La ciencia ficción o la fantasía son algunos de los géneros que más han desarrollado los escritores a lo largo de la historia de la literatura. No obstante, otros muchos han preferido decantarse por reflejar la realidad del momento que les tocó vivir, una realidad que no sólo muestran de manera cruda sino que además aprovechan para criticar en los aspectos que ellos consideran que sólo son reflejo de maneras opresoras.
En este último campo, en el del género cercano a la época, es donde destacó el autor valenciano Vicente Blasco Ibáñez. Un artista de la palabra cuya obra ha sido ensalzada tanto en España como fuera del país y es que consiguió convertirse en un auténtico pintor literario de la sociedad de finales del siglo XIX y principios del XX. Y es que sus libros son realistas, naturalistas y costumbristas.
Por ello, quien quiera descubrir cómo era la forma de vivir y de entender la vida de aquel momento puede lograrlo leyendo algunos de sus trabajos más importantes como sería el caso, por ejemplo, de Arroz y tartana.
En el año 1894 fue cuando se publicó aquella novela de corte dramático donde se toma como protagonista a una familia “bien” de la sociedad valenciana del año 1900. Se trata de una familia que está preocupada por las apariencias y por ascender socialmente.
Al frente de la misma se encuentra Manuela de Fora, una mujer viuda que está obsesionada con conseguir que sus hijas contraigan matrimonio con hombres de buena posición. Este hecho hace que, por otra parte, no tenga el más mínimo respeto hacia su hijo, un joven que quiere ser comerciante y que está enamorado de una chica humilde que trabaja como costurera.
La sociedad rural española del XIX
Un reflejo de la sociedad rural del momento es, sin embargo, el libro que Vicente Blasco Ibáñez publicó en el año 1898 bajo el título La Barraca.
En este caso, gracias a él conocemos las duras condiciones de vida de las gentes que viven en pequeños pueblos sobreviviendo gracias a sus labores ganaderas y agrícolas. Gentes que están sometidas a unas normas morales muy estrictas de una sociedad anclada en el pasado.
Todo ello se nos muestra teniendo como escenario una pequeña población en la que vive el tío Barret, un hombre que tenía arrendada una finca a Don Salvador y que no puede seguir pagando la misma lo que supone que tengan lugar una serie de acontecimientos que harán que toda la comunidad le respalde y se una para evitar que nadie más vuelva a explotar aquella tierra.
Sin embargo, los planes de la ciudadanía se vienen abajo cuando llegue una nueva familia al pueblo pues la misma, necesitada de dinero, alquila dicho terreno y comienza a cultivarlo. Esto hará que todos los vecinos se le echen encima y comiencen una campaña de “acoso y derribo” que acabará con el fallecimiento de uno de los hijos de la citada familia.
Un trágico suceso que convulsionará la sociedad de la villa lo que se traducirá en una paz entre ambos grupos. Sin embargo, poco durará la tregua pues otro de los miembros de aquella se enfrentará a un vecino que lamentablemente morirá y las represalias no tardarán en llegar: la comunidad incendiará la finca y la familia se marchará del pueblo.
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