No, no da igual. Hay que aprender a mirar para poder escribir. Porque, de otro modo, nuestros textos carecerán de autenticidad (mirada propia) y de veracidad (coherencia).
Agudizar nuestros sentidos para percibir el mundo que nos rodea, sin olvidarnos de quién somos, es fundamental para conseguir poner en palabras nuestras ideas y ordenar nuestros sentimientos. Ya sea que escribamos un texto informativo como una obra de ficción.
En toda creación tenemos que estar nosotros. Y, si no estamos, debemos dejar en claro que nos hemos puesto a crear un producto y no una obra de arte.
Distancia entre el autor y su obra
Hace unos días, discutía con una amiga acerca de lo que el arte significa. Las dos preguntas que surgieron del debate son:
- ¿Se puede disfrutar de una buena obra si no empatizamos con la ideología del autor?
- ¿Se puede crear sin formar parte de la obra?
La primera pregunta es muy difícil de responder. Sobre todo porque hay puntos de vista muy diversos e, intuyo que pocos de ustedes compartirán el mío.
Hace algunos años creía que las obras de arte eran en sí mismas, separadas del autor, tenían vida propia y no importaba quién estuviera detrás de ellas. Ahora creo que son una extensión del autor. Si bien cada lector puede resignificar un libro, según las emociones que en él despierte, la obra se encuentra sumamente ligada a quien la crea. Cuando nos quedamos maravillados ante una canción que es ejecutada por un buen pianista, no pensamos en la partitura, sino en lo que nos produjo esa ejecución en particular. Por ende, conectamos con el pianista.
Las obras en sí mismas no son. Lo que importa es esa conexión que puede establecerse entre lector e historia y, por ende, entre lector y escritor. Por eso, del mismo modo que no compraríamos un determinado producto si sabemos que ha sido posible gracias al abuso o la explotación (teniendo pruebas fehacientes de ello) tampoco leeríamos a un autor que ha expresado públicamente ideas contrarias a lo que nosotros tenemos por ético.
Realidad, arte y empatía
El arte no es algo mágico y separado de la realidad. Emerge de ella y por eso es fundamental su cercanía con las ideas y los sentimientos. El autor no es un intermediario divino, es un ser de carne y hueso como todos los que disfrutan de su obra y manifiesta sus ideas y sentimientos, ya sea de forma directa o indirecta. Es imposible no hacerlo ya que en todo lo que hacemos nos dejamos a nosotros mismos y a nuestras experiencias.
En este punto quedaría respondida la segunda pregunta. Y ustedes podrán decirme ¿y qué tiene esto que ver con el saber mirar? Aquí voy.
Involucrarse en una creación es eso. Formar parte, meterse, tomar partido. Por tanto, si queremos crear algo auténtico tenemos que romper las barreras que nos gobiernan y ser capaces de sentir a través de los personajes (los que nos caen bien y los que no). Pero no se trata de un trabajo automático.
Empatizar es una de las actitudes más difíciles en los humanos. Porque estamos acostumbrados y nos educan para no hacerlo. Pero si queremos escribir algo que realmente valga la pena tenemos que intentarlo.
¿Qué significa empatizar? Según lo define el diccionario el sentimiento de empatía está relacionado con la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Es decir, valorar la otredad desde el punto de vista desde el que se encuentra ubicada.
Posiblemente, leer «A sangre fría» de Truman Capote puede ser una forma ideal para entender a qué me refiero. Ese periodista que se acerca al supuesto asesino e intenta comprenderlo, llegar a su mente y desde allí salvarlo.
Puede que parezca utópico pero es el fondo nuestra labor, interesarnos por todos los grupos e intentar que los injustos sean menos injustos sabiendo por qué hacen lo que hacen e intentando darles razones para dejar de hacerlo… o aceptar que no hay otra salida.
La capacidad de observación en el escritor
La capacidad de observación es fundamental a la hora de escribir. En la misma no solo cuenta lo que vemos, sino también lo que escuchamos, sentimos, olemos y gustamos. Es decir, se trata de la capacidad para percibir sensaciones.
Todos nos inspiramos en la realidad (¿quién dijo que existe una sola?) y sea lo que sea que escribamos, siempre nuestras experiencias quedan de por medio y nos permiten interpretar aquello que llega a nuestros sentidos y darles un enfoque más o menos abstracto o fantástico.
Esta capacidad puede que en muchos sea innata pero también hay que alimentarla. La mejor forma es abriéndonos ante la vida que palpita a nuestro alrededor. Una buena manera de probarlo es yendo a un parque, sentándonos en un banco y enfocando todas nuestras energías en la gente que pasa.
Intentar comprender sus vidas, de qué hablan, hacia dónde se dirigen, qué historia tiene cada una de esas personas.
Conseguir empatía en la observación es posiblemente el objetivo de toda obra de arte. Conseguir apropiarse de los sentimientos ajenos y hacerlos propios. Así se consiguen las grandes historias, esas que trascienden al tiempo y al espacio en el que fueron construidas.
