Cuando era niña había que viajar veinticinco kilómetros por un camino de tierra para llegar al pueblo más cercano. Si necesitabas ir a la ciudad, entonces eran treinta. Donde vivíamos no llegaban los carteros, había que ir al correo y revisar la casilla a la que llegaba toda la correspondencia.
Desde muy pequeña me aficioné a la escritura epistolar. Me gustaba el ritual de escribir, darle a mi padre para que enviara la carta y esperar ansiosa la respuesta. Así me he hecho de varias amistades, algunas que todavía mantengo.
Ahora recibo muchas menos cartas, alguna que otra de personas también aficionadas al género y que todavía prefieren el papel. Por lo demás, y como imagino la mayoría de ustedes, me he volcado por el correo electrónico. Algo más instantáneo, eficiente y económico.
Por qué nos importan las epístolas
En cartas quedaron plasmadas las hazañas más grandes de la humanidad, los perfiles sociales y humanos de los artistas más famosos y las máximas que todavía al día de hoy nos acompaña. La escritura es el único medio capaz de conectar las diversas etapas de la humanidad, de plasmar lo que ha ocurrido, y de eternizarlo, al menos mientras duremos como especie.
Desde tiempos inmemoriales las epístolas ocupan un lugar primordial en la construcción de nuestras sociedades; permitiendo la comunicación no solo entre individuos contemporáneos sino de generaciones separadas por muchos años. ¿Cuánto sabríamos de Emily Dickinson si no fuera por las cartas que cuidadosamente guardó en su dormitorio?
A través de las cartas se ha ido escribiendo esa parte de la historia más emotiva, la que no aparece en los libros de textos pero que sin duda nos revela la faceta viva de cada tiempo. La forma en la que se construían las relaciones y el lugar que las emociones ocupan en las personas que las escribían.
Ahora estamos acostumbrados a sentirnos invadidos por mensajes escritos. Conviven múltiples formas de mensajería, que manifiestan la forma en la que han ido evolucionando los mensajes por correo electrónico. Y todas estas formas derivan de la escritura epistolar tradicional. La comunicación de nuestros días casi totalmente basada en medios electrónicos, no podría ser posible sin esas cartas que yo esperaba con tanta ansiedad y que abría con cautela para evitar que el sobre se rasgara.
El correo electrónico invade nuestra rutina
Hay una relación muy estrecha entre la escritura epistolar y la redacción de un correo electrónico. La comunicación postal y la electrónica, pese a sus numerosas diferencias, se parecen en algo fundamental. Ambas desean comunicar algo de una persona a otra, repitiendo similares modelos: formal o informal, dependiendo de la persona a la que van dirigidos y la relación que existe entre destinatario y remitente.
Según lo definió López Alonso, son dos géneros diferentes que pertenecen a un mismo discurso epistolar del cual heredan algunas propiedades comunes. Entre los aspectos semejantes podríamos señalar el esquema de interacción, la funcionalidad pragmática, el régimen enunciativo y la organización paratextual. Es interesante sobre todo esto último, la herencia de iconos (sobre, papel para el nuevo correo,etc) e incluso de la terminología que el correo postal ha obsequiado al electrónico (buzón, correo, enviar, responder).
No obstante, pese a las semejanzas también existen diferencias. El correo electrónico se sitúa en un espacio virtual. Para leerlo no tenemos que llegar hasta un lugar físico en particular, basta que tengamos una conexión a Internet. Eso es sin lugar a dudas lo que lo vuelve más práctico y útil en esta época.
Las pérdidas de la modernidad
En el correo electrónico los textos tienden a ser más cortos. Un poco porque se espera que así sea, y otro poco porque es necesario amoldarse a los tiempos y vivimos en una época donde los microtextos han adquirido más popularidad que los textos extensos, debido a que ya no disponemos de tanto tiempo para leer las misivas, porque por día nos llegan decenas o cientos de ellas.
Además, existe una comunicación más fluida. Esto nos permite decir pocas cosas y esperar una respuesta. Lo que significa que la comunicación se diversifica, asemejándose más al habla coloquial que epistolar. Sumado a esto, el hecho de que vivamos inmersos en una realidad de ritmo más acelerado que la de antaño, nos obliga a suprimir las formalidades de apertura y cierre de los mensajes epistolares (el saludo y la despedida).
