Un poema de Andrés Bohoslavsky
Yo, que estoy en el medio del mar
leo el acta, que con unos cuadraditos marcados con una x
deja constancia de la muerte de mi madre.
Mientras la rompo y el viento se la lleva
depositándola en unas olas gigantes
pienso en ella con sus lentes viejos, leyendo a Chejov
o las cartas de familiares de Rusia
y en aquellos años en que era feliz, paseando con mi padre
por la playa, mientras yo corría detrás de ellos.
Me doy vuelta y la veo sentada sobre una silla
en la proa, rodeada por unos albatros que picotean restos de comida.
Me llama y me siento junto a ella, mientras saca unas fotos viejas
en paisajes extraños
junto a sus padres, y luego otras y otras, como un repaso de su vida
mientras hablamos de las cosas que quedaron sin hacer
de esos planes simples que teníamos
y ya no podremos realizar.
Giro la vista al mar y cuando me doy vuelta
para abrazarla ya no está.
A mis pies, veo la foto en que ella está delante de la casa de sus padres
en la calle de la revolución
la llevo al camarote, la pego en la pared
y me acuesto a dormir.
En el sueño, escucho su voz que me dice:
– No estés triste hijo, ya nos veremos.-
Me despierto, me sirvo un vaso de vodka
y miro por el ojo de buey la tormenta que se avecina.
Voy a la sala de máquinas, a cumplir mi turno
y la escucho nuevamente:
– Hijo, el hombre es lobo del hombre-
y me sonrío pensando en ella, en esos viejos tiempos
donde soñaba un mundo más justo
sin imaginar que nos convertiríamos en bestias.
Comentarios2
esta super esta reflexion porque nos hace pensar en que si en realidad estamos aprovechando a todos los seres querido que tenemos a nuestro alrededor porque no sabemos si al dar la media buelta ya no estaran ahi.
Andrés Bohovslaski es un excelente poeta.
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