Ayer leí en «El País» que la librería Antonio Machado de Madrid había sido víctima de un incendio. En una nota, el periodista Juan Cruz Ruiz, decía que ese hecho le había recordado aquellas épocas incendiarias, donde se rompían las pruebas más contundentes de la cultura y el crecimiento intelectual, los libros (refiriéndose a la época franquista en España). Decía:
El libro, como todo en nuestro entorno se ve amenazado por las crisis, así ha sido desde los orígenes. Son ellos los primeros en ser destruidos cuando se intenta imponer una forma de pensar unidimensional, y también los primeros que sufren los ajustes de la economía de mercado.
Amenaza de muerte a los libros
Desde que nació al libro lo están matando, se lo intenta quitar del medio, borrar las huellas de su existencia. A través de diferentes batallas se le intenta dar muerte; hasta hace poco tiempo la pregunta era ¿papel o digital? ya salimos de esa disyuntiva para meternos en una todavía más profunda, es si la cultura del libro, tal como se lo conoce, será capaz de sobrevivir.
Desde hace unos años no escuchamos más que malas noticias relacionadas con los libros, editoriales que cierran, autores que deciden autopublicarse porque las editoriales no están dispuestas a apostar por ellos, cadenas de importantes librerías que cierran sus puertas y se vuelcan a métodos más eficaces de distribución, en fin…
La tecnología moderna parece haber sustituido los libros. Hoy sólo escuchamos hablar de los iPads, Kindles y todos esos artilugios que son muy bonitos pero que no pueden compararse completamente con los libros. Este tipo de tecnología no parece ser pasajera, llega para quedarse y reemplazar al papel como medio para expresar los pensamientos, las ideas e incluso la ficción.
Los medios modernos permiten acceder a la información de forma instantánea, porque parece ser que al ser humano le interesa por sobre todas las cosas esta cuestión de lo inmediato, saber de todo en seguida sin tener que esforzarse demasiado, resultados de esa necesidad fueron la radio, la televisión, los teléfonos y ahora tablets y dispositivos móviles de todo tipo.
Lentos procesos de publicación
Los métodos tradicionales de edición exigen mucha paciencia por parte de los autores. En mi caso llevó varios meses arreglando las condiciones y los detalles de la publicación de mi libro «Trozos de Invierno», y todavía estoy esperando que me den el OK sobre la maquetación final que les envié. Es un trabajo tedioso, de idas y vueltas, de corregir y maquetar incansablemente.
Por otro lado, la distribución es otro tema que los medios digitales de publicación vuelven más sencilla. El hecho de poder comunicarse instantáneamente con todo el mundo y promocionar los libros a través de la red, vuelve mucho más fácil la tarea de darse a conocer.
Los viejos medios de publicación presentan dos problemas que los nuevos parecen haber resuelto: la lentitud y la escasa distribución. Pese a ello, si consiguiéramos un equilibrio, potenciando las posibilidades que cada medio ofrece.
Desde mi punto de vista, y por lo que he leído de personas que trabajan en el sector editorial, la coexistencia de ambos medios es posible, sólo hace falta un poco de organización. La crisis económica impide seguir con una estructura de edición aparatosa como la que veníamos sosteniendo, pero permite abrir nuevas puertas, probar métodos que no se tenían tan en cuenta.
Moverse para el cambio
Todo lo negativo puede dejarnos algo bueno, algún aprendizaje, de las malas épocas es de las que se aprende, cuando algo no funciona nos preocupamos tanto e intentamos salir a flote y eso es lo que nos permite encontrar alternativas que no habíamos tenido presente. Con el libro está ocurriendo lo mismo, intentan matarlo, pero se levanta, se manifiesta, intenta entrarnos por donde sabe que podrá conquistarnos, y se queda…y continúa caminando junto a nuestra humanidad.
La crisis hace posible la autogestión y permite alternativas culturales sumamente enriquecedoras. Por ejemplo, en Málaga la Casa Invisible es un proyecto cultural impresionante que promociona las actividades artísticas y el espacio para los apasionados de la cultura brindando un lugar de acción social. La Invisible es un Centro Social y Cultural de Gestión Ciudadana que fomenta la auto-organización ciudadana, el pensamiento crítico y la creación colectiva.
Este tipo de proyectos son sumamente importantes y enriquecedores porque proponen espacios públicos que no estén condicionados por regulaciones estatales o mercantiles, sino que se encuentren abiertos a la creatividad y capacidad organizativa que nace de las redes sociales que habitan en la ciudad.
Editoriales alternativas
Asímismo existen otras formas de cultura alternativa, como lo son en Latinoamérica las editoriales cartoneras, las cuales tienen como objetivo promocionar las actividades sociales, la autonomía y la revalorización de principios como la solidaridad, el trabajo comunitario y la búsqueda de la independencia de los libros. Por nombrar dos de ellas puedo citar «Me muero muerta» fundada por Liliana Cabrera y «Eloísa cartonera» de Washington Cucurto.
Cabe señalar que movimientos como estos no son recientes, ya en el 2002 la organización sin fines de lucro «Yo no fui» lanzó un taller de poesía en la Cárcel de mujeres de Ezeiza. El objetivo de este taller es que las mujeres privadas de su libertad puedan encontrarse a sí mismas y explotar su faceta artística. Para ello reciben la ayuda de las coordinadoras del taller, entre las que se encuentra María Medrano, quien también escribe. Les dejo este enlace para que conozcan más de este alucinante proyecto y escuchen un poema de María, recitado por ella misma.
Bueno, hasta acá llegamos. Seguro que la crisis amenaza la vida de este tesoro que algunos tanto apreciamos, pero no debemos olvidar que se pueden buscar alternativas para continuar haciendo libros, creando arte y enriqueciendo la cultura. Sólo hace falta, imaginación, fuerza y muchas ganas de compartir esta pasión con quienes nos rodean.
Comentarios4
Pena que los libros se destruyan en actos vadálicos. Ojalá que surjan muhas voces en favor de su prevalencia al que uno la mía. Y mi más cordial enhorabuena y ánimo a las poetisas del Penal de Ezeiza.
Pruden
los libros estan viviendo una crisis pero como dice usted debemos luchar para evitarlo, no hay que segir la corriente, se puede hacer frente a la muerte de los libros, y con ellos, el simple y armonioso arte de escribrir
Bueno, aquí una voz más en favor de los libros.
La inmortalizacion de los libros,este sería otro buen título para este excelente artículo..
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