Finalmente, luego de dar muchas vueltas, se lo han dado. Me refiero al Premio Cervantes que le ha sido concedido recientemente a José Manuel Caballero Bonald, en homenaje a su larga e imprescindible trayectoria para las letras españolas.
Uno de los reconocimientos más importantes para un escritor de lengua castellana es el Cervantes, el cual ha sido dado a prestigiosos autores de diversos países de habla hispana tales como Ana María Matute o Nicanor Parra. Este año le ha tocado a Caballero Bonald, un imprescindible poeta y memorista andaluz.
El nuevo Cervantes
Caballero Bonald nació en Jerez de La Frontera en 1926. Se caracteriza por ofrecer una poesía escrita con un cuidadoso léxico y ciertos tintes del barroco que la vuelven única y necesaria.
Se enlazó absolutamente con las letras hace 60 años tras la publicación de su primer poemario titulado «Las adivinaciones»; diez años después vio la luz su primera novela «Dos días de septiembre».
Se define a sí mismo como un escritor perteneciente a la estirpe de los rebeldes y desobedientes; la misma a la que pertenecieron autores como Góngora y que se oponen rotundamente a los costumbrismos.
Asegura que no es un heredero de la literatura de la posguerra, de características naturalistas y realistas, sino que más bien se encuentra lindando con la literatura de Latinoamérica, considerándose más cerca de Lezama, Rulfo y Carpentier que de autores españoles de la posguerra.
Pese a sus 86 años, este autor andaluz no deja de trabajar. Actualmente se encuentra inmerso en un libro donde registrará sus predilecciones literarias y publicará Seix Barral, donde por supuesto aparecerá un artículo sobre el Don Quijote, de Miguel de Cervantes.
Según lo expresó Darío Villanueva, uno de los académicos que pertenece al jurado de este fallo, Bonald es una voz estrictamente ligada a la poesía y que, pese al paso del tiempo continúa presente en el repertorio español. Y agregó:
Un hombre rebelde
Para Bonald el riesgo no es algo que deba temerse. Siempre demostró ser un hombre activo y sumamente inquieto y a través de su poesía podemos descubrir un viaje constante en busca de las palabras adecuadas y del significado más preciso a cada una de sus necesidades literarias; preocupado en borrar las fronteras entre los diversos géneros literarios.
Junto a escritores como Juan García Hortelano, Jaime Gil de Biedma y Claudio Rodríguez es uno de los protagonistas de la llamada «Generación del 50». Quienes supieron tomar la herencia dejada por los protagonistas del 27 y darle un giro y un carácter nuevo a la poesía española; ofreciendo una poesía propia y sumamente particular.
Se siente más orgulloso de su trabajo como poeta que como novelista. Asegura que de sus novelas tan sólo se salva Ágata ojo de gato, el resto prefiere no volver a tocarlas; si se le pregunta por qué escoge ésta, expresa que cree que en ella se encuentran reflejadas de forma profunda su poesía y sus búsquedas; y agrega que las otras las considera discretos ejercicios literarios.
Su última obra se titula «Entreguerras» y consiste en un poemario autobiográfico compuesto por más de 3.000 versos que llevan inscritos el bagaje de sus recuerdos y que el propio autor ha expresado que con él termina su producción lírica. Pese a ello, expresa:
La poesía y las matemáticas
Otra de las grandes pasiones de Bonald son las matemáticas. El poeta considera que ésta se encuentra íntimamente ligada a la poesía y a la música. Gracias a esta afición ha sabido trabajar con rigor ofreciendo una poesía absolutamente pulida y completa. Asegura que no le gustan las facultades y que su mejor escuela ha sido la contemplación, le gusta ver pasar la vida bajo los árboles.
Éstas son las palabras de Bonald al intentar explicar la realidad de España. Este momento tan crucial y tan significativo, del cual sólo puede salirse si se aúnan las fuerzas en pos de la comunidad; dejando de lado este individualismo que ha mermado todas nuestras ansias de compartir nuestra vida con el resto de los humanos y seres vivos del planeta.
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