Según Amos Oz aquellos lectores que exigen al autor reconocer si la novela que ha publicado es o no autobiográfica, son malos lectores. El verdadero lector, el apasionado, no necesita saber si la historia que acaba de leer ha sido vivida realmente por el autor, porque para él todas las historias son reales y posibles.
Dicho esto, convendría agregar que la obra de Delphine de Vigan es extraordinaria no porque la autora haya reconocido que es autobiográfica sino porque cuenta con todos los elementos que deben tener las grandes historias: riqueza literaria, trama elaborada y verosimilitud.
El tono en Delphine de Vigan
Como bien lo expresa Marcos Ordoñez, si bien en una narración la historia es importante, si no se acierta con el tono, se malbarata. Y agrega que solo llega al corazón lo que sale del corazón. Con esta frase me he quedado, porque pienso que para encontrar un buen tono, quizás el truco resida en dejarse llevar y ser lo más visceral que se pueda.
Ordoñez lo dice de la obra de Delphine de Vigan y no se equivoca. En ella si hay algo que queda claro es que escribe con las tripas en la mano. Sin temores, sin barreras. Con una frescura inquietante. Parafraseando a Ordoñez, de Vigan tiene éxito porque tiene corazón, tono y mirada.
La locura
Locura es una palabra a la que rehuimos. Pero, cuanto más insistimos por dejarla a un lado, más cerca de nosotros se ubica. Está ahí acechándonos. Por lo tanto, temerle, negarla, huirle, solo son acciones que nos llevarán a abrazarla con una conciencia férrea y una estabilidad impredecible. Es lo que le ocurrió a Lucile, la protagonista de esta historia, esa joven radiante de la portada que a lo largo de la obra se va zambullendo cada vez más en las fauces de una realidad desconocida y atroz.
«Nada se opone a la noche» es una tristísima historia donde la locura tiene más protagonismo que la propia Lucile y cuyo desenlace dramático no puede ser otro que el suicidio.
La historia comienza con el final, porque la muerte siempre es un final y un comienzo (ese juego con los tiempos es algo que Delphine ha sabido manejar de maravilla). La muerte es la sombra que llega para demostrar que los secretos mejor guardados pueden salir a la luz de improviso, del mismo modo que la vida puede esfumarse. Esos velos que mantienen ocultos los secretos familiares se corren y el misterio desaparece, dejando a la intemperie una cruda y, muchas veces, pestilente verdad. Porque lo peor ocurre en las mejores familias. Porque la muerte reaviva los abusos, los golpes y la naturaleza real de los conflictos familiares.
Secretos de familia
Me parece sumamente interesante la creación de ese personaje, Lucile, la madre de Delphine. Es muy enriquecedora la forma en la que se te mete en la piel y consigue que empatices con ella y con su sufrimiento.
Todo esto me ha llevado a preguntarme cuál fue el objetivo de la autora al narrar esta historia. ¿Buscaba crear un personaje que los lectores pudieran querer o intentaba hacer de su madre un ser al que ella pudiera amar y acaso perdonar? Pero más tarde me dije ¿importa realmente eso? Sea cual sea la verdad, es su verdad y tiene validez. Y sea con el primero o el segundo objetivo, en ambos casos me parece una tarea delicada, dolorosa y llena de vértigo, y la admiro por ello.
Por lo visto, para Delphine las cosas no han sido fáciles. Y no por las experiencias traumáticas que ha debido afrontar en su vida, que también. Sino porque desde que se publicó este libro que dejó a la vista las historias de su familia, las relaciones con su padre han empeorado. Dice:
Todos escribimos verdades, nuestras verdades, las que nosotros creemos. Y también escribimos contra otras verdades, las que otros cuentan. La falsedad no enfrenta la verdad con la mentira, sino verdades que son incompatibles.
El límite entre realidad y ficción
La frontera que divide la realidad de la ficción está donde deseamos que esté. Lo que ocurre en una historia es real si lo dejamos ser, si lo creemos. Para Delphine esta novela se encuentra al límite entre lo real y la ficción, y consistió en una búsqueda para descubrir los detalles de la muerte de su madre y las razones que la llevaron a quitarse la vida.
Asegura que para ella la escritura en sí misma es una búsqueda personal de la verdad. Y esto queda en evidencia al leer sus novelas: la última, mencionada más arriba, y «Días sin hambre» (en la que relata su paso por una clínica para rehabilitarse de anorexia). Ambas historias se encuentran entrelazadas y tienen un elemento común: la literatura como herramienta para la salvación.
La literatura se cuenta a sí misma y aunque nos hayan hecho creer que la historia es una y el resto son versiones ¡no estoy de acuerdo! Existen tantas historias como personas las recuerdan, al igual que existen tantas realidades como personas y animales habitan la tierra.
Coincido completamente con Amos Oz. Me parece que no es tan relevante el carácter autobiográfico de estas obras sino, como dice Ordoñez, el tono con el que han sido escritas. Y, me siento muy identificada con las siguientes palabras de Delphine Vigan.
Comentarios1
Me encantan las últimas palabras de Delphine. Estoy totalmente de acuerdo con ellas. Anotaré a la autora en la mochila de pendientes 😉
¡Una excelente elección! 🙂 Besotes.
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