«El emperador» de Ryszard Kapuscinski

«El emperador» de Ryszard Kapuscinski es el libro que he rescatado hoy para nuestro desván de los libros perdidos.

Si bien es cierto que se trata de una de esas obras clásicas que difícilmente hayamos olvidado, no la había incluido en este ciclo y, abocada a su reciente relectura, quise incorporarlo. Se trata de un libro que se caracterizó por romper con el estilo periodístico por el que era conocido este autor, al estrechar lazos intensos con la narrativa de ficción.

Con una habilidad impresionante Kapuscinski nos acerca a la vida del emperador Haile Selassie a través de una serie de entrevistas y de narraciones emocionantes. Este título, publicado por primera vez en 1978, ha sido traducido a muchísimos idiomas y es una de esas obras imprescindibles en cualquier biblioteca.

La bipolaridad de la realidad

En «El emperador», Kapuscinski describe de manera impoluta la bipolaridad yacente en ciertos gobiernos, aledaña sobre todo a las dictaduras: por un lado la vida ampulosa que se vive en palacio y por el otro, la miseria y los conflictos sociales que se sufren del otro lado de los muros.

Pero esta realidad no se encuentra así de dividida por la distribución de la riqueza, sino más bien por la mirada con la que se observa la realidad (aunque al final ambas características ofrezcan el mismo resultado).

A través de una escritura concreta, Kapuscinski va contando lo que ve y lo va mechando con las entrevistas; de este modo consigue un texto rotundo que se lee con facilidad y que nos permite acercarnos a la vida de ese mandatario, a los miedos de sus ayudantes, y reconstruir una parte de la historia del poder a través de una perspectiva diferente.

El emperador Haile Selassie de Etiopía, que también recibió nombres como «el Rey de Reyes», «el Muy Altísimo Señor» o «Su Más Sublime Majestad», debido a su descendencia directa del Rey Salomón, es el protagonista de esta historia. Un monarca rígido y prepotente que gobernó Etiopía por más de cincuenta años y que fue quitado de su puesto por un Consejo Revolucionario.

Durante la guerra civil que acabaría con su mandato, Selassie recibió la visita de Ryszard Kapuscinski quien se involucró sigilosamente en la vida de palacio, recorrió los contornos de un país sacudido por el hambre y las injusticias y consiguió entrevistar a algunos de los personajes más importantes de dicha corte imperial. De este modo construyó un libro sobre un señor feudal al que no terminamos de definir del todo; que por momentos parece un sesudo con dotes de mandatario y por otros, un payaso salido de una película de Tim Burton.

De este libro se han dicho muchas cosas; rescato la idea de que parece una contundente parábola sobre la autocracia y una obra literaria del más alto nivel. De hecho, para Salman Rushdie fue el libro favorito del año en que se publicó.

Kapuscinski, más allá de los géneros

Entre los aspectos a resaltar de esta obra se encuentra el exquisito humor con el que Kapuscinski se acerca a la vida del dictador etíope e intenta internarnos en su día a día.

A través de una serie de entrevistas con los protagonistas de su mandato, nos invita a vivir la lectura como una ficción, a mostrarnos que la propia realidad muchas veces tiene más tintes ficcionales que la ficción. Que todo depende de cómo contemos las cosas, más allá de lo que las cosas son, o de cómo se muestran ellas mismas. Es un libro que por momentos nos lleva a preguntarnos qué hay de realidad, qué de parodia y con la larga reflexión nos termina llevando a descubrir que la realidad muchas veces parece más una comedia que otra cosa.

Kapuscinski se caracteriza por ser un periodista con un criterio definido y un uso del lenguaje auténtico; no obstante, en este libro su estilo cobra un giro alejándose rotundamente de la crónica periodística y acercándose más a la narrativa de ficción.

La estructura de este libro son diversas entrevistas a trabajadores que se encuentran sumamente vinculados a la figura de Haile Selassie que van narrando los intersticios de la vida del emperador; sus costumbres, sus gustos, sus rebeldías. Una forma muy vívida y certera de acercarse a su mandato: a través del testimonio de quienes colaboran directa o indirectamente con el mantenimiento de la dictadura. Muchos de ellos ni siquiera dan sus nombres por temor a ser represaliados por difundir secretos de la intimidad del emperador o de su gobierno.

Leer a Kapuscinski es una forma de recordar lo cerca que el periodismo puede estar de la literatura y lo importante que resulta ésta para contar lo que ocurre en el mundo: un texto necesario sobre todo para aquellos que nos dedicamos a trabajar con las palabras para contar lo que vemos, lo que leemos, lo que nos rodea. Un libro que trasciende los géneros, como sólo las grandes obras saben hacerlo.