Hoy les traigo otro título para el desván de los libros perdidos. Una historia que puede ser interesante para leer o releer en esta época del año. Lo publicó John Ajvide Lindqvist y la traducción que ha recibido en nuestro idioma es «Déjame entrar».
Lindqvist (1968) es un escritor versátil que ha sabido dar vida a numerosos y variopintos personajes, aunque su verdadera fama la adquirió con sus historias de terror en las que siempre incluye elementos de fantasía.
Además de ser novelista, se dedica a escribir guiones para cine y televisión, que también se caracterizan por ambientes poco precisos donde siempre hay un misterio de fondo que cautiva a los espectadores con la misma intensidad que lo hacen sus novelas a los lectores. Cabe mencionar que en varias ocasiones Lindqvist ha declarado ser un asiduo lector de Cortázar, lo cual se deja en evidencia cuando comienzas a leerlo.
Una amistad intensa
«Déjame entrar» relata la historia de un niño llamado Oskar que vive completamente aislado emocionalmente. En el colegio es el hazmerreír de sus compañeros y no tiene ningún amigo; en su casa, se pasa las horas solo, completamente abandonado. Pero su vida cambia para siempre cuando conoce a Eli, una niña que se muda a la casa de al lado. A medida que la va conociendo Oskar comienza a presentir que ella tampoco es normal: un misterio bien guardado rodea la vida de la niña. Además de ser capaz de resolver el cubo de Rubick, Eli, despide un olor muy característico que Oskar no puede identificar con otros percibidos antes en su vida y jamás siente frío. Eli viene acompañada de un hombre que siempre está dentro de la casa y que ella presenta como su padre. Una pareja un tanto extravagante que no sólo llama la atención de los pobladores sino, especialmente, la de Oskar.
Oskar pasa del interés a la fascinación y más tarde al enamoramiento insostenible; no hay nada que puedan hacer para separarlos: se pasan las tardes juntos y parecen olvidarse de que hay otras personas, sólo existen ellos.
A su vez, en el pueblo en el que viven comienzan a sucederse una serie de crímenes extraños que lleva a que la policía declare que se trata de un asesino en serie; aunque entre las víctimas parece no haber una relación aparente. La duda se siembra en el pueblo del mismo modo que hurga dentro del corazón de Oskar. A partir de esa intriga se va abriendo y explicando la historia que se caracteriza por un buen manejo de la tensión y un interesante giro.
Creo que con estos datos muchos de ustedes irán corriendo a comprarse el libro y a disfrutar de esta bellísima historia.
Ambientación y personajes
Otro elemento a destacar de esta novela, lo que la embellece considerablemente, es la forma en la que se halla ambientada. Lindqvist consigue pintar de una forma mágica el pueblo, el invierno desgarrador de los países nórdicos, la fortaleza de los cuerpos, la necesidad del calor, del cariño. Además, es una historia que permite reflexionar sobre las diferentes formas que cobra el abuso (escolar, psicológico, sexual) y sobre otras calamidades que aquejan a nuestras sociedades. Por supuesto, tratándose de una novela que podría ser calificada como «apta para todo público» el autor permite pensar sobre esos temas sin mencionarlos de una forma completamente directa, evitando el mal gusto y valiéndose de un lenguaje apropiado y sincero.
Una buena historia de terror que combina el misterio y el drama puede cambiarnos la vida. Dependiendo de cuándo la leamos, sí; pero me temo que siempre, cuando se combina buena literatura con historias contundentes y emotivas sucede esto. Estoy convencida de que «Déjame entrar» es una de esas buenas historias que nos cambian la vida de algún modo.
Es una novela que no puedes dejar de leer porque de un capítulo pasas al siguiente y quieres quedarte a vivir allí, aunque afuera haya muerte y terror, en esa relación tan cercana de los dos pequeños. Y la forma en la que Lindqvist escribe sobre ellos, los acerca y cuida de esa amistad es una de las cualidades más asombrosas y destacables de esta novela. Además es una buena lectura para visualizar la forma en la que es conveniente narrar si se desea darle protagonismo al ambiente. Me atrevería a decir que, en ese sentido, Lindqvist es un maestro en la narración de los espacios abiertos y cerrados: es imposible no estar allí cuando le lees.
«Déjame entrar» es una novela que no podía faltar en nuestro desván de los libros perdidos; por eso he querido quitarle el polvo que había acumulado en mi memoria. Espero que les guste y que se animen a leerla y con ella alguna otra de las historias que les he propuesto en este ciclo. Y ya que hoy les traje una historia de terror voy a recordarles otras tres del mismo género:«La cara del miedo», de Nikolaj Frobenius; «El muñeco», de Daphne Maurier o «La serpiente Uróboros», de Eric R. Eddison.
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