Continúo con esta serie de artículos que me he propuesto sobre la creación de personajes.
En las entregas anteriores sobre la creación de personajes analizamos cuáles son las características fundamentales de estas criaturas, la importancia de llevar fichas con los datos más relevantes de cada una y también desarrollamos algunos consejos para elaborar estas fichas de forma eficiente. Hoy veremos las interrelaciones que se establecen entre los personajes dentro de una historia.
Evidentemente no existen reglas mágicas y cada uno a medida que va abriéndose camino en el mundo narrativo construye sus propias normas y estructura la forma de trabajar cada aspecto de su escritura. Aclaro esto porque el objetivo de estos artículos de ninguna manera es minimizar el oficio de la escritura en un par de verdades absolutas traídas de un planeta lejano. Lo que busco con ellos es expresar impresiones, ocurrencias, preguntas, dudas, que me han ido surgiendo a lo largo de estos años, en textos más o menos ordenados para que aquellos lectores que buscan resolver ciertos puntos determinados de su propia escritura encuentren un espacio donde preguntarse y construir. ¡Espero ser de ayuda para ellos!
El objetivo de una narración
Seguramente te habrás encontrado con diversos textos que hablan sobre el superobjetivo de los personajes. Este concepto hace referencia a las motivaciones, metas y la búsqueda de las criaturas de una narración. Puedes llamarlo como quieras, lo que no puedes hacer es pasarte por alto este elemento vital de la historia. ¿Por qué es tan importante? Pues porque al conocer los objetivos que persigue cada uno de tus personajes podrás establecer relaciones entre él y los demás, y formar así una trama contundente.
Así como el superobjetivo de la obra representa lo que nosotros queremos contar al sentarnos a escribir, el superobjetivo de cada personaje hace referencia a aquello que ronda constantemente sus pensamientos y su accionar. Esta característica otorga autenticidad a la obra y es muy importante que la tengas definida antes de escribir la primera palabra de la historia. Puede ser de gran ayuda tener bien claro lo que cada personaje desea-espera de la vida para construir relaciones interpersonales eficientes para la creación de una buena historia.
Cabe señalar que las relaciones entre los personajes se establecen teniendo en cuenta los objetivos de cada uno y usando nuestra creatividad para poner obstáculos en su consecución. De este modo, llevamos a nuestras criaturas por terrenos embarrados en los que les resulte difícil mantenerse en pie, y en ese territorio los acercamos a otros personajes (con sus propios objetivos) para establecer entre ellos un determinado lazo.
Debemos tener bien presente que los personajes se necesitan para alcanzar sus superobjetivos, y por eso es importante que trabajemos especialmente la forma en la que se conocen-descubren y el tipo de relación que entablan. Es evidente, además, que dependiendo de las características de nuestro personaje sentirá más o menos afinidad por las otras criaturas que se pasean por la historia. Tener en cuenta esto es muy importante a la hora de establecer relaciones de confianza o de enemistad entre nuestros personajes; recordemos que uno de los elementos que nos otorgará veracidad a nuestra historia será la coherencia.
Construir historias partiendo de vidas bien definidas
La existencia de los personajes modifica de forma sustancial el hilo de la historia. De acuerdo a la evolución que estos vayan viviendo, la trama despuntará hacia un espacio u otro. Por otro lado, y de esto no podemos olvidarnos, tenemos que conseguir que los lectores se sientan atraídos hacia nuestras criaturas y nuestra narración; para ello, debemos convencerlos de que nosotros realmente entendemos por qué actúan como lo hacen (así su accionar no vaya de acuerdo con el que nosotros consideramos ético) y que consideramos primordial fijar nuestra mirada en esta historia.
Una narración existe porque una determinada criatura que vivía en nuestro interior de pronto cobra vida y se desplaza hacia las páginas a través de la palabra; nuestra es la responsabilidad de que al hacerlo no desbarranque el esquema que teníamos premeditado para la trama, y en el caso de hacerlo, que podamos solventar las sorpresas tomando buenas decisiones sobre la marcha.
En este punto debemos hacer un paréntesis. Las historias no se construyen de acontecimientos sino de personajes que experimentan esos hechos y se ven transformados por ellos. Esto significa que el objetivo de toda narración es presentar las metas del personaje principal y observar la forma en la que el comportamiento de los otros personajes afecta la consecución de esta. Por esta razón, antes de meditar en lo que deseamos contar en tanto hechos, debemos plantearnos las relaciones que van a establecerse entre los personajes, las motivaciones de cada uno y las consecuencias que los comportamientos de los otros provocará en cada uno. Sin duda esto puede asegurarnos que tenemos una buena historia entre manos.
¿Te animas a poner en práctica estos consejos? ¡No dudes en contarnos tu experiencia!
Comentarios1
Feliz año nuevo, Tes. También yo he estado algo desvinculado de las redes sociales. Ya sabes que me encanta este tipo de artículos. Un abrazo.
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