Si te gusta el teatro, seguro que conoces al dramaturgo alicantino Carlos Arniches (1866 – 1943). Y es que él no solo contó con un gran éxito en su tiempo sino que, además, nos ha legado obras que han pasado ya a la historia de la literatura española como clásicos. Nos estamos refiriendo a sainetes y comedias tales como Es mi hombre (1921), El santo de la Isidra (1898) o El pobre Valbuena (1904).
En este caso, lo que queremos es descubrir un poco más en profundidad la vida y la obra de este autor. Y para eso lo que vamos a hacer es centrarnos en algunas curiosidades al respecto, como son las siguientes:
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Nació en Alicante en el seno de una familia humilde, ya que padre trabajaba como operario en una fábrica de tabaco.
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Estudió Derecho en Madrid.
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A Carlos Arniches le interesaba mucho la política, tanto es así que llegó a militar en el carlismo. Es más, fue candidato a las Cortes en 1910, pero no logró convertirse en diputado.
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Aunque es conocido fundamentalmente como dramaturgo, no hay que pasar por alto tampoco que también cultivó otros géneros como la poesía. Obras enclavadas en esta son ¡Quién fuera chino! (1893), No le tapes la cara (1901) o Un pecado mortal (1893).
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También trabajó como libretista de zarzuelas para los grandes maestros del género como fueron Federico Chueca o Ruperto Chapí. Precisamente este último fue quien le ayudó a entrar en el mundo teatral de la capital.
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Con el estallido de la Guerra Civil, decidió marcharse del país con su mujer e hijos. En concreto, viajaron hasta Buenos Aires, donde vivieron cuatro años tras los cuales regresaron a España.
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Se le atribuye haber sido el creador de la llamada tragedia grotesca.
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Muchas de sus obras teatrales las creó en colaboración con otros autores. En concreto, con quienes más trabajó fue con Celso Lucio, con el que creó obras como Los secuestradores (1892) o El cabo primero (1895), y con Gonzalo Cantó Vilaplana. Con este último dio forma a obras como La leyenda del monje (1890), Candidato independiente (1891) o Las guardillas (1890). Es más, a veces, colaboraron los tres juntos y de ello son buena muestra Las campanadas (1892) o Los mostenses (1892).
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Si por algo se caracterizaron las comedias y sainetes de Carlos Arniches es porque la gran mayoría de ellas transcurrían en Madrid y sus personajes hablaban de una forma «chulesca» y castiza.
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Su bibliografía se compone de unas 270 obras de teatro que fueron estrenándose a lo largo de cuatro décadas.
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Una de las características en torno a la obra de este autor es que consiguió siempre la fidelidad del público, al que «convencía» con sus chistes y frescos. No obstante, hubo escritores que le criticaron mucho por considerar que en sus trabajos había demasiada «vulgaridad» por los personajes que tenían y por la manera de hablar y comportarse de esos.
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Este autor tiene una calle en Madrid que lleva su nombre. A la inauguración de esta, que se sitúa en el centro histórico y concretamente junto al famoso Rastro, como no podía ser de otra manera acudió el propio Carlos Arniches.
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