Hablar de la literatura francesa es hacer referencia de forma casi obligada al escritor Honoré de Balzac (1799 – 1850), que es uno de los mayores exponentes de la llamada novela realista de aquel momento. Es más, es un relevante referente para muchos escritores de generaciones posteriores gracias a la realización de su gran obra maestra titulada La comedia humana (1830).
Precisamente por todo lo expuesto es conocida mundialmente a esa pluma. No obstante, aún existen curiosidades de su vida y de su bibliografía que no todo el público conoce. Por ese motivo, a continuación, vamos exponer algunas de esas singularidades:
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Su padre (Bernard-François) procedía de una familia de campesinos de Tarn, pero en un momento determinado decidió abandonar el lugar para marcharse a París y allí encontrar una vida mejor. Y lo logró al tiempo que comenzó a presumir de tener una familia aristocrática, lo que era mentira, y para eso sustituyó su apellido Balssa por el de Balzac.
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Tuvo un hermano mayor, Louis-Daniel, que falleció cuando solo tenía un mes.
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Sus biógrafos coinciden en señalar que Balzac estuvo marcado toda su vida por la falta de apego y cariño con respecto a sus padres. Y eso fue debido, en parte, a que ya desde temprana edad sus progenitores le dejaron al cuidado de una nodriza. Esa situación hizo que durante los primeros cuatro años de vida viviera alejado de aquellos y solo pudiera verles, en una visita de cortesía, los domingos. Después, esa separación emocional se incrementó cuando fue enviado a un internado, donde pasó siete años.
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En su juventud, agobiado por las presiones de su madre para que fuera “alguien de provecho” y su falta de cariño, intentó suicidarse arrojándose al río Loira.
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Su primera obra, titulada Cromwell (1819), se convirtió en un verdadero fracaso. De ahí que en los años siguientes escribiera distintas novelas cortas de folletín con distintos seudónimos con las que sí triunfó.
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Durante toda su vida tuvo una salud muy frágil y se considera que en parte a eso contribuyó sus largas sesiones de trabajo escribiendo. Y es que, según se ha podido saber, podía pasarse escribiendo 16 horas al día.
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Era un fanático del café negro y es que lo bebía de manera contundente para poder llevar a cabo sus sesiones maratonianas de trabajo. Tanto es así que se ha manifestado que podía tomarse un total de cincuenta tazas al día.
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Nunca consiguió tener mucho éxito con los negocios pues los que llevó adelante acabaron siendo una verdadera ruina. De ahí que durante mucho tiempo de su vida contara con unas enormes deudas.
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Uno de sus escritores favoritos y que le sirvieron de referente fue Walter Scott.
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El gran amor de su vida fue la condesa polaca Ewelina Hanska. La suya fue una relación un tanto peculiar por muchas razones: durante muchos años se mantuvo mediante cartas y mensajes publicados en un periódico sin que se conocieran, ella estaba casada y le escribía por puro entretenimiento, parece ser que tras mucho tiempo insistiendo Balzac consiguió que se casara con él pero básicamente porque ella creía que le quedaba poco tiempo de vida…
Comentarios1
Qué vida tan triste. En estos casos es de admirar la naturaleza humana. Ante tantas dificultades y frustraciones consiguió sacar a relucir su talento. Me encanta esta sección, María. Felicidades.
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