por delante, el presente lleno de oportunidades: eso es lo que supo capturar con maestría Moskovics.
Pero es importante señalar que su trabajo no se redujo a la cobertura de actividades teatrales, también fue un excelente retratista que aprovechaba toda reunión, todo encuentro amistoso para tomar fotografías de sus contemporáneos.
La obra de Carlos Moscovics se compone de un legado ineludible para acercarse a la histórica relación entre literatura y fotografía. Por esta razón no quería dejarlo fuera de este ciclo de «Fotografías literarias». La próxima entrega tendrá como protagonista a una fotógrafa interesantísima, ¡no te la pierdas!
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