Todo esto también lleva a un empobrecimiento del lenguaje. ¿Cuántas veces revisamos nuestros mensajes? Este hábito es cada vez menos común. No controlamos los errores en lo que escribimos y, de hecho, los errores parecen no importarnos. Más allá de que tenemos pretextos para justificarlos «tenía mucha prisa«, «el maldito corrector del teléfono…» o «en estas cosas nunca sé qué estoy mandando«… Por nombrar algunos ejemplos. Y esto deriva en que cada vez se le preste menos atención a los errores ortográficos, y también se descuidan aspectos gramaticales y estructurales. Llegando a mantener comunicaciones sumamente deficientes. Quiero dar un ejemplo que me ha ocurrido recientemente al contactar interesada en una casa de alquiler.
Yo: «Buenas tardes. Quisiera saber si es posible vivir allí sin contar con un coche. Me ha gustado mucho la casa y el terreno, pero no dispongo de esa movilidad. Muchas gracias. Saludos«.
Respuesta: «No necesita coche»
Yo: «¡Genial! ¿Cuándo podría ir a verla? Desde ya, muchas gracias. Saludos»
Respuesta:»Perdona creo que no me has entendido te hace falta coche lo siento»
Yo: «Ah, jijiji, es que faltaba la coma… Gracias de todos modos. Suerte y saludos.»
Un fallo en la puntuación puede perjudicar a ambas partes, haciéndoles perder tiempo y energía. Si la primera respuesta hubiera sido: «No, necesita coche» (descontando la poca amabilidad) habría resumido la comunicación a dos o tres correos como máximo. Y en el segundo mensaje ¿tanto costaba utilizar puntos y comas?
Las emociones escritas
Pese a estos fallos cotidianos que a veces vuelven complicado el entendimiento, incluso entre personas que se conocen de sobra, la correspondencia instantánea nos ofrece una serie de herramientas que pueden ayudarnos a enfatizar nuestro estado de ánimo, a fin de establecer una comunicación más intima. Por ejemplo, a través de la repetición de ciertas grafías, como signos de exclamación, puntos y comas, podemos expresar emociones de una forma codificada. Ejemplos: » «Holaaaaaaa!!!!» «En serio?????», «Bien!!!!».
Estas características del habla coloquial llevadas al campo de lo escrito pueden enriquecer muchísimo la comunicación y, posiblemente sean las responsables de que la mensajería electrónica parezca más fresca y auténtica. Se trata de lograr una comunicación instantánea (coloquial) sin escuchar ni ver al otro, utilizando una herramienta que no utilizaríamos si estuviéramos con esa persona (escritura). Para ello debemos tomar lo mejor de una y otra comunicación y enriquecer el mensaje escrito con emoticones y otros elementos que nos ayuden a comunicar las emociones de una forma más clara y simpática.
Ciertamente, la vida se ha vuelto más sencilla y también más acelerada por lo que sí o sí necesitamos adaptarnos a los tiempos y las herramientas, si queremos compartir con otras personas lo que hacemos.
El correo electrónico no reemplaza los medios tradicionales, como la literatura digital no nos alejará definitivamente del papel, pero nos permite discriminar entre cuáles son las cosas que podemos comunicar a través del mensaje instantáneo. De modo que a esas cartas que enviamos por correo postal podamos dedicarle un tiempo especial y lo hagamos con la misma ilusión que lo hicimos cuando teníamos unos pocos años y nada sabíamos de este presente abarrotado de tecnología.
Comentarios3
Ahora entiendo porque rehúyes los teléfonos... 😉
Interesante Artículo!.. El ejemplo de la coma (,) estuvo extraordinario!... cuántos problemas se han suscitado en un escrito en materia judicial por la falta de una coma o una coma mal colocada!... Igual sucede con los "porque", por qué .. a veces no sabemos si se está haciendo una pregunta o afirmando algo... jejejje
gracias,esto me hace recordar cuando le escribía mis sentimientos a mi novia(ahora esposa), lo hacía con mas confianza que ahora en un mensaje.a mi parecer en la carta hay sentimiento que no se logra en el mensaje electrónico.
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