Ayer recordábamos a Juan José Manauta, un poeta que supo escribir acerca de la pobreza de un modo extraordinario.
En el artículo de hoy hablaremos sobre una autora con un compromiso similar con la justicia. Su nombre es Claribel Alegría y la vitalidad de su lírica es algo que me ha sorprendido especialmente. ¿La vemos juntos?
Rompiendo los estereotipos
Hace unos días escribí acerca de la literatura feminista. Posteriormente, me di a la búsqueda de una antología que incluyera voces de mujeres; pero me fue difícil encontrar uno relativamente bueno. Hasta que dí con «Pájaro relojero», un libro que reúne a importantes voces de Centro América. Lamentablemente, de doce autores que en él aparecían, tan solo dos de ellos eran mujeres. Algo es algo, me dije. Así que lo leí y es de una de ellas de quien deseo escribir hoy, Claribel Alegría, una voz magnífica de Nicaragua.
Romper con los esquemas establecidos es también una de las funciones urgentes de la poesía. Y Claribel parece saberlo. Siempre ha demostrado saberlo. De ahí que se diga que su poesía pertenece a un espacio en el que no hay normas, donde todo es posible. Incluso ha llegado a decirse que utiliza un lenguaje antiliterario.
Este tipo de términos nunca me han gustado. ¿Quién puede determinar qué es antiliterario? La literatura como arte no tiene límites y arrasar con todo lo establecido, romper con la métrica y todas las concepciones que existen y que nos han obligado a creer desde hace siglos, puede ser una de las mejores formas de ofrecer un arte auténtico.
Por otro lado, al leer a Claribel se te despiertan los sentimientos más profundos. ¿Puede conseguirse esto con un lenguaje que no evoque las emociones? Y si así lo hace ¿puede considerarse antiliterario?
Razones para aferrarse a la escritura
Claribel Alegría nació el 12 de mayo de 1924 Estelí, un territorio montañoso que se encuentra en Nicaragua. Es conocida por su productiva obra, en la que puede destacarse sus poesías y traducciones de algunos autores ingleses, entre los que se encuentra Robert Graves.
Su vida estuvo marcada desde muy tierna edad. A los 8 años fue testigo de una masacre: el asesinato de treinta mil campesinos indígenas en El Salvador. Este hecho no solo marcaría su personalidad sino también su poesía; la muerte ocupa un lugar fundamental en ella y el terror de verla en otros individuos.
En su juventud se mudó a Estados Unidos con el objetivo de inscribirse en la Universidad George Washington en Washington D.C. Donde se graduó en 1948 de la licenciatura en filosofía y letras.
En este período conoció a Juan Ramón Jiménez, quien se convertiría en su mentor durante algunos años.
Alegría ha manifestado a lo largo de su obra un fuerte compromiso con la realidad política. En su poesía podemos encontrar firmes discursos a favor de la democracia y denunciando todas las injusticias sociales. La suya es una poesía enmarcada en la corriente literaria conocida como la «Generación comprometida».
Breves fragmentos para endulzar la tarde
A continuación les presento una serie de impresiones respecto a algunos de los poemas publicados en esta antología. Los extractos pertenecen a textos de los poemarios «Huésped de mi tiempo», «Pagaré a cobrar», «Sobrevivo» y «Saudade».
La muerte, como lo he dicho antes juega un papel fundamental en su obra. La nombra con melancolía y un velo de desesperanza. Y en este tema, el tiempo juega un papel fundamental. La autora lo hace responsable de las pérdidas y a ellas de empañar los recuerdos. Como si se tratara de un circulo perfecto que se abre y cierra con la muerte.
Y en ella, la muerte se encuentra afectada por experiencias traumáticas y crueles; de ahí el temor que también aparece en sus páginas de forma clara y escalofriante. Dice por ejemplo:
El velo de melancolía que cubre sus palabras se encuentra íntimamente relacionado con una estación, el otoño. Y hay un poema fabuloso que se titula de forma homónima a ésta, en la que se crea un paralelismo entre las sensaciones de la autora al enfrentarse a ciertas experiencias de su vida y la llegada del otoño:
Y también hay versos que permiten ver la relación conflictiva entre madre e hija y ciertas decisiones que es necesario tomar para evitar perecer. Porque el amor no mueve montañas como nos dicen, en todo caso las posa sobre nuestros hombros si no somos capaces de hacernos a un lado. Me quedo con unos versos rabiosos y que me han hecho llorar especialmente. Dice:
Y en ese mismo plano nos habla acerca del sentido de patria, tan arraigado en la mayoría de los países y que se vive muy fuerte en las zonas del interior de los países latinoamericanos. Lo hace a través de un poema escalofriante que se titula «La malinche». Algunos de sus versos dice:
Parece que la infancia siempre se hace presente en la poesía, parece como si este arte no pudiera separarse de esos primeros años, posiblemente porque en ellos surge esa semillita que te lleva a poner en palabras los sentimientos. Y he querido escoger para terminar unos versos dulces y tiernos, para dejarles un buen sabor de boca. Les insto a que lean a esta excelente autora y comprueben todo esto ustedes mismos.
Comentarios3
Valla es interesante, nunca había escuchado hablar de ella, me daré a la tarea de explorar en su poesía...
Buen Artículo, Tes Nehuén... me gustó la forma cómo nos la presentas, invitándonos a conocerla (no la conozco... comencé a conocerla hoy por tus excelentes comentarios )! Felicitaciones!
De nuevo, muy agradecida Tes, por sacar a la luz poetas, seres especiales como, Claribel Alegría. Martha Lucía
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.