Hay poesía que debe ser narrada, del mismo modo que cierta música sólo puede ser cantada con determinados instrumentos. Leer a Elena Medel es viajar al mundo Szymborska, a un espacio donde a las cosas se las llama por su nombre, o no se las llama. No abrimos con la misma energía una ventana un día de tristeza que uno en el que la alegría y la ilusión se han pegado a nuestros huesos; del mismo modo, hay poesía que debe ser narrada, como si se masticaran los gritos. Es lo que siento cada vez que leo algo de Wislawa y es lo que he sentido con Chatterton, el último poemario de Elena Medel (Premio Loewe Joven de Poesía).
El poeta Thomas Chatterton
Decimos Chatterton y pensamos en un joven que se suicidó y que se convirtió en leyenda. Pensamos en él, pero ¿somos ese joven cuando lo nombramos? Elena, lo hace en cada página. Y a la vez no.
Es difícil ser otro siempre pero es seguramente el primer requisito para dedicarse a la escritura. En narrativa ser otro es encarnar (y valga este término) personajes. En poesía, es hacerse otro con esos personajes; es convertir tu propia historia en la historia de los otros, y viceversa. En poesía, ser otro es escribir sobre ti y aspirar a que tu voz sea también la de los que te leen. La poesía permite ese viaje de ida y vuelta y por eso, inevitablemente, se vuelve un acto de compromiso con el sigo mismo y con el otro.
Elena pronuncia Chatterton y es Chatterton; encarna sus decepciones, sus miserias, su tristeza y la incomprensión de una época que no es la suya, y a la vez sí. Este libro es, sin duda, lo mejor que se pueda escribir de ese ¿poeta?, que vale más por su muerte que por su obra. Elena es la disculpa por esa vida miserable; es el mejor recuerdo, la mejor semblanza que pudiera hacerse de toda esa indiferencia que le impidió profundizar en sus propias capacidades.
El mundo que nos pinta Medel la convenció de que todo estaría bien, de que estaría a salvo. Pero la madurez no llega para garantizar esas promesas, sino para apalearnos y darnos la cara contra el suelo (había escrito sueño). Chatterton se pasó su juventud persiguiendo el sueño de la fama y no así, el de la escritura, después murió… y dejó apenas una leyenda. Medel parece apuntar a todo lo contrario, a juzgar por su escritura rigurosa, exhaustiva y a la que no le sobra ni le falta nada. Medel pone en evidencia esa fractura amanecida con la madurez y plantea la posibilidad de que todo sea ficción.
Las Hortensias, entre la luz y la sombra
La Hortensia (del griego «hydor» y «angos»: agua y recipiente) es una planta que necesita muchísima agua para sobrevivir. Aunque en la primera etapa de su vida se ven todas idénticas entre sí, cuando llega la época de la floración se distinguen y van adoptando diferentes colores. Estas flores aparecen en cada una de estas páginas, y es sin duda un detalle alucinante que enriquece muchísimo la lectura.
Las Hortensias nacen fuertes y son regadas y cuidadas con mimo; al igual que nosotros que nacemos y se nos alienta a vivir asegurándonos de que siempre estaremos a salvo. Las Hortensias son aquejadas por los pulgones y deben ser curadas o eliminadas; nosotros debemos aprender a rompernos, a vivir rotos, o a marcharnos. Las Hortensias que son asoladas por los pulgones caen, y nosotros también lo hacemos, frente una sociedad que nos mira con ternura y resignación. Caen los poetas que tenían tanto para decir por una sociedad que no es capaz de mimarlos, caen las mujeres bajo el yugo de la maternidad ante la presión social, caen también los hombres ante los mandatos sociales… La caída ocupa un lugar bien definido en este libro, y en nuestra vida.
Cuando las sendas posibles dan asco y no hay caminos alternativos, la oscuridad parece ser la única opción. Las Hortensias necesitan muchísima luz y, sin embargo, si reciben el sol de las horas más calurosas pueden dañarse con facilidad. A nosotros nos enseñan a adaptarnos, y aprendemos a movernos con facilidad en la oscuridad. Pero algunos, como Elena, cultivan flores en sus balcones (un idioma que sustituya las palabras que no se pueden pronunciar, un hueco por el que fluir). Y eso duele. Y eso es madurar, dice Elena:
Lo femenino como experiencia universal
Ser mujer y escribir no es difícil porque no exista la igualdad de oportunidades, lo es porque lo que una mujer construye es inmediatamente calificado dentro de lo que se conoce como discurso femenino. La experiencia universal continúa siendo recogida y escrita por los hombres. Ser mujer y escribir como lo hace Elena no es oponerse a lo femenino sino luchar porque la experiencia de las mujeres deje de ser una «cosa femenina» y forme parte del discurso universal. Mientras tanto, el hombre duerme.
Elena no duerme. Escribe una poesía que te obliga a plantearte nuevamente todas esas premisas que ya creías resueltas; y, sobre todo, te obliga a preguntarte ¿por qué la escritura? y más aún ¿cómo? Su forma tan particular de expresarse, en una versificación que roza lo narrativo (lo atraviesa, mejor dicho), rompe con criterios tan gastados como lo normal, lo natural y lo correcto literariamente hablando; y pese a ello ¿cómo consigue parecer tan espontanea, tan natural y tan correcta?
Por qué leer Chatterton
- Me gusta Elena porque se atreve a decir cosas como:
- Me gusta Elena porque sabe conquistar las palabras y acepta que sólo se puede crear estando en movimiento:
- Me gusta Elena porque sabe lo que se espera de ella y lo escribe:
- Me gusta Elena porque a pesar de conocer los límites de afuera, está dispuesta a oponerse a ellos:
- Me gusta Elena porque asume la mentira, la vida real es también ficción, como lo fue la de Chatterton. ¿Le habría gustado a él?
- Pero más me gusta porque el dolor ajeno lo vuelve propio y porque entiende que en las decisiones ajenas, todos tenemos algo de responsabilidad.
Decía que leer a Elena es viajar al mundo Szymborska porque esta lectura, como sucede con los viajes, es sólo de ida. Y también como sucede al leer a Wislawa regresas con tres cosas: dudas, certezas y un sabor agridulce.
Elena es el último Loewe Joven y, sin embargo, es joven, frágil, ¡ojalá que no tenga que ceder su planta a los mayores! Estaría muy bien que ocupara el sillón M porque Medel es toda una Mujer Maravilla. Y sobradas muestras da de ello en este último libro. ¡Léanla!
FOTOGRAFÍAS: MADERO CUBERO – CORDÓPOLIS
Comentarios1
muchas gracias Tes.
Saludos
😉
[P.D.: creo que fue ayer, que te hice una sugerencia, relacionada con las bases para ser un buen lector y comentarista de poesía y otros sesgos literarios ¿qué opinas?. Gracias, nuevamente]
Hola, Esthelarez. Disculpa por no responderte, no he visto tu mensaje: ¿podrías pasarme el enlace del artículo para que lo mire? Un abrazo. Y muchas gracias.
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