Sin lugar a dudas, una de las obras más importantes de la literatura del siglo XX y de toda la historia en general es En busca del tiempo perdido (1913-1927), que además ejerció un peso relevante dentro de lo que es el arte e incluso la filosofía. Y su autor no es otro que el francés Marcel Proust, quien optó por plasmar en ese trabajo la realidad de la sociedad que le tocó vivir, los cambios que estaba experimentando la misma e incluso la hipocresía latente en ella.
Por ese libro, compuesto por siete partes, fue y es reconocido dicho autor, del que hoy queremos conocer más. Y lo vamos a hacer poniendo sobre la mesa singularidades o curiosidades de su vida y de su bibliografía que no todo el mundo sabe:
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Nació en el seno de una familia adinerada, lo que permitió no sólo tener acceso a una buena formación educativa sino también a ambientes aristocráticos donde se codeó con las mentes más ilustres de aquel momento. Todo eso sin pasar por alto que precisamente gracias a esa posición social que tenía se pudo permitir el vivir muchísimo tiempo sin hacer otra cosa que escribir, a pesar de no gozar de gran éxito hasta los últimos momentos de su vida.
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Uno de sus mejores amigos de la infancia fue Jacques, el hijo del famoso compositor Georges Bizet.
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Era un fiel seguidor de la carrera de Víctor Hugo.
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La figura de Marcel Proust no pasaba desapercibida a nivel personal. Para algunos era alguien encantador, amable y con una locuacidad magnífica, mientras que para otros era simplemente un snob.
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En el mismo año, 1895 en el que Oscar Wilde era condenado a prisión por su condición de homosexual, el autor francés que nos ocupa descubrió el amor y la pasión en otro hombre: Lucien Daudet, el hijo del escritor Alphonse Daudet.
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Su débil salud, debido a su asma, y el fallecimiento de sus padres provocó que cayera en un profundo pozo emocional que le llevó a tomar la determinación de aislarse del mundo. Así, a partir de 1907 permaneció recluido prácticamente durante varios años en su hogar en París centrado en la escritura de En busca del tiempo perdido, que tiene numerosos tintes autobiográficos.
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La primera parte de su obra maestra fue publicada en el año 1912 con el propio dinero del autor, ya que fue rechazada por la editorial Nouvelle Revue Française.
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Su más notable reconocimiento le llegó en el año 1919, el Premio Goncourt, tres años antes de que falleciera.
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Las tres últimas partes de su gran obra fueron publicadas de manera póstuma gracias al esfuerzo de sus seres queridos, concretamente de su hermano (Robert).
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Se considera que la persona que más influyó y que más importó a Proust fue su madre. Tanto es así que se ha transmitido la historia de que la última palabra que pronunció antes de morir fue precisamente “madre”.
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Aunque en la sociedad de aquel momento se tenía claro que era homosexual, no lo reconoció nunca y, es más, tuvo relaciones sentimentales relevantes con mujeres. Sin embargo, a lo largo de la historia han trascendido, por ejemplo, sus visitas a prostíbulos masculinos.
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