¿De qué forma el Posmodernismo colaboró con la difusión del Feminismo?
El Posmodernismo nació después de la Segunda Guerra Mundial y marcó un antes y un después en la historia de la literatura. En este miniciclo hemos hablado sobre la relación del Posmodernismo con el Modernismo y hemos mencionado algunas de las voces más destacadas de la poesía posmoderna del siglo XX. Hoy vamos a indagar en la influencia que el feminismo tuvo sobre este movimiento y las posibilidades que los cambios sociales propiciaron para la liberación del decir femenino, en un mundo todavía predominantemente masculino. ¡Que disfrutes de este ciclo en Poemas del Alma!
Cambios favorables para el Feminismo
El posmodernismo es un movimiento cultural, artístico e intelectual que surgió en la segunda mitad del siglo XX, caracterizado por su rechazo de las narrativas lineales, la autoridad unificadora y las categorías fijas. Se lo considera la evolución del Modernismo, y propuso numerosos cambios estéticos y de perspectiva. Cabe mencionar que, durante el Modernismo, tuvo lugar el florecimiento de una nueva poética donde lo femenino es contado, por primera vez, en primera persona y sin los filtros que el patriarcado había impuesto desde siempre en la escritura de mujeres. El Yo femenino va mutando hasta adquirir una extrema libertad, encabezada desde una actitud rebelde a la vez que melancólica donde la experiencia de ser mujer está en primer plano. El Posmodernismo llevo esta expresividad a otro nivel.
Algunas de las características del posmodernismo que colaboraron con el asentamiento del feminismo son la deconstrucción de las identidades (se desafían las identidades fijas y las categorías binarias establecidas por el sistema patriarcal y comienzan a cuestionarse los roles tradicionales de feminidad y masculinidad), la pluralidad de voces (comienzan a visibilizarse voces marginales y a tener lugar en la literatura las experiencias desde el punto de vista de las mujeres), la reevaluación de la Historia (se cuestionan las narrativas históricas y comienzan a cobrar espacio nuevas formas de contar las mismas historias, desde una perspectiva antes silenciada; la perspectiva feminista permitirá narrar la experiencia de las mujeres y su relación con la historia de las sociedades) y el uso de la fragmentación narrativa (nuevas formas de decir exigen mayor libertad y la ruptura con la tradición vio su mejor aliado estético en la fragmentación narrativa para desafiar las estructuras y los roles tradicionales de poder). Sin duda, hubo cambios significativos en la literatura que favorecieron el desarrollo del feminismo, dando lugar a las voces hasta el momento silenciadas y convirtiendo la literatura en un espacio plural y diverso. Sin duda, el Posmodernismo tuvo mucho que ver con estos cambios.
Es importante destacar que, aunque hay una conexión entre el posmodernismo literario y el feminismo, no todos los escritores posmodernos comparten necesariamente una perspectiva feminista, y no todas las autoras feministas adoptan el enfoque posmoderno. Además, algunas críticas feministas han señalado que la desconfianza hacia las narrativas lineales y las verdades universales del posmodernismo puede, en algunos casos, dificultar la defensa de los derechos de las mujeres al diluir la posibilidad de una verdad compartida sobre las experiencias de las mujeres. Evidentemente, la relación entre el posmodernismo literario y el feminismo es compleja y variada, con intersecciones y tensiones que han enriquecido la exploración de la identidad de género en la literatura contemporánea.
2 escritoras destacadas del Posmodernismo
En la transición hacia el Posmodernismo tenemos numerosas obras de mujeres inolvidables. Veamos algunas de ellas.
María Eugenia Vaz Ferreira nació en Uruguay en 1880 e irrumpió en la escena literaria uruguaya para perfilarse como una artista atormentada pero consciente de su identidad femenina. La melancolía y las imposiciones patriarcales que obstruyen el fluir de su libertad son dos de los rasgos identitarios de su poética. La voz poética siempre en conflicto con su entorno va opacándose cada vez más, pasando de ser una poesía perfeccionista y purista a convertirse en el grito de una mujer desesperada.
La inestabilidad emocional que acompañó la vida de la poeta está muy presente en su poesía, y nos permite descubrir a una autora inigualable y sumamente adelantada a su tiempo. Su obra completa se puede apreciar en el libro La isla de los cánticos, publicado de forma póstuma, en el cual queda bien plasmada la evolución estética del Modernismo hacia el Posmodernismo de la autora.
Juana de Ibarbourou es una de esas poetas a las que cuesta encasillar en un movimiento literario. Nació en Uruguay en 1892. Aunque en su primera poesía se nota la influencia Modernista en su obra, posteriormente fue evolucionando hacia una expresividad más sencilla, que permite ubicarla a caballo entre ambas estéticas. Mientras que los libros Las lenguas de diamante y El cántaro fresco son importantes referentes de la Poesía Modernista Latinoamericana, su obra última, que incluye libros como Estampas de la Biblia, Perdida y Oro y tormenta, deja en evidencia el empeño de la poeta por superar aquella primera corriente estética. En la poesía de Ibarbourou encontramos una increíble originalidad que se ve reflejada en la persecución de un lenguaje propio donde lo íntimo y lo plural se encuentran en constante comunión.
Su última etapa se caracteriza por el empeño por construir imágenes sencillas y paisajes propios, así como el interés por temas universales como la muerte y la soledad. Y por esta razón, es una de las poetas posmodernas que más ha colaborado con la evolución de esta corriente estética. De hecho, el caso de Juana de Ibarbourou es tan único que convendría dedicarle un amplio artículo, para referirnos a los elementos modernistas y posmodernistas en su obra, pero por hoy lo dejaremos aquí.
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