Entre los clásicos de la literatura inglesa se encuentra «El paraíso perdido» de John Milton un poema largo que se establece como una crítica a uno de los puntos cruciales y fundamentales de la religión católica: la caída del paraíso.
Es éste un libro al que vale la pena volver de vez en cuando, para repensar la tradición mientras disfrutamos de una mirada poética auténtica como la de Milton. Hoy lo he escogido para formar parte de este Desván de los Libros Perdidos.
Revisar la tradición
Regresar a ciertos tópicos no viene mal, repensar ciertas cuestiones desde otra óptica es una buena forma de no ser conducidos, es decir, de controlar nuestra línea de pensamiento independientemente de las miradas que la historia haya hecho sobre cada tema. Regresar entonces a este libro de John Milton puede ser una buena forma de reconstruir la idea que tenemos sobre la tradición católica, la noción de dios, de demonio y de culpa.
Es éste un poema de estructura libre que podría considerarse una contraepopeya de la caída del paraíso. Ese momento en el que, según la tradición bíblica, Adán y Eva son echados por Dios de esa tierra prometida que les había ofrecido, cuando ellos desobedecieron a la única condición que les había puesto para poder conservarla. Este hecho que simboliza un quiebre en la relación con la divinidad y que será utilizado por las diversas religiones para establecer una autoridad inamovible que determinará la relación entre los humano y las diversas deidades.
De una forma filosófica Milton se permite poner sobre la mesa una de las preguntas fundamentales de la fe: por qué creer en un Dios que nos rechaza. Sin embargo, a lo largo del poema, va profundizando en la forma en la que aprendemos a relacionarnos con el mundo y lo que comenzó siendo un poema sobre la creencia termina conviriténdose en una voz alta que fluye y que quiere repensar nuestra forma de encarar la vida.
Existen en este largo poema tres elementos principales: el cielo, el infierno y el paraíso. Los cuales en lugar de representar un espacio físico se refieren más a la forma en la que va cambiando nuestra forma de mirar y entender la vida, como si representaran nuestras diversas emociones y experiencias.
Uno de los elementos más interesantes del poema es la forma en la que Milton introduce los personajes. Satanás, que es uno de los primeros en aparecer, se presenta como una criatura impulsiva y con una portentosa ansia de libertad. Dijo William Blake que Milton jugaba en el equipo del Diablo sin saberlo. Igual no se equivocó tanto, puesto que la intencionalidad de este personaje, las dudas que deja flotando en el poema a través de él nos animan a creer en un poeta no contento con la idea de un dios supremo que reglara nuestros actos.
En lo que respecta al resto de los personajes: Adán, Eva, Dios, también hay un trabajo delicado en cada uno, en mostrarnos sus puntos débiles y ayudarnos a ver el cuento del paraíso de una forma amena, casi alegórica. Están después los ángeles que hacen de mediadores entre Dios y los humanos y que servirán para exponer la contradicción que viven éstos en ese paraíso y explicar los detalles de la tentación demoníaca.
Abandono y paraíso
Debemos tener en cuenta que cuando Milton escribió este poema correa el año 1665 y lo hizo en condiciones de huida también. Cuando abandonó su aldea huir de la peste de Londres. De esta forma ese paraíso perdido también podría hacer alusión a su propia experiencia, que le llevó a revisar aquella primera caída. Asimismo, se plasma constantemente esa sensación de haber sido abandonado por dios, una experiencia que todos los humanos (individual y colectivamente) atraviesan alguna vez en la vida.
Es importante señalar también que la elección de una estructura sin rima le convierten en un poeta adelantado a su tiempo, capaz de oponerse a las reglas tenidas por necesarias en la poesía de la época y de construir una pregunta alargada sobre la experiencia vital y poética. Por otro lado, la voz poética de este poema es impresionante. Y esta es sin duda una de las razones por las que vale la pena leerlo. La fuerza con la que se expresan sus personajes, la claridad de las ideas que fluyen de forma armoniosa pero no mansa, dotan al libro de un caracter auténtico y lo vuelven de lectura obligatoria.
Es este un libro que nos invita a pensar el lenguaje desde otra perspectiva y que nos convida a recuperar esas tradiciones y reescribirlas. Repensar la tradición desde los autores tenidos por tradicionales para darle a la lectura una vuelta de tuerca. Eso, creo, le habría gustado a Milton. Así que, aquí va una nueva entrega del Desván de los Libros Perdidos.
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.