«Cometierra» de Dolores Reyes (Editorial Sigilo) es una primera novela escrita desde un oficio que enlaza con la tradición pero se desmarca para contribuir con una mirada sobre la realidad teñida de fábula.
Cuando tenía quince años a uno de mis hermanos, unos años más grande, le dieron una paliza a la salida de un boliche bailable, una discoteca, una disco, o como quieran llamarlo. Todos sabían quiénes habían sido y por qué. Mi padre lo supo. No se hizo nada. Pasó el tiempo y las cosas siguieron como si nada hubiera pasado. Pero había pasado. Y mi hermano desaparecería un poco más hacia dentro. «Cometierra» de Dolores Reyes (Editorial Sigilo) me trajo el revoltijo en el estómago de aquellos días, cuando todo parecía diversión pero una sacudida podía cambiar tu vida para siempre. Esa vida cruel que todos intentan fingir que no acampa en casa.
La violencia y las visiones
Todos lo sabían. Pero nadie se lo dijo. Ella juntó con sus manos todavía niñas un poco de tierra y se la llevó a la boca. Y entonces, ella también lo supo. No lo intuyó como quien asume que es lógico que haya sucedido tal cosa, lo supo con las tripas, con el corazón rajado, con el calor del centro mismo del universo apostillándose en su estómago. Es difícil no caer fundido ante la narración de Dolores Reyes, ante la voz de una joven que va madurando y que carga sobre sus hombros el peso del mundo. La certeza de que es capaz de encontrar a personas desaparecidas trae una responsabilidad que le pesa, y a veces, le da miedo.
Cometierra se queda huérfana y vive con su hermano «el Walter». Sueña con su seño Ana, que fue víctima del machismo. Asesinada por ser mujer. En ese sentido, Cometierra es un libro de justicia: sobre las miles de mujeres que son asesinadas –no mueren, como quieren hacernos creer los periódicos– cada año en manos de sus parejas, amigos, conocidos, parientes o desconocidos (estos casos son los más raros. Y esto también hay que decirlo). Vive en un barrio del Conurbano Bonaerense y tiene la virtud de comunicarse con la tierra a un nivel tan profundo que puede saber qué sucede o ha sucedido con personas que hayan tocado un terreno.
Con sus manos mete un poco de tierra en la boca y realiza un viaje que trae visiones espantosas. Aunque no le gusta, siente una cierta responsabilidad y por eso acepta los encargos. Los vecinos dejan en el patio de Cometierra botellas con tierra y un nombre. Ella come y sabe, come y ve, come y entiende, y después no puede dormir. Con curiosa habilidad Dolores Reyes consigue llevarnos de la mano al estómago de Cometierra y nos permite ver lo que ella ve y sentir lo que atraviesa su cuerpo.
De la fábula al realismo
«Cometierra» es un libro que bebe de la fábula pero que se encuentra narrado desde las tripas. La protagonista, Cometierra, habla, critica, putea, no le importa. La forma en la que Reyes consigue aunar una voz lírica e impregnada de fábula con la realidad, es decir, el realismo, me parece asombrosa. Nos lleva de viaje a través de esas sensaciones que producen las buenas historias y nos invita a pensarnos de otra forma, con más luz pero también, con menos miedo.
Hay un tema que es inevitable ligar a la novela de Reyes: los feminicidos. Cada año, cada día desaparecen y son asesinadas por sus maridos, amigos, hermanos, desconocidos, miles de mujeres en el mundo. Cada día conoces una nueva historia de alguna que sin fuerza de sublevarse aceptó la violencia como medio de vida. Libros como éste sirven para visibilizar eso. No es casualidad que las desaparecidas sean mujeres ni tampoco que Cometierra intente encontrarlas. Su forma de hacerlo es pensarlas, rendirles homenajes, pensar en sus individualidades. Reyes dedica ternura y lucidez a un tema de pensamiento urgente para la sociedad y para los feminismos que nos atraviesan.
En este punto cabe una explicación, y creo que igual sea lo más importante del libro. Reyes no hace una espectacularización de la muerte, no se apoya en los recursos de la novela negra para asustarnos o generar en nosotros miedo. Busca entender o explicarnos lo que la vida no puede: que la muerte es un hecho, un cuerpo sin vida, que podría ser tu mejor amiga, tu hermano, tú misma. Y eso es lo que encontramos, lo que abrazamos al leer esta novela, que un cambio es necesario e importante porque las muertes están sucediéndose ahora: anoche, esta mañana, en este preciso instante, mientras escribo, mientras tú me lees. Y que los cuerpos son de nuestras hermanas, son ellas las que están desapareciendo, siendo brutalmente asesinadas, por sus amigos, por tus hermanos. Y sabemos quiénes son, y ya es hora de que dejemos de encubrirlos. Hay que actuar, como no lo hizo mi padre ni nadie de mi entorno cuando mi hermano fue golpeado brutalmemte. Podrían haberle matado. A veces me he preguntado si en ese caso habría sido distinto para mi padre.
Una primera novela conmovedora e insólita
Reyes ha escrito una novela innovadora, porque se permite jugar con la fantasía y entrar en ese territorio peligroso de la superstición con el que tanto le cuesta trabajar a la literatura. Y lo ha hecho con habilidad, sabiendo sostener el ritmo y el tono de la historia de una forma imposible. Si bien algunos usos coloquiales me parece que podrían haberse cuidado un poquitín más, no creo que sea una historia que haya leído antes y por eso creo que merece mucho la pena.
Y una última cosa. Hay un capítulo en el que Cometierra aprende a jugar al Mortal Kombat IX que me parece fabuloso. Me hizo mucha ilusión descubrir ciertas afinidades con ella en su forma de jugar y de entender a los personajes. Es un elemento que probablemente a la mayoría de los lectores les pase desapercibido, pero aquellos que amamos la saga y disfrutamos del universo creado por Ed Boon nos sentiremos doblemente en casa al leer esta novela.
Hay que hacer una alusión especial para la ilustración de cubierta, de Jazmín Varela, donde vemos unas pasionarias y una imagen de Cometierra, mitad triste mitad fuerte, y la elección del morado que podría ser absolutamente simbólico para la historia. ¡Es una exquisitez!
«Cometierra» es una novela única, escrita con buen gusto y que sin mostrarse manifiestamente feminista aporta su granito de arena para nuestra lucha libertaria. Por todo esto creo que hay que leerla. Si tenemos en cuenta que es la primera novela de Reyes, la admiración es doble. Una primera novela insólita y contundente. ¡Nadie deje de leerla!
COMETIERRA
Dolores Reyes
Ilustración de cubierta: Jazmín Varela
Editorial Sigilo
978-987-4063-65-6
176 páginas
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