La literatura es una de las artes más bellas (¿qué otra cosa va a decir alguien que le debe la vida, ¿no?). Pero no me refiero a la capacidad asombrosa de las palabras por hacerte reír o llorar con tan solo un trozo de papel manchado en tinta. Sino por el espacio único de expresión a través del cual una persona puede desnudarse completamente y demostrar que existen tantos puntos de vista como queramos y que lo único que puede limitar nuestras acciones es la libertad ajena. Es decir, el respeto por la otredad.
Y ese respeto únicamente puede ser posible a través de la empatía. Si escribimos metiéndonos en la mente y en los sentidos de nuestros personajes, percibiendo el mundo (su mundo) a través de sus ojos, entonces, posiblemente consigamos una obra que tenga lo que toda obra que vale la pena debe tener: autenticidad y veracidad.
Comentarios4
Hola Tes.
Creo que habría que matizar una cosilla. Si la obra es de ficción, porque no disfrutar con la de un autor por muy contrario que éste sea a mis ideas. Otra cosa bien distinta es la compra de productos con origen delictivo.
En general, a mi entender se puede y se debe disfrutar de las buenas obras independientemente de quien las escriba, las pinte...
En lo demás, comparto tu opinión.
Por eso dije que pocos compartirían mi opinión. 😉 Yo también creía eso mismo pero ahora pienso diferente. ¿Fabricar productos abusando de otras personas no es acaso lo mismo que hablar públicamente a favor de las corridas de toros? (por poner un ejemplo) Personalmente no puedo leer a un escritor si piensa que el ser humano es superior a los animales. No puede salir una buena obra de una mente especista, homófoba o sexista, eso lo tengo claro.
¡Muchísimas gracias por tu comentario!
Un abrazo enorme.
¿Autenticidad y veracidad? Eso es lo más difícil de conseguir, no sólo en literatura, sino en todas las artes. Eso implica renuncia a la gloria y a los reconocimientos terrenales. El concepto del premio literario es todo lo opuesto a la autenticidad del artista. Esos poetas y escritores, de ambos bandos, que se acercaron al tirano e intentaron “comprenderlo, llegar a su mente y desde allí salvarlo”, no hicieron otra cosa que convertirse en cómplices de atrocidades. Tenemos el caso más famoso que es el de Neruda que al descubrir que Stalin era un criminal de guerra optó por el silencio para no “defraudar” la revolución y a sus lectores que lo llevaron al Premio Nobel. Es el mejor ejemplo que conozco de falta de autenticidad y veracidad. Lamentablemente, la lista es demasiado larga. El mejor ejemplo de autenticidad y veracidad, reconocido por la gran mayoría de poetas y escritores, es, sin lugar a duda, Rimbaud; y efectivamente hay un abismo entre Rimbaud y Neruda. Incluso en el asunto de innovación literaria. Pero claro está que a la mayoría de los lectores les interesa la habilidad de escribir, las palabras bonitas, los efectos especiales, las frases asombrosas, y no la autenticidad y la innovación literaria. Fernando Vallejos es un autor autentico, porque no trata de conquistar al público con argumentos escandalosos -- como el gran farsante: Salvador Dalí -- , sino porque es un autentico iconoclasta. P. P. Pasolini, quien nunca fue un cortesano de Stalin, fue asesinado por su integridad ética y estética.
¡Muy interesante aporte, Raoul! Ciertamente, Rimbaud y Vallejos son dos ejemplos de autores que no se doblegaron ante los poderes. Es que si los nombras en una misma oración, no puedes menos que hacerme saltar una gran sonrisa 😉 .
Un abrazo enorme.
...como dice Jean Franco Pagliaro; "debemos soltar los pájaros que tenemos presos en el alma porque mañana puede ser tarde" descubrí la férrea convicción de transgredir las reglas... vencer al postmodernismo y buscar en la cotidianidad del ser la libertad de transportar en la palabra, el sentir en correspondencia con el universo… intentar transformar la realidad con la acción y el pensamiento y no solamente contemplarla: "..Conseguir apropiarse de los sentimientos ajenos y hacerlos propios..." de eso se trata poeta y a eso nos debemos...
Quizá Nietzsche haya sido el primero en abrir la jaula a los pájaros y contemplar el mundo para poder escribir lo que escribió, libre del pensamiento racional, de carácter científico, que ayudó a Freud a desarrollar la teoría del inconsciente, fuerza vital del artista que depende de la intuición y no de la razón. La revelación a través de estados espirituales místicos (San Juan de la Cruz, Meister Eckerman, Swedenborg, Blake, entre otros) para llegar a la verdad ontológica.
Gracias Raoul Shade. Vuestro comentario reafirma la verdad construida desde la sapiencia. Herramienta conceptual determinante para comprender el por que de la cosa, vaya a ud mi respeto y el justo reconocimiento por tan maestral aporte para y por ser cada día mejores en nuestro empeño de la poética...
Hermoso artículo que nos enseña a crecer, pues leer, saber y conocer permite discernir y componer. Mil gracias.
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