Un día como hoy pero de 1821 nació Fiódor Dostoyevski. A lo largo del día, las efemérides recordarán a uno de los escritores más grandes de la literatura rusa, invitándonos a leerlo. Y yo no quiero ser la excepción; sé que si no me hubiera cruzado con él el término literatura significaría cosas muy diferentes en mi vida.
Muchas veces me he preguntado qué habrá sido de esos personajes, qué otros secretos no me contaron los Karamazov, Rodia, Berhovenski o Grushenka. El poeta coreano Chun-su-Kim revive a estos personajes del mítico Fiódor y establece profundos diálogos entre ellos.
Quién es Chun-su-Kim
Chun-su-Kim fue un poeta surcoreano nacido en Chungmu en 1922 que ha trascendido las fronteras de su tierra ocupando un lugar sin antecedentes en la poesía del siglo XX. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y galardonada en diversos países.
Su debut en la poesía fue directo, «El invernadero», un poema que se incluyo en una antología de poesía y que lo llevaría lentamente a convertirse en un poeta indispensable de la literatura oriental. Su capacidad para crear imágenes intensas y su forma de escribir, cercana y profunda, lo volvieron un autor necesario y exquisito. Entre sus obras más famosas se encuentran «Preludio poético para una flor» y «Ritmo de romance». Las obras que han sido traducidas al español se titulan «Poemas», «Razón de las sinrazones» y «Poseído por Dostoyevski».
Además de ese amor por Dostoyevski, Chun-su-Kim sentía admiración por el pensamiento de Marx y el de Freud y escribió repensando ideas de estos intelectuales; ofreciendo una lectura-escritura intimista que aborda temas de actualidad y cuestiones filosóficas fundamentales como la relación de los seres humanos con la muerte y la necesidad de encontrar un sentido para la existencia individual que tenga alguna repercusión en el todo.
Poseído por Dostoyevski escribió intensos diálogos entre algunos de los personajes más interesantes de la obra del escritor ruso.
Los senderos del universo de Fiódor
Cuando Smerdiakov asesinó a Fiódor Pávlovich Karamázov no sabía que al hacerlo no cambiaría su vida, no se pondría a salvo. Movido por profundos deseos que posiblemente le habían sido dados a través de la genética, simplemente lo hizo, y juzgaron en su lugar a Dmitri quien dio las pruebas más claras de ser el responsable del parricidio. Chun-su-Kim reflexiona profundamente sobre esta historia y establece un diálogo entre Ivan Karamazov (el mayor de los hermanos) y el pequeño, Aliosha. Ivan escribe:
Pero el diálogo se extiende a otros mapas del universo dostoyevskiano alcanzando los límites de las ciudades y acercando a individuos antagónicos como el propio Ivan y Rodia (Raskolnikov) a quien el mayor Karamazov le pregunta hacia dónde ir, cómo huir de la angustia que le abraza. ¿Pensó acaso que este otro convulsionado por la vida había alcanzado la respuesta? Quizás, pero todos sabemos que Rodia no tiene más que preguntas; porque asesinar a la usurera sólo le ha depositado más en la angustia, en la tristeza y en la desesperación de sentirse y vivirse mortal.
La muerte que se cuela
Al igual que en la obra de Dostoyevski y que en la vida de cada uno de sus personajes, en la poesía de Chun-su-Kim la muerte es un tema reincidente; quizás, la diferencia más clara con el héroe ruso sea que posee una estética diferente. Si en Dostoyevski nos encontramos con la crudeza humana expuesta al límite y sin ningún tipo de velo, en Chun-su-Kim descubrimos que incluso al hablar de la crueldad y la miseria se puede hacer poesía, poesía sin máscaras.
Así, intentando dar un carácter corpóreo a la muerte, habla Kirilov (ese personaje de Los Endemoniados que nos arranca los sesos con toda clase de preguntas imposibles como ¿existe el libre albedrío? ¿podemos detener esto que se llama pensamiento? ¿somos realmente libres?).
Cada poema cierra con aquel personaje que le ha dado vida, quién lo escribe, lo cual hace posible la lectura incluso para aquéllos que no estén tan al tanto de los detalles de la obra de Fiódor. Sinceramente, creo que es una lectura que sólo puede otorgarnos beneficios. Si hay en la sala otro apasionado, endemoniadamente adicto a Dostoyevski, como quien firma, creo que no puede haber homenaje más delicioso para nuestro autor de cabecera.
Comentarios2
Sin duda que leer a Fiodor Dostoyevski significó un mojón en mi formación cultural. Gracias por recordarlo. macridi
¡Qué buen, Macridi! A muchos nos ha ocurrido.
Un abrazo enorme.
Reconozco que he leído muy poco de Dostoyevski. Aunque según dicen, "nunca es tarde si la dicha es buena" 😉 Espero poder hacerlo. Un abrazo.
¡Bien dicho, Rapsódico! Yo ahora, casualmente, estoy releyendo "Los endemoniados". En mi caso es una adoración sin remedio, jeje. Auguro buena complicidad entre tú y Dosto. 😉
Un abrazo enorme.
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