Hace unas semanas repasábamos la vida de algunos escritores que padecieron algún tipo de trastorno emocional o psicológico.
La lista de escritores considerados «locos» es muy amplia, y se extiende hasta nuestros días. En algunos casos se sabe a ciencia cierta qué enfermedad los aquejaba, en otros, llevan esa etiqueta por haberse caracterizado por vivir de formas extravagantes o por tener gustos o inclinaciones inapropiadas o extrañas.
Robert E. Howard
Robert E. Howard es uno de los autores que no podemos dejar fuera en una lista de estas características.
A diferencia de lo que suele creerse, la literatura no es algo innato; es una vía de escape para determinadas situaciones (lo sepamos o no). Una vía de escape que en algunos casos termina convirtiéndose en una vocación o incluso profesión, pero cuyo origen reside en las experiencias vividas.
En el caso de Howard, su infancia solitaria lo acercó a los libros de forma obsesiva e ineludible. Y su estrecha relación con su madre y la ausencia del padre lo fueron llevando a convertirse en un hombre reservado e introvertido, con quien era difícil establecer una comunicación fluida. Sus pocas relaciones fueron con otros autores de características similares, como Lovecraft, con quien mantuvo correspondencia durante mucho tiempo.
Howard era un hombre solitario cuya intensa relación con su madre lo llevó a volverse un hombre tan triste y dependiente de su madre que cuando ella entró en un coma debido a la tuberculosis que estaba consumiéndola, Howard se quitó la vida, pues no podía concebirla sin su madre.
Anne Sexton
Anne Sexton es otra figura fundamental de la literatura. Creadora de versos intensos e intimistas, capaces de hacerte sentir que puedes tocar el universo de su autora. Su infancia se encontró marcada por los maltratos de un padre a quien su madre no abandonaba para que la niña no se quedara sin padre; esas cosas irrisorias que tiene la vida.
Como era de esperarse, este hecho condicionó inevitablemente su vida, al punto de no poder desear la maternidad (tampoco supo huir de ella: en dos ocasiones fue madre). Sus depresiones posparto la llevaron a sumirse en la más profunda tristeza y fue gracias a un médico que la trató que se inclinó por la escritura para canalizar esa angustia. Y surgió una poesía muy intensa con la que se sentirían identificados muchísimos lectores.
Dicen que el arte puede servir para cauterizar, yo no estoy tan de acuerdo: tener conciencia de los hechos es importante pero también lo es aceptar que las heridas del pasado son irreversibles; se puede seguir pero nunca curarse. En el caso de Anne Sexton tampoco fue posible seguir, se quitó la vida a los 28 años, dejando una obra puramente confesional en la que ponía de manifiesto sus enormes dificultades para sobrevivir contra su depresión.
J. D. Salinger
El último de los autores de este lista (sumamente reducida) es Salinger, el creador de El guardián entre el centeno una de las obras emblemáticas del mil novecientos.
De la vida de J. D. Salinger se sabe muy poco: escondido del mundo, huyendo de la prensa deseoso de no ser encontrado por las cámaras; uno de los escritores más importantes del siglo XX intentó a toda costa que su vida no fuera tomada en cuenta por la prensa; casi lo consigue.
Su intimidad era tan importante que en 59 años sólo concedió una entrevista, y fue para el New York Times, para la misma puso la condición de que se desarrollara telefónicamente. Durante ese tiempo, Salinger hizo lo que creía que tenía que hacer: escribir y enemistarse con aquellos periodistas insistentes que intentaban meter sus narices en su vida.
¿Quién le habría dicho a este misterioso hombre e indiscutible talento de las letras que sería su propia hija, Margaret, quien sacaría a la luz esas mismas verdades por cuyo encubrimiento él había luchado tanto? Esa biografía de Margaret nos muestra a un hombre con ciertas costumbres extravagantes, su cercanía con la religión budista y su repudio al sexo.
Sin lugar a dudas, no podríamos decir que era una persona a la que el común de la gente llamaría «normal»; no obstante, parece tan débil la línea que separa la cordura de la enfermedad. ¿Acaso desear el olvido puede ser necesariamente padecer una enfermedad mental? De ser así ¿no estaremos todos un poco locos o necesitaremos estarlo como Salinger, para respetar y hacer respetar aquello que consideramos prioritario?
Continúo preguntándome: ¿Para estos autores era la literatura una forma de escape o el motivo fundamental de su locura?
Comentarios4
Gracias, Tes
En algunos casos es difícil de expresar lo que sentimos y plasmarlo en un papel es la mejor forma de comunicarnos.
Tengo mi mente lúcida, pero colecciono breves biografías de POETAS SUICIDAD, y me encantó este artículo. Pero y qué decir de los poetas que aferrándose al modernismo, destruyen las formas clásicas ?
¿Será locura?
Gracias, Tes.
Saludos
[P.D.: con todo respeto, quiero sugerirte, publicar un artículo, donde se enseñen los pasos básicos para hacer "comentarios" sobre poesía u otra clase de obras literarias. Si ya lo has publicado, te agradecería, me colabores con la dirección respectiva.]
Tes: La locura es la pimienta y sal para poder acondicionar esa gran ensalada que llamamos vida. Yo uso la literatura como una tetera para sacar por fuera todo lo que me incomoda que son bastantes cosas y al escribir me purifica de una forma catártica como nada en el mundo. Es mi nepente contra el dolor. De Robert Howard te diré que su personaje de Conan el Bárbaro es tan macho y lo que le faltaba a él, le sobraba a el personaje. ¡ Ah,otra cosa curiosa muchos de ellos fuman como Salinger, Hemingway y Sexton,por lo visto necesitaban má purificación para sacarse las angustias existenciales de su vida. Excelente artículo.
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.