Coherencia y cohesión en la escritura (I)

La coherencia es uno de los elementos fundamentales en cualquier texto. Es la que otorga homogeneidad y permite que las ideas se enlacen de forma eficiente para que el mensaje pueda ser captado y comprendido por los interlocutores. La cohesión, por su parte, reúne a todos los procedimientos que pueden llevarse a cabo para poner en pie la coherencia.

He redactado un largo artículo, que publicaré en dos partes, en el que desarrollo los aspectos más importantes de estos dos conceptos y su importancia a la hora de narrar. Comenzamos con la coherencia.

Coherencia en un texto narrativo

La coherencia es la herramienta que nos permite ordenar una narración y conectar los diferentes sucesos a través de un hilo común. En una novela, por ejemplo, cada capítulo tiene un sentido unitario y puede existir y entenderse por sí solo; pero, a su vez, debe ir amalgamado al resto de la historia, responder a la línea narrativa y colaborar con la uniformidad del texto. Conseguir que cada capítulo tenga una cierta independencia pero que, a la vez, se encastre perfectamente en la identidad del libro, es trabajar con rigurosidad la coherencia.

Hace unos días escribí un texto sobre la ley de causa-efecto en la narración donde explicaba que su función en la narración es establecer las conexiones entre los diferentes sucesos. Hoy retomo ese tema puesto que se encuentra estrechamente vinculado a la coherencia.

Me explico. Cuando hablamos de coherencia, sí o sí tenemos que pensar en esta ley, porque ella colabora con la ensambladura de la narración; no obstante, existen otros elementos y procedimientos que pueden ponerse en marcha para alcanzar la coherencia.

Características de un texto coherente

Para que un texto se considere coherente tiene que hallarse formado por una idea semántica fundamental que se encuentre vinculada de forma clara con todas las ideas que alimentan el contenido de la obra. De la capacidad del escritor depende que en el conjunto de la lectura los lugares donde se unen las ideas no se noten; como de un buen diseñador depende que no se noten los pliegues por donde dos texturas se unen.

Para construir un texto provisto de coherencia es necesario tener una idea previa consistente de lo que se desea comunicar con la obra; puesto que es ésta la única forma de brindar claridad en la escritura. Tenemos que tener presente también que las diferentes partes de la historia van a conectarse con perífrasis o estructuras gramaticales que permiten la fluidez en la ensambladura; las cuales deben ser escogidas a conciencia, y con una cierta rigurosidad.

Debemos tener presente también que existen dos tipos de coherencia en un texto narrativo. La coherencia global es la relacionada con la construcción del tema central; la forma en la que se consigue una obra bien estructurada. La coherencia local es la relacionada con la construcción de cada segmento; la manera en la que se consigue que cada párrafo tenga un sentido y una estructura lógica y se encuentre vinculado al resto de la obra de forma determinante.

Coherencia y cohesión

En resumidas cuentas. Coherencia y cohesión tienen una relación muy estrecha puesto que ambas sirven para construir mensajes comprensibles. Sin embargo, mientras la coherencia se encuentra vinculada a la consistencia general de un texto, la cohesión se relaciona con los procedimientos básicos: la construcción de las diversas partes de una oración y, por consiguiente, la consistencia de cada párrafo.

Es indispensable que el autor de una obra preste atención a estos aspectos porque sin ellos no va a conseguir una escritura sólida que conquiste al lector y que se explique a sí misma. Si no tenemos en cuenta estos aspectos no deberíamos ofendernos si algún lector despierto nos tilda de «irresponsables» puesto que no estaremos haciendo bien nuestro trabajo.

Para aprender a utilizar correctamente ambos conceptos sería interesante profundizar en los elementos que los conforman. Sobre eso escribiré en la segunda parte de este texto. ¡No se lo pierdan!