¿Conoces las diferencias entre estas figuras retóricas?

Los recursos literarios tienen una gran utilidad a la hora de escribir, dado que nos permiten dotar a nuestros textos de matices auditivos y de sentido. Las figuras retóricas pueden ser de varios tipos y suponen un juego divertido con el lenguaje, propiciando nuevos significados y giros interesantes en el mensaje. Existen muchas figuras retóricas (en nuestro Taller Literario podrás encontrar artículos sobre ellas) y conocerlas puede ser muy útil a la hora de escribir.
Aunque la mayoría se distinguen con facilidad, algunas figuras se parecen y presentan dificultades para los hablantes. La anáfora y la catáfora, por ejemplo, muchas veces se confunden, así como también ocurre con la hipérbaton y la anástrofe. En este artículo te explicamos la diferencia entre estas cuatro figuras retóricas con algunos ejemplos.

Diferencia entre anáfora y catáfora

Entre la anáfora y la catáfora existe una diferencia clara. Ambas determinan una relación de identidad dentro de un texto y tienen la función de otorgar énfasis a la frase, pero no deben confundirse.

La anáfora es una figura retórica que se caracteriza por la repetición de una palabra al final de un verso y al comienzo del siguiente. En el territorio de la narrativa también puede tratarse de la repetición de frases o grupos sintácticos. Miguel Hernández las utiliza muchísimo en sus poemas.

Es la figura de dicción por repetición más utilizada en poesía, generalmente acompañada o asociada a otras figuras.

A veces la repetición no es exacta, sino que se establece una relación con una familia de palabras; en estos casos, la anáfora se combina con otro tipo de figuras, como el poliptoton (diferentes formas gramaticales de una misma palabra en una misma frase). Te dejamos este ejemplo del poema «A una nariz», de Francisco de Quevedo:

La catáfora es una relación que se establece entre un elemento gramatical y una palabra o frase que aparece después. Es como si el elemento gramatical anunciara la entrada de dicha frase o palabra en el texto. La relación se establece entre el elemento y una palabra que se nombrará posteriormente. Te dejamos dos ejemplos donde el pronombre «le» (en la primera oración) y el sintagma «cuatro veces», en la segunda) anticipan la llegada de la información concluyente.

Diferencias entre hipérbaton y anástrofe

Entre hipérbaton y anástrofe también se suelen presentar dificultades de identificación. Parecen iguales, pero presentan una diferencia clarísima, cuyo entendimiento nos puede servir para identificarlas.

La hipérbaton es una de las figuras retóricas mejor incorporadas a la vida cotidiana. La usamos a diario, sin darnos cuenta. Consiste en la alteración del orden sintáctico habitual de las palabras. Es un recurso muy utilizado en la creación poética, con fines métricos o con el deseo de enfatizar determinadas secuencias. Dentro de la hipérbaton existen varias clasificaciones: tesis (intercalar una palabra entre dos elementos que debieran escribirse ligados), paréntesis (intercalar una interjección que interrumpa la secuencia lógica de la frase), anástrofe (transponer el orden de dos elementos consecutivos) e histerología (decir primero lo que debería decirse al final). Como ejemplo podrían servir estos versos de Bécquer:

El orden lógico de esta frase debería ser:

La anástrofe es un tipo de hipérbaton. Se caracteriza por la alteración de una secuencia bien determinada dentro del orden sintáctico de la oración. Y aquí viene el dato para saber diferenciarla de otras figuras de inversión: supone la transposición sucesiva de elementos; esto significa que para que pueda darse los elementos que cambien de lugar deben estar juntos. Es un tipo de recurso muy presente en los refranes y la literatura popular. Tenemos este ejemplo del refranero popular:

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El orden lógico de la oración debiera ser:

¿Qué te ha parecido esta explicación? ¿Crees que serás capaz de diferenciar a partir de ahora estas figuras retóricas?