Escribimos, sí. Pero antes somos lectores. Afanosos, intensos, distraídos y pendientes de las palabras justas a cada situación. Sonreímos, y sonríe algo dentro de nosotros cuando nos topamos con una frase elocuente o suspicaz. Vivimos respirando letras e intentamos acercarnos a horizontes huidizos, para entender mejor nuestra realidad. «El sueño de Oslo» creo que es una bonita forma de encarar ese camino para reinterpretar nuestra vida a través de la lectura.
Una novela para explorar la literatura
Conocí a Juan Cruz a través de «Ojalá Octubre», una obra llena de sensibilidad y capaz de hacerte llegar a tus recuerdos más profundos para recodificarlos. Y ponerlos en un lugar menos molesto. Una obra que analizaba el paso del tiempo en la vida de una familia y la importancia de los recuerdos y los silencios para la construcción de la identidad.
Después seguí leyéndolo porque creo que es un autor del que siempre hay algo nuevo para aprender. Y «El sueño de Oslo», no es la excepción.
En «El sueño de Oslo» podemos descubrir ciertas y diversas obras mágicas de la literatura; a través de una preciosa novela, con una historia de amor y amistad. Y de la existencia de tres amigos que, embadurnados de melancolía, recorren los mundos plasmados por autores como Conrad, Cortázar, Carroll y Fitzgerald.
Cabe mencionar que esta obra ha sido inspirada por dos importantes autores del siglo XX: F. Scott Fitzgerald y Julio Cortázar. Y, se puede respirar el carácter de ambos en ellos. Sobretodo si se tiene en cuenta que son páginas impregnadas de humor y nostalgia.
A través de la historia podemos descubrir esa añoranza que forma parte de la esencia de los personajes al igual que la soledad, los miedos y, como no podía ser de otro modo, las obsesiones.
Posiblemente, esa imagen de una ciudad lejana y cercana, presente en otras y visitada a través de imágenes, es una de las mejores metáforas para hablar de esta historia; donde los recuerdos se hacen presente sin ser ya, más que en la mente de los personajes. Y los sueños no se realizan. Además, a través de ella podemos comprender a fondo esa necesidad fundamental de nuestra vida, de huir de nuestra realidad hacia un horizonte lejano y mítico, Oslo. Esa necesidad que curamos lanzándonos a la lectura de nuestros poetas o novelistas favoritos.
Acerca de Juan Cruz Ruiz
El tinerfeño Juan Cruz Ruiz nació en Puerto de la Cruz el 27 de septiembre de 1948. Escribe desde temprana edad; publicó su primera novela a los 19 años su primera novela; la cual se tituló «Crónica de la nada hecha pedazos» y ganó el Premio Benito Pérez Armas, en 1971. Desde entonces no ha dejado de publicar bellísimas obras como «Naranja», «Retrato de humo», «Egos revueltos» y «Cuando nunca perdíamos». También ha publicado libros de poesía, entre los que se encuentran «Edad de la memoria» y «Cuchillo de arena. Música del naufragio».
Cabe mencionar entre sus labores más impresionantes, la fundación del periódico «El País», donde comenzó trabajando como corresponsal en Londres y actualmente ocupa el cargo de la dirección. Además ha colaborado en diversos proyectos con el Grupo Santilla y PRISA.
En su estilo puede notarse una exhaustiva preocupación por utilizar los términos exactos para cada situación. No podemos dejar de pensar que, detrás de ese novelista, se encuentra un poeta, al que el tiempo le obliga a decir lo máximo con el mínimo de palabras posible. Lo suyo parece una obsesión con el lenguaje, esa misma obsesión del protagonista y de Julio y Badana.
Entre los autores que han iluminado la obra de Juan Cruz se encuentran los maestros de casi todos, Cortázar, Kafka, Joyce, Beckett y Homero.
Un libro para motivarnos a la lectura
Si buscamos encontrarnos con la pasión por la lectura y recordar qué fue lo que nos llevó a aficionarnos por esta actividad, este libro es ideal. Como bien lo dice Julio en uno de los párrafos los libros deben leerse con la boca seca, con ansiedad de conocimiento y de internarse en un mundo maravilloso que nos acompañará de ese momento en adelante, incluso sobrepasando los límites de la lectura.
Así, durante la lectura podemos encontrarnos con autores como Lewis Carroll que, sería recomendable para leer en momentos de tragedia (porque todas las situaciones ameritan una u otra lectura) o Conrad para las noches de insomnio. Dice:
Me parece preciosa una comparación que hace el protagonista entre la forma de vestir de Badana y una dama de Flaubert; después de leer este párrafo te quedas relamiéndote porque no podría haberlo dicho mejor. Lo transcribo:
Por último me gustaría agregar que el pasado y los recuerdos ocupan un lugar importante en esta obra. Tal vez esto se debe a que, como lo ha expresado Juan Cruz en alguna ocasión, los periodistas suelen sufrir crisis de depresión y están siempre al límite disputándose entre la alegría y ese sabor dulzón de la melancolía.
Sin lugar a dudas, es un libro adecuado para cualquier amante de las letras. Y, si eres lector de alguno de los autores homenajeados, creo que no deberías perdértelo. 😉
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