Dos libros de Rosa Chacel

Aprovechamos el aniversario de nacimiento de Rosa Chacel para hablarte de ella y recomendarte dos de sus libros más significativos.

Rosa Chacel vivió en carne propia el exilio. Durante el Franquismo se mudó varias veces, residiendo desde 1937 hasta 1977 en tres países diferentes: Francia, Argentina y Brasil. Cuando regresó a España su prosa se había nutrido de las estéticas latinoamericanas y había alcanzado una autenticidad que la convertirían en una de las autoras fundamentales de su generación. No sólo encontramos en ella una gran habilidad en el desempeño del oficio, sino que además puede servirnos para entender una época y comprender a través de la lectura las muchas dificultades que supuso haber sido mujer e intelectual en tiempos de censura y opresión.

Rosa Chacel y la escritura del exilio

Pere Gimferrer escribió en el año noventa y cuatro que la de Rosa Chacel es una de las mejores prosas posteriores a la Generación del 98. Pese a ello, si hacemos un poco de cuentas, nos encontramos con la idea de que Chacel no tiene la visibilidad que muchos hombres de su misma generación han conseguido. Es posible que en gran parte esto tenga que ver con el hecho de haber nacido mujer y de haber escrito en un período de opresión. No obstante, quizá haya algo más. Mi intuición me lleva a pensar que el estilo de Chacel fue tan innovador que aunque llamó la atención no fue del todo aceptado (y probablemente no fue comprendido) por la crítica y los lectores de su época.

Y tan peculiar es su estilo, que podríamos decir que se encuentra a mitad de camino entre una escritura directa y una expresividad más simbólica, que incluso al día de hoy no es una autora que cuente con tantos lectores. Y es que, sin llegar a ser hermética, Chacel deja transparentarse en su obra una gran variedad de guiños, matices del lenguaje, referencias, que hay que estar muy atentos para captarlas. La sensualidad y la poesía de su narrativa es uno de los rasgos fundamentales. Chacel fue capaz de mostrarnos el mundo desde una visión crítica pero sin olvidarse de la ternura, de la voz interior y de los detalles.

Y esta peculiaridad no sólo es característica de su poesía; también en sus novelas podemos encontrarla. Novelas como estas dos que te recomiendo a continuación.

La sinrazón

Si algo supo hacer Chacel fue incorporar elementos de su vida personal a la ficción como si fueran netamente elementos fantasiosos o ficcionales. En el caso de «La sinrazón», nos ofrece a un protagonista que tiene un espíritu reflexivo y está especialmente interesado en desentramar los hilos que duermen detrás de temas como el poder, el amor y los hechos azarosos de la vida.

Hay una gran preocupación por emular la estructura de la trama policial pero sin caer en el vacío de lo superficial, porque en verdad lo que le interesa a Chacel es mostrarnos el interior de sus personajes, trabajar desde su psique y sobre cómo la realidad afecta a la percepción del mundo.

Esta novela ya es interesante desde el propio punto de partida, puesto que Chacel reflexiona acerca de los mecanismos de la memoria preguntándose cómo es posible que ciertos acontecimientos los recordemos con tanta fidelidad pero que no seamos capaces de retornar a la voz, de comprender en completud quién fuimos, es decir, cómo era ese yo viviendo esa experiencia. A partir de allí nos va presentando al personaje, un joven porteño que estudia química y cómo una simple decisión, comprar un periódico, lo obligó a tomar un camino definitivo, que iremos conociendo a medida que avancemos en la lectura. Es una novela escrita con una belleza inusitada y una voz que se te queda pegada a la memoria.

Teresa

Es ésta seguramente la novela más conocida de Rosa Chacel. Y fue una historia que tardó en ver la luz porque la concluyó cuando estalló la guerra civil en España. De hecho, vio la luz durante el primer exilio de Chacel, y fue publicada en Buenos Aires.

A Chacel le interesaba el realismo, y sobre todo, quería dejar un legado que incorporara las voces silenciadas de su tiempo. En este caso, la protagonista es Teresa Mancha, una joven proveniente de una familia acomodada andaluza a quien la historia la reconoce como la amante de José Espronceda.

El tema principal del libro es la censura y la represión sentimental de la época. Entre Teresa y José surgió una relación estrechísima, llena de desencuentros pero aparentemente imposible de cercenar. Pese a las mil dificultades de la vida, y teniendo en cuenta el escándalo que suponía para la sociedad de aquel momento una relación fuera del matrimonio, ellos supieron avanzar contra viento y marea.

La gran dificultad que tuvo Chacel es que apenas existía bibliografía sobre Teresa Mancha, por lo que gran parte de la historia tuvo que recrearla usando su imaginación. Contó también, y lo usó como hilo conductor para su creatividad, con el poema «Canto a Teresa», que el propio Espronceda escribió cuando ella hubo fallecido y que es prácticamente todo lo que sabemos de este personaje.



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