Curiosidades sobre Alejandra Pizarnik

Si hablamos de la literatura argentina, tenemos que hacer mención obligada a Alejandra Pizarnik (1936 – 1972). Y es que esta escritora ha sido y es un referente de dicho ámbito cultural, en el que destacó, sobre todo, por su carrera como poetisa.

Su legado cuenta con un valor incalculable y eso ha hecho que miles de lectores de todo el mundo no duden en disfrutar del mismo continuamente. Y a todos esos y también a quienes dicha pluma les es prácticamente una desconocida, les queremos descubrir algunas de las curiosidades más interesantes de la vida y obra de esa mujer:

Su familia era de origen judío-ruso.
Desde su tierna infancia arrastró una serie de problemas que marcarían toda su vida y que influyeron de forma notable en su baja autoestima y en su «fragilidad» en materia de salud. Nos estamos refiriendo al acné, al asma y a su facilidad para ganar peso. Y a ellos se unió el hecho de que siempre se la comparaba con su hermana, que parecía la «hija perfecta».
Tan baja autoestima tenía que incluso en algún momento llegó a consumir anfetaminas para intentar sentirse mejor y evadirse de la realidad.
Siendo muy pequeña empezó a desarrollar su gusto tanto por la pintura como por la literatura.
Entre sus autores de referencia se encontraban algunos tan importantes y reconocidos como el poeta francés Arthur Rimbaud (1854 – 1891) o el estadounidense William Faulkner (1897 – 1962).
Tuvo muy claro que, tras acabar Bachillerato, iba a estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires. Y así lo hizo, aunque no llegó a acabarlos.
Sentía mucho interés por temas tales como la muerte, la extranjería e incluso la orfandad.
A lo largo de su vida, también Alejandra Pizarnik tuvo problemas de ansiedad. De ahí que tuviera que acudir a terapia. Precisamente fue la literatura la que la ayudó a hacerle frente a aquellos, a sentirse liberada.
Una de las etapas más prolíficas, enriquecedoras y felices de la poeta fue la que pasó viviendo en París. Durante la misma, por ejemplo, conoció a muchos autores, comenzó a traducir las obras de ilustres escritores, publicó poemas y llegó a estudiar literatura francesa y religión en La Sorbona.
Mantuvo amistad con grandes escritores como Octavio Paz y Julio Cortázar. En concreto, se considera que estos pudieron ayudarla a comenzar a trabajar en la revista Cuadernos.
Precisamente Octavio Paz fue quien realizó el prólogo de su poemario Árbol de Diana (1962).
Tras regresar a Argentina se encontró con el reconocimiento del sector literario y del público.
Muchos estudiosos de su vida han destacado que su vida amorosa fue muy azarosa y que mantuvo relaciones tanto con hombres con mujeres. No obstante, consideran que en realidad era homosexual.
Uno de los hechos trágicos que más marcó su vida fue la muerte inesperada de su padre en el año 1967 por culpa de un infarto. Ese fallecimiento trajo consigo que no solo su obra se volviera más «oscura» sino que sus problemas personales y emocionales se incrementaran. Y a ello tampoco ayudó el que fuera vista a nivel literario y social como una «enfant terrible». De ahí que acabara ingresada en un psiquiátrico, tras dos intentos de suicidio.
Se quitó la vida con 36 años, ingiriendo pastillas justo el fin de semana que se le había dado permiso para salir en el citado centro psiquiátrico. Dejó un mensaje escrito en el espejo de su cuarto: «No quiero ir nada más que hasta el fondo».