Las vacaciones se terminan para la gran mayoría de los mortales, y ahora toca volver a la rutina diaria, al trabajo, a las responsabilidades. Septiembre es el mes que algunos odian pues es cuando se produce esa despedida del verano y el saludo al duro día a día.
Pero no para todos significa lo mismo. En este caso, existen diversos autores que han tomado dicha fecha del calendario para inspirarse y crear unas historias que giran entorno a ella y que la toman como el escenario único posible de sus relatos.
Una de esas plumas es la de la británica Rosamunde Pilcher, conocida de manera especial por su amplia bibliografía de carácter romántico. Simple y llanamente Septiembre. Así fue como tituló el trabajo que publicó en el año 1990 y que transcurre en un pequeño pueblo inglés llamado Strachroy.
En ese entorno, y tomando como punto de partida la celebración de un cumpleaños, se reunirán hombres y mujeres de diversas nacionalidades y culturas pero que tienen en común los temores de cualquier ser humano: tomar decisiones o enfrentarse a situaciones sorprendentes e inesperadas.
Las luces de septiembre, es por su parte, el título que Carlos Ruiz Zafón otorgó a la novela que lanzó al mercado en 1995. A un público más juvenil dirigió este trabajo que toma como protagonistas a Ismael e Irene, quienes disfrutan de un verano en Bahía Azul un tanto peculiar: luces misteriosas entorno a un faro, un fabricante de juguetes que vive solo rodeado de criaturas mecánicas, un ser que se oculta en el bosque…
Nada misteriosa sino muy real, incluso digamos que de una realidad cruda y doliente, es la novela que Maureen Lee publicó en 2007. Las chicas de septiembre es como se da en llamar esta narración que gira entorno a la relación que se establece entre dos familias cuando una de ellas entra a trabajar como servicio de la otra.
La diferencia de clases y de forma de vida será palpable a lo largo de todo el relato en el que al mismo tiempo se da cuenta de la situación de hambre que asolaba Irlanda a principios del siglo XX, y como para mucha gente la solución fue huir a otros lugares tales como Liverpool, donde transcurre esta novela.
La silueta de la muerte en septiembre
Otro tipo de dureza, pero igualmente dolorosa, es la que vive la protagonista de Un poco de abril, algo de mayo, todo septiembre del escritor catalán Jordi Sierra i Fabra. Seropositiva es Olga, una estudiante de diecinueve años que ha descubierto que todos sus planes de futuro y su fortaleza física se resquebrajan. No obstante, ha decidido seguir luchando por la vida y disfrutar de todos esos momentos y sentimientos que aquella regala.
Por ello, conoce a Jaime, un joven con el que empezará una relación y que guarda un secreto que puede truncar los planes de la chica. No obstante, el amor que los unirá será mucho más fuerte que cualquier otra cosa.
La muerte, pero desde otro punto de vista completamente dispar al presentado por Sierra i Fabra, es el que se plantea en Septiembre zombie. David Moody es el encargado de dar una nueva vuelta de tuerca a la literatura de terror y en concreto a la de terror protagonizado por muertos vivientes.
En este caso, el punto de partida es una grave epidemia que ha asolado el mundo. Sólo unas cuantas personas han conseguido sobrevivir, pero todo se complica cuando en ese primer día después de lo acontecido ellas también deban fallecer pues si no es así la mencionada enfermedad volverá a hacer acto de presencia.
Muy diferentes y con temáticas variadas son estos trabajos que les hemos presentado, no obstante tienen algo en común: con la lectura de ellos seguro que septiembre deja de ser sólo un mes rutinario.
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