Hablar del modernismo en literatura y, sobre todo, del experimentalismo en el siglo XX es hacer mención obligada al escritor irlandés Samuel Beckett (1906 – 1989). Un autor que se convirtió en referente de esas propuestas y también del llamado teatro del absurdo gracias a obras tan alabadas como sería el caso de Esperando a Godot (1952).
Por todo ello es conocida esta pluma, que hoy queremos descubrir un poco más en profundidad y para lograrlo nos vamos a centrar en lo que son algunas de sus curiosidades más significativas, ya sean de su vida o de su obra, entre las que están las siguientes:
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Durante su juventud fue un gran aficionado al ajedrez y también un estupendo deportista en varias disciplinas como el tenis, el rugby y el cricket.
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Le apasionaban, además de la literatura, el arte y la música.
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Quien le comenzó a despertar el gusanillo por la escritura y la literatura en general fue un profesor que tuvo en el Trinity College de Dublín. Nos estamos refiriendo a Thomas B. Rudmose-Brown, que le permitió descubrir a autores tales como Dante.
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Le encantaba el cine cómico protagonizado tanto por “El gordo y el flaco” como por Chaplin.
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Samuel Beckett mantuvo una gran amistad con otro de los escritores irlandeses más importantes de todos los tiempos. Nos estamos refiriendo a James Joyce. Es más, aquel ejerció como asistente de este para la preparación de su novela titulada Finnegans Wake (1939). Y no solo eso sino que mantuvo una relación con la hija de Joyce, Lucia.
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En el año 1929 fue cuando publicó su primer relato, que llevaba por título Conjetura.
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En 1932 escribió su primera novela: Dream of Fair to Middling Women, que fue rechazada por varios editores.
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Mantuvo una “enemistad” con Ernest Hewinghay, al que conoció en París de mano de la editora Sylvia Beach. Si a Beckett le cayó mal el escritor estadounidense es porque criticaba abiertamente la novela Ulises de su amigo Joyce.
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En el año 1938 fue apuñalado en París por un proxeneta y consiguió sobrevivir de milagro porque el arma le pasó junto al corazón.
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A pesar de haber tenido una vida amorosa muy ajetreada, en la que llegó a estar con tres mujeres a la vez, consiguió “sentar la cabeza” al conocer a la jugadora de tenis Suzanne Dechevaux-Dumesnil. La conoció en 1938 y ya no se separarían nunca. Tan importante fue esta relación para el autor que, a pesar de alguna crisis que tuvieron, llegaría a manifestar que “todo se lo debo a Suzanne”.
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Se considera que muchas de las conversaciones o diálogos absurdos que aparecen en alguna de sus obras vienen a ser meras transcripciones de las que mantenía con Suzanne.
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Era un hombre austero, al que no le gustaba la fama y aficionado al alcohol, según algunos expertos en su figura.
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Quizás no lo sepas pero se integró en la Resistencia Francesa durante la Segunda Guerra Mundial y llegó a suscribir, en 1967, un manifiesto en contra de Francisco Franco.
Comentarios1
Qué interesantes curiosidades. Menos mal que el proxeneta no acertó de pleno.